Una cita literaria de todos los martes

Más o menos a las 3:30 p.m., todos los martes sin falta, empieza un desfile de sillas y mesas y libros desde la Biblioteca Pública El Poblado hasta los exteriores de la Uva Ilusión Verde. Desde la parte de arriba de la Uva, por los lados de Fundación EPM y de una incipiente zona rosa que cada vez gana más fuerza, se puede observar, ya a las 4:00 p.m., a un grupo de personas sentadas en circulo como si estuvieran alrededor de una gran fogata. Estas personas pertenecen al Club de Lectura El Palomar, que desde hace más de 7 años se reúne a la misma hora y en el mismo lugar (a las fuera de la Biblioteca) a discutir y escuchar y reflexionar sobre lo que más les interesa: la literatura.

La mayoría de los asistentes, mujeres y hombres profesionales (abogados, ingenieros, médicos, etc.), son lectores disciplinados y sensibles que, si bien no estudiaron literatura directamente, tienen en su ADN ese gusto por la palabra y por las historias que los hacen acudir sin falta a esta cita semanal.  Este espacio se convirtió, para muchos de los asistentes, en zona de despeje mental o de descubrimiento de otras realidades a veces no cercanas a su entorno. Esta cualidad hace que siempre se sienta un aire de familia, una confianza en ser escuchado y en escuchar otras perspectivas, otros ángulos de lectura que terminan enriqueciendo o ratificando (o, en algunos casos, modificando) los que ya tenían.

Para el Club de lectura la literatura es siempre un punto de partida, un detonador extraordinario para pensar y cuestionarse sobre ideas establecidas, formas de leer heredadas y repensar temas vitales que siempre están orbitando en lo que se lee: el amor, la muerte, la memoria, la política, entre otros. Sea que se lea y se discuta sobre las novelas de Fernando Vallejo, Bohumil Hrabal o Jamaica Kincaid; o los cuentos de Henry James, Lorrie Moore y Banana Yoshimoto, o las crónicas y reportajes de Truman Capote, Leila Guerriero y Martin Caparrós, la discusión (después de hablar de la estructura, estilo e intenciones del texto) siempre se dirige a reconocer eso que leyeron como un alimento esencial de su forma de ver y estar en el mundo, en muchos casos de cómo entenderlos. Que la literatura tenga ese poder extraordinario de interpelar a quien se acerca a ella es una de las poderosas razones para seguir acudiendo a su magisterio.

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