Así es, hablar de los procesos culturales en Altavista te llevará siempre a la Corporación Cultural Altavista y cuando llegas a esta, se abre ante tu vista un fuerte trabajo comunitario que les ha permitido a 2024, contar con dos sedes, una en Morro Corazón y otra que se inauguró este mes en El Manzanillo, por supuesto, todas las demás microcuencas han contado con actividades descentralizadas, lideradas por la Corpo.
La Corporación Cultural de Altavista y su proceso con la comunidad serán los protagonistas de esta nota, te contaremos entonces cómo se gesta un lugar y unos procesos sociales tan significativos en nuestro corregimiento.
Fue un regalo del segundo milenio. Pasado el año 2000 se gesta esta iniciativa encabezada por Jairo Alberto Valencia, docente de la institución educativa llamada hoy Altavista, acompañado por algunos de sus estudiantes a quienes orientaba en su proceso de formación artística y social. El profe, en medio de su sensibilidad, alcanzó a notar la necesidad, entre los niños y los jóvenes, por realizar actividades en su tiempo libre, pensando en esa alternativa para enfrentar las problemáticas que les rodeaban. Y cómo nos gusta decir a los optimistas, lo bueno se contagia, no faltó quienes se quisieran sumar a esta gran labor, fue así como de pronto ya se reunían más de cien personas en cada encuentro, organizaron ventas de empanadas y ofrecían espectáculos con los talentos de los participantes, con el fin de recolectar fondos para esta gran familia que crecía y que necesitaba elementos para hacer las actividades que disfrutaban.
Al principio no contaban con una sede, deambularon por varios espacios del sector, con la incertidumbre de ¿hasta cuándo nos dejarán estar aquí?, pero vuelve y juega la energía de cuando pasan cosas buenas, acá ya tenían un gran grupo de voluntarios unidos por la misma causa, fue decir, necesitamos una sede propia para que, en 2009, comenzaran a hacer realidad ese sueño.
Recibieron un recurso por participar en un proyecto de índole cultural, esto, sumado a unos ahorros que tenían les permitió empezar a materializar ese anhelo. Comenzaron con un lote y una casa prefabricada, hoy se han ampliado a lo ancho y alto, contando también con un teatro que lleva el nombre de Jairo Alberto Valencia.
El proceso de construcción de esta maloca, como les gusta nombrarlo cuando nos cuentan la historia, nos parece de lo más bello: siempre con la mirada de hacer de este, un espacio para la educación popular, sus miembros empiezan a ponerle su toque y con la filosofía del convite y el uso de técnicas de bioconstrucción (usando la tapia y el bahareque) logran tener un espacio con todo un toque social, tradicional y campesino que hoy alberga varios salones, balcones, una terraza y un teatro donde tiene lugar toda la comunidad: los grupos de la tercera edad, los profes, el colectivo Memoria Chocoana, el grupo de teatro Pantolocos y más 35 grupos culturales con que cuenta el corregimiento.
La Corpo no ha sido ajena a las dinámicas del lugar que la vio nacer, reconoce lo fuerte que es, pero también sabe qué necesita en términos de procesos culturales y comunitarios, por eso no se ha limitado a quedarse en La Perla donde tiene su sede principal, cuenta ya con otras sedes y extensiones de sus programas en las cuatro microcuencas que componen el corregimiento.
La casa madre y sus satélites han promovido procesos comunitarios como la Escuela Comunitaria de Arte, El Laboratorio de Comunicaciones y Tejiendo, crearon, además, el Festival de la memoria (Semana de la memoria). Y esto no es todo, es lugar y acompaña muchos otros grandes eventos del corregimiento y de la ciudad. Desde la Biblioteca Pública Altavista queremos expresarles nuestra gratitud hacia lo que han hecho por y en Altavista, los consideramos modelo a seguir. Sin temor a equivocarnos, diríamos que algún día queremos ser como ellos.