«Si la biblioteca es un río de historias, Casa de Escritores es su cauce: el espacio donde las corrientes individuales se unen para fluir con más fuerza».

En el corazón de la Casa de la Literatura San Germán late un espacio donde los relatos no solo se escriben, sino que se cultivan con paciencia, rigor y complicidad. Se trata del taller de escritura Casa de Escritores, un refugio para quienes creen que la literatura es tanto oficio como arte, tanta soledad como encuentro.

Aquí no hay fórmulas mágicas, pero sí herramientas para afinar el pulso creativo. Los participantes —desde principiantes hasta escritores con más experiencia— descubren que detrás de cada texto hay un universo por explorar, corregir y, sobre todo, disfrutar.

Jhovanny Andrés Úsuga, por ejemplo, llegó al taller por casualidad, durante un evento literario en 2024, y aunque solo buscaba técnicas, lo que encontró fue, según sus propias palabras, una revelación: “Talleristas que no solo comparten conocimientos técnicos, sino que contagian su pasión por la escritura como un acto de disciplina y juego. Aquí aprendí que un buen texto no nace solo de la inspiración, sino del esfuerzo, lectura constante y la osadía de divertirse jugando con las palabras», comenta.

Para Aurora Cardeño, en cambio, el taller fue una búsqueda intencional. Quería un espacio donde la corrección de estilo no fuera un mero trámite, sino un proceso riguroso y respetuoso, destacando algo fundamental: «Aunque los textos no salgan como uno espera a la primera, reescribir vale la pena». Esto refleja cómo el taller desdramatiza el error y lo convierte en parte esencial del proceso. No es solo «pulir», sino entender que la escritura es un diálogo entre versiones de uno mismo. «Reescribir dejó de ser una frustración para convertirse en el mejor aliado. Ahora sé que incluso los borradores más imperfectos guardan la semilla de algo extraordinario», manifiesta.

Todo esto y más es lo que distingue al taller de escritura Casa de Escritores, su equilibrio entre técnica y práctica. Un espacio donde se guía sin imponer se corrige sin abatir, y se hace con una convicción clara: cada historia merece ser escuchada en su singularidad.

Las sesiones son un diálogo constante donde la gramática, la puntuación y la estructura se vuelven andamios —no jaulas— para las historias. «Al principio, me costaba recibir críticas —admite Jhovanny—, pero aquí entendí que son un regalo. Hoy leo con otros ojos y escribo con más libertad, porque sé que no estoy solo en el

proceso». Aurora coincide: «Nunca había visto la escritura como algo tan colectivo. Aprendemos tanto de nuestros errores como de los aciertos ajenos».

Son estos espacios los que hacen que la Casa de la Literatura San Germán sea un faro que ilumina el camino de los lectores, y el taller de escritura Casa de Escritores es su raíz más viva: un lugar donde las palabras germinan, se podan con cuidado y florecen en comunidad. Como los buenos libros, este taller no se agota en una sola lectura; invita a releerse, a reinventarse y, sobre todo, a creer en el poder transformador de lo que escribimos.

El taller está abierto a todos los que deseen explorar sus historias con rigor y alegría. Porque, como bien saben Aurora, Jhovanny y todos sus participantes, escribir no es solo contar: es aprender a escuchar la propia voz mientras el mundo teje sus respuestas.

Inscríbete y deja que tus palabras encuentren su hogar.
Te esperamos todos los sábados a las 3:00 p. m. en la Sala General de la Casa de la Literatura San Germán.

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