Los roles, el fútbol y la sexualidad en «Un beso de Dick» de Fernando Molano
«Globalmente, se puede tener la impresión de que casi no se habla del sexo. Pero basta echar una mirada a los dispositivos arquitectónicos, a los reglamentos de disciplina y toda la organización interior: el sexo está siempre presente.»
Michel Foucault
Imagen: Marieth Serrato, vía Fernando Molano: Memorias
Luego de explorar tres libros diversos: Las malas de Camila Sosa centrado en lo trans, La lesbiana, el oso y el ponqué centrado en lo lésbico/bisexual y Un beso de Dick centrado en lo gay identificamos los siguientes puntos de encuentro entre ellos:
- Los tres son obras literarias.
- Los tres son óperas primas de los autores.
- Los tres son novelas iniciáticas.
- Los tres dirigen al sexo la pregunta por la identidad.
- Los tres tienen descripciones sexuales explícitas.
En un beso de Dick, relato lírico, dulce y romántico que cuenta la historia de amor entre dos adolescentes, encontramos además de un lenguaje fresco, desprevenido y un poco infantil, resonancias personales vivenciadas desde el lugar de la heterosexualidad.
Con este libro se conjugan elementos de obra literaria y del mercado editorial, en tanto hay detrás de él un trabajo de escritura que logra convertir en artificio creativo las preocupaciones del autor en un tiempo en el que era más anormal e inaceptable que ahora ser o hablar del tema homosexual, lo que es aprovechado por los editores hoy en día dada la importancia que se le está dando al reconocimiento y la inclusión de las diversidades sexuales dentro del sistema social.
Fernando Molano, el escritor de Un beso de Dick, tenía algo muy claro que va más allá del romance; esto tiene que ver específicamente con los roles que desde tiempos pasados se han puesto en el lugar del macho, el aguerrido, el jugador o seguidor de deportes masculinizados como el fútbol, en el que la finalidad del equipo contrario es que no se los vayan a «meter» en el arco. Si se los meten, son doblegados por ello. El libro es, por lo tanto, una crítica al rol asumido en este juego que, paradójicamente, admite un tipo de erotismo velado en la cancha que normaliza las celebraciones entre hombres con besos, abrazos, tocamientos en partes íntimas y adulaciones que rayan en fanatismos de hombres enamorados de otros hombres.
De tal forma, Fernando pone en contexto la problemática del machismo representado no solo en el fútbol sino también en actos de tosquedad, por ejemplo en la relación entre padres e hijos; llegando los padres al extremo de sentir asco de abrazar a sus hijos o agredirlos por causa de su orientación sexual diferente. Es el caso de Felipe, quien al ser puesto en evidencia por el celador del colegio, es golpeado por su papá con un puño cuyo impacto hace romper una batería sostenida por el agredido, la cual le salpica ácido en toda la cara dejándolo ciego temporalmente. Su papá, en apariencia arrepentido, se acerca a dialogar con él y este le habla del amor como si se estuviera refiriendo al hijo de otro señor, argumentándole que ese señor se enojó con su hijo solo porque se enamoró sabiendo que siempre le ha dicho que uno debe enamorarse de alguien que lo haga feliz a uno.