Y se gestó la idea
El acueducto comunitario del barrio San Lucas (antes Los Mangos), igual que a los demás acueductos de las comunidades de El Poblado, lo antecede una historia de autogestión por el agua que inició antes de la construcción del mecanismo de abastecimiento.
A través del testimonio de Luz María Sotelo, habitante, nativa y testigo del proceso de construcción, transformación e incluso problemáticas que se derivan del proceso de operación del acueducto comunitario de San Lucas, construimos una línea de tiempo con las memorias que se tejen a su alrededor.
Imagen de Don Guillermo Isaza Calle
Antes de la construcción de los tanques de almacenamiento y la tubería, la comunidad se surtía del agua de las quebradas: la Manga, la Peña, la Aguacatala, la Paulita y la Zúñiga. La primera cruzaba por la finca de don Hernando Londoño a la de Gerardo Castrillón, llegaba a la casa de Barbara Sánchez, a la de Dolores Emilia Cano [Abuela de Luz María], bajaban por los Álvarez, luego a los Jaramillo y se unía con la Paulita. La Aguacatala y la Paulita, atravesaban la finca de Guillermo Isaza Calle y Pilarica (hoy Carulla San Lucas). La Zúñiga pasaba por el Alto de los Mangos y surtía la Escuela de Felicia Villa Mesa.
La mayor parte de la comunidad se abastecía de la primera fuente, sin embargo, en épocas de verano, se veían afectados por la reducción del cauce, problemática que motivó a la construcción de la primera bocatoma para el suministro de todo el barrio, encabezada por Guillermo Isaza Calle, Jorge Pereira, Gerardo Botero, Alfonso Munera, Jaime Chavarriaga y Germán Velásquez acompañados de la mano de obra del resto de la comunidad, tomando el agua desde las Palmas, de la quebrada La Aguacatala.
Paralelo a la construcción del acueducto se creó la Junta de Acción Comunal del barrio San Lucas, encargada de su mantenimiento y control. El predio donde se construyó el primer tanque de abastecimiento fue donado por Pastor Echeverry y construido por Don Guillermo Isaza con la ayuda de quienes conformaban la administración de la JAC de ese tiempo: Pablo Ángel, Arturo Restrepo y Pablo Valencia. Luz María afirma que “Para nosotros fue una gran alegría cuando esto comenzó. Ya teníamos agua propia y ya llegaba a la casa”. (Entrevista, 2022)
Paralelo a la construcción del acueducto se creó la Junta de Acción Comunal del barrio San Lucas, encargada de su mantenimiento y control. El predio donde se construyó el primer tanque de abastecimiento fue donado por Pastor Echeverry y construido por Don Guillermo Isaza con la ayuda de quienes conformaban la administración de la JAC de ese tiempo: Pablo Ángel, Arturo Restrepo y Pablo Valencia. Luz María afirma que “Para nosotros fue una gran alegría cuando esto comenzó. Ya teníamos agua propia y ya llegaba a la casa”. (Entrevista, 2022)
El manejo de las aguas en San Lucas fue un legado familiar: Jorge Isaza González, hijo de Guillermo Isaza, continuó a la cabeza del acueducto desde 1984 aproximadamente. En el Acta del 31 de marzo de 1985 – última dateada en el archivo histórico – se da cuenta de la conexión de 130 usuarios, entre ellos casas fincas y toma de agua para edificaciones. La preocupación constante de la época era evitar la contaminación y la disminución de la fuente, tal como se describe en el acta: «Si en la fecha somos 130 usuarios, podríamos organizarnos por parejas para hacer vigilancia […] y al tiempo que se vigila y se controla la contaminación del agua, se haría también la vigilancia sobre la captación de la Urbanización La Peña y de los otros que tienen merced del INDERENA en esta fuente, con el fin de que hagan solo uso de sus derechos sin mermar los nuestros”
Así mismo, en este año, se rumora la posible llegada de Empresas Públicas de Medellín para abastecer de agua a la comunidad, lo que implica una evaluación por parte del Comité de Aguas de San Lucas de cambiar el lugar de captaciónción del recurso hídrico.
En este año debe realizarse una reubicación del tanque de almacenamiento debido a la venta del lote donde estaba ubicabado que perteneciente a la señora Ana Beatriz Isaza de Posada. Lo anterior implicó la construcción de un nuevo tanque al frente de la Urbanización Vallados de Gratamira.
La documentación legal y contable del periodo anterior es muy poca, de manera que se hace un salto temporal a este año. Luz María menciona que la disposición de los recursos se designaba a otras acciones distintas al mantenimiento de las tuberías o el trámite de mercedes de agua. En este año se asume una nueva tesorería encargada de hacer veeduría al manejo los recursos. Para esta fecha se reportaron 172 casas conectadas, teniendo en cuenta que algunas conexiones no se reportaron debidamente.
El cambio de tesorería se dio en 2008 y a pesar de un retiro prematuro, se reasumió el cargo en 2010. Año a año se ha continuado la gestión canalizando los recursos al mantenimiento, se ha procurado el cambio de las tuberías e incluso se ha tramitado cumplidamente con la merced de aguas en Corantioquia hasta el año 2022.
El tratamiento del agua no se realiza por medio del uso del cloro, se ha decidido captarla cruda desde la fuente hasta las viviendas y que cada familia se encargue de hervir el agua para su consumo. Entre los retos mencionados por Luz María, están que el funcionamiento y mantenimiento no está en sus manos, si no en la comunidad, pues su legado va terminando y es importante que los habitantes se apropien de este, que valoren la economía que les brinda tener acceso al acueducto comunitario, puesto que independiente del consumo, el cobro siempre equivale a 8.000 y es un servicio de buena calidad, pero falta sentido de pertenencia.
Los relatos de Luz María nos permite reconocer la importancia de este mecanismo de abastecimiento en la satisfacción de necesidades básicas y el cumplimiento del Derecho Humano al agua que se define como: […] “Derecho de todos a disponer de agua suficiente, salubre, aceptable, accesible y asequible para el uso personal y doméstico.” (Sentencia T-14), además de posibilitar la economía solidaria por medio de la reducción de tarifas al consumo. Este acueducto representa las luchas y tensiones que se viven en los territorios en torno al agua, recurso que más allá de su estructura implica continuar un legado de gestión y autonomía comunitaria.