Andrujovich y el Festival del Espíritu Renaciente
«Cuando lleguéis al final de vuestro propio verano, entenderéis que el camino no tiene fin. Dios es Amor, Dios es Petróleo, y también todo lo demás.»
Yuri Andrujovich
Imagen: elya, CC BY-SA 3.0 , vía Wikimedia Commons
Con el ánimo de dar respuesta a la pregunta por la literatura ucraniana, se presenta al escritor ucraniano Yuri Andrujovich mediante la lectura de la entrevista publicada en 2012 por DDOOSS -asociación de amigos del arte y la cultura de Valladolid-:
«En realidad la literatura ucraniana tiene sus propios grandes nombres y no es culpa suya que el mundo apenas los conozca. De Joyce se sabe que era un autor irlandés, aunque escribiera en inglés. Pero el “caso” ucraniano es muy distinto. Considero escritores ucranianos a los que han escrito en ucraniano.»
El grupo asumió la tarea de iniciar la lectura de la novela Recreaciones de este autor, enmarcada en el momento histórico conocido como la Declaración de Independencia de Ucrania en el año 1991, dada su relación con el conflicto actual entre Rusia y Ucrania.
La historia va de cuatros poetas que son invitados al Festival del Espíritu Renaciente para contribuir con la renovación de valores y tradiciones nacionales. Pero, en vez de ello, los escritores resultan siendo un grupo de alcoholicos con problemas personales, grotescos en su forma de ser, hablar y relacionarse, además de influir -como actores y espectadores- en la construcción de una estética de carnaval que va en contravía del discurso oficial de los nacionalismos surgidos en aquel tiempo.
Esta novela reivindica la estética popular propia de la literatura posmoderna que emerge a mediados del siglo XIX, sustentada en la ruptura de grandes enunciados de verdad propios de la época moderna; dando lugar a la idea de que «todos los discursos y todas las verdades son posibles» a través de un híbrido de narrativas y una multiplicidad de voces que rompen los límites del género.
En la poética del carnaval, derivada de lo que el filósofo ruso Mijaíl Bajtín llamó la «cultura de la risa» desde una aproximación grotesca y no satírica, el mundo oficial como antesala de la cuaresma representa la muerte, lo serio, lo severo; por el contrario el carnaval da lugar a la vida, la risa, la carcajada; buscando romper las dinámicas del mundo oficial mediante la representación cómica de aquello que es bien valorado por el sistema.