La otredad en Kapuściński

La otredad en Kapuściński

 «La India fue mi primer encuentro con la otredad, el descubrimiento de un mundo nuevo

 Ryszard Kapuściński

Imagen: fotógrafo Mariusz Kubik, vía Wikipedia Commons

Con base en el episodio titulado El otro del programa de televisión Mentira la verdad, presentado por el filósofo y difusor mediático Darío Sztajnszrajber, contenido audiovisual que complementa el tema de la otredad tratado en el libro Viajes con Heródoto, se ponen sobre la mesa una serie de interrogantes para la reflexión acerca de quién es el otro en relación con el yo, cómo resolver el problema de la otredad, por qué reducir el problema de la otredad a lo humano y cómo hacer para reivindicar el vínculo con ese otro ser vivo animal y con ese otro ser vivo natural que comparte hábitat con el yo humano.

«Nos equivocamos al decir: yo pienso: deberíamos decir: me piensan. – Perdón por el juego de palabras.- Yo es otro. Tanto peor para la madera que se descubre violín, ¡y mofa contra los inconscientes, que pontifican sobre lo que ignoran por completo! Porque Yo es otro.»

Escribe el poeta Rimbaud, quien como expresa Borges en su texto «Borges y yo» o como da a entender Pessoa a partir del uso de múltiples heterónimos -autores de sus propios textos-, asume el oficio de la representación escrita desde el punto de vista de un otro intérprete y artífice de realidades que se cuentan y se magnifican desde la palabra.

  • El problema de la otredad en Occidente es que se percibe desde un yo que ve al otro a través de un discurso hegemónico eurocéntrico implantado, cuya base es un hombre blanco, heterosexual, patrialcal incapaz de aceptar la diferencia en su relación con el mundo. Este problema, según propone Darío, se puede solucionar a través de dos vías:

    La primera vía es la de la tolerancia, mediante la cual se da un grado de admisión al otro -a quien la sociedad describe como un monstruo- en tanto es «mi prójimo»; lo problemático es que en este ejercicio de admisión, se anula al otro para afirmar ese yo cerrado que si bien permite que el otro sea, no lo incluye dentro de su propio círculo; así pasaba con las «zonas de tolerancia» en Medellín, áreas donde era permitida la prostitución, siempre y cuando no implicara la presencia de las prostitutas en lugares concurridos por las «señoras de bien» y viceversa.

    La segunda vía es la hospitalidad que significa «abrir la puerta al otro», escucharlo, reconocer su diferencia; visión similar a la expuesta por Kapuściński en su última entrevista cuando expresa que de Heráclito aprendió la importancia de conocer a los otros, no solo llamarlos bárbaros sino conocerlos y respetarlos; lo problemático acá es que ese otro se reduce a la humanidad y excluye a los animales, a la naturaleza.

    La pregunta clave que hay que hacerse en tal sentido, según Darío, es si ese otro sufre y, a su vez, cuál es el grado de responsabilidad del yo humano frente a ese sufrimiento.

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