El amante de la china del norte
«Para que el mundo sea soportable, es necesario exorcizar las obsesiones, y la escritura puede tanto esconderlas como desvelarlas. Escribir es tratar de saber lo que uno escribiría si escribiera.»
Marguerite Duras
Imagen: calledelorco.com
El amante de la china del norte de Margarite Duras, obra literaria de autoficción escrita en 1991 y antecedida por El amante en 1984, es la respuesta de la autora frente al disgusto que le produce la adaptación cinematográfica realizada con base en aquella primera versión. Es por ello que toma la forma de guion sin llegar a serlo completamente.
De este modo, la autora convierte la novela en una narración visual contada en tercera persona con algunas precisiones sobre planos y movimientos de cámara en escenas cargadas de acciones, detalles y diálogos que muestran al lector/espectador una atmósfera de nostalgia, tristeza, orfandad, desarraigo…
Es una historia de amor dolorosamente hermosa, un valle de lágrimas de principio a fin en el que aquello que duele, que lastima trasciende y se transforma a través de la sexualidad de la niña:
«El sufrimiento abandona el cuerpo delgado, abandona la cabeza. El cuerpo queda abierto hacia el exterior. Ha sido franqueado, sangra, ya no sufre. Ya no se llama dolor, se llama tal vez morir.»
El papel de la mujer en esta novela es representado por múltiples figuras que problematizan el ser femenino:
- La figura de una madre ausente.
- La figura de una chica hipersexualizada.
- La figura de una compañera prostituta.
- La figura de una dama de vestido rojo que deambula por ahí sin ser vista realmente.
- La figura de una amiga cuyo afecto por la niña es expresado de manera casi sexual.
El resto de relaciones de la niña, con sus hermanos por ejemplo, están basadas en la pregunta por el cuerpo y la sexualidad; dando respuesta al sentir de la mujer a partir de la mirada del otro, no desde la sumisión sino desde el empoderamiento, ya que el sexo más que ser un mecanismo de sometimiento masculino, es descubierto y usado por la niña como herramienta de poder; pues ni el hermano que procura ser su proxeneta, logra hacerla ver como un sujeto que es inducido a ejercer la prostitución en tanto ella se entrega al amante por voluntad propia.
La niña tiene una mentalidad totalmente abierta, libre de creencias, sin sentimiento de culpa, guiada por el instinto sexual; diferente a la mentalidad de un chino inseguro, adicto al opio, hacedor de nada porque lo tiene «todo»; quien da muestras de preocupación por el delito en que incurre al fijarse en una chica menor de edad -aunque sabe que a causa del poder económico de su padre, sería fácil desembarazarse del asunto si lo capturaran-, siendo a su vez coartado por una tradición familiar que le impide formalizar su vida amorosa con alguien distinto a la mujer a quien le han asignado para casarse; así ame a otra, a quien solo puede acceder con las limitaciones propias del amante.