La escritura de Mario Escobar en Chofer de taxi

La escritura de Mario Escobar en Chofer de taxi

 «De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su
sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es
espíritu.»


Friedrich Nietzsche

Imagen: Juan CL, 2018, vía Facebook.

No hay una página en la que Mario no hable sobre el oficio de escribir. En Chofer de taxi, por ejemplo, regala tips como:

  • Poner en práctica una estrategia que nos permita recopilar historias.
  • Observar las características de las personas que viven las historias.
  • Afinar el oído para escuchar conversaciones ajenas.
  • Tomar nota de las historias que vayamos considerando valiosas.
  • Suponer lo que hay más allá de las historias de acuerdo con la información recopilada.
  • Escribir las historias, no al pie de la letra, sino procurando que sean literatura.
  • Interpretar a los personajes en varias voces narrativas.

Esta reflexión, a su vez, la vemos conjugada con elementos como:

La ciudad a la manera de una Matrioshka.

Alaín, el personaje principal de este libro, es un taxista que va andando en su taxi y mirando ciertos personajes de la ciudad. Su relación con ellos suele ser heroíca porque les ayuda a resolver situaciones complejas por las que se encuentran pasando. Sus experiencias son la base del taxista para escribir varias historias dentro de su propia historia.

La creación o el ejercicio de desbaratar libros.

Mario leía intentando entender el mecanismo secreto del escritor para darle forma al libro, apropiándose de su técnica; de ahí que Alaín revelara su más fundamental tip de escritura:

«Ahora leo muy distintamente de como lo hacía antes, que era para solazarme. Ahora leo para eso, pero también, y más, para aprender a escribir de quienes ya saben.»

El gran arte de Mario es el arte de la lectura.

  • La narrativa no lineal.

    La forma narrativa de Chofer de taxi, se parece mucho a la de la novela «Los monederos falsos» de André Gide. La estructura no es lineal sino que da lugar a varias historias alrededor de una historia central, lo que se narra es la cotidianidad, los personajes se multiplican y el narrador va haciendo comentarios sobre lo que percibe.

    La vida cotidiana como artificio.

    A través de su alter ego Alaín, Mario demuestra lo empecinado que estaba en describir la vida. Su pretensión parecía ser, como decía Nietzsche, la de «escribir con sangre»;  desde las entrañas, desde la interioridad más profunda del ser.

    La escritura de Mario da vitalidad, genera ganas de vivir, de digerirse el mundo a pedacitos.

    La estética en perspectiva de fealdad.

    Mario tiene una obsesión con la fealdad de las mujeres que refleja en esta y otras obras, llevando a los personajes que la experimentan hasta el extremo del suicidio. Su forma de abordar el concepto de belleza, recuerda lo abyecto del arte contemporáneo, cuya pretención es la de sublimar aquello que no es humano: lo monstruoso. Así lo evidencia uno de sus desgraciados personajes:

    «Debe dar por sentado que soy una fea absoluta, y que esta correspondencia es mi único trato con un hombre: por eso, porque soy fea sin remedio.»

    Con ello, Mario logra poner en cuestión varios preconceptos que condicionan la forma en que hemos aprendido a ver la belleza.

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