La receta del autocuidado:

Cuando el juego se convierte en herramienta de sanación colectiva

En una mesa compartida por mujeres de distintos territorios, edades y trayectorias, producto de conversaciones, reflexiones y llamados a la acción, nació un juego que no solo entretiene, sino que transforma. La receta del autocuidado es una creación colectiva que surge del diálogo entre mujeres que trabajan en la gestión social, el acompañamiento comunitario, el cuidado de otras y de sí mismas. Algunas vienen de procesos barriales, otras de bibliotecas, otras de organizaciones sociales, todas llenas de experiencias desde sus distintas vivencias. Ellas traen consigo saberes, preguntas y experiencias que se entretejen y se revelan en un juego. 

Un juego que se inspira en una de las cotidianidades: la receta. En muchas ocasiones, la sociedad nos hace creer que las mujeres parecen tener una receta para todo, y de allí surge tal inspiración. Un juego que propone una exploración simbólica de los ingredientes necesarios para cuidarse: no desde la lógica del consumo, sino desde la escucha, el descanso, la palabra, el silencio, el abrazo, el tiempo propio. Cada jugadora se convierte en una alquimista del cuidado y se mira a sí misma como el eje principal del autocuidado, buscando los elementos que necesita para preparar su receta personal. 

Es un juego colaborativo en donde no hay cabida para la competencia; hay reconocimiento de los saberes y de cada una de ellas. No hay reglas rígidas, hay caminos posibles, como es el día a día, con sus ires y venires y sus infinitas posibilidades. 

El recorrido del juego es guiado por La Sanadora Emocional, una de las figuras principales, representada como una mujer indígena colombiana que orienta desde su sabiduría y la memoria viva de los saberes ancestrales, que en muchas ocasiones y a través de la historia han sido invisibilizados. Su presencia en el juego es un homenaje a las mujeres que cuidan desde lo espiritual, lo comunitario y lo cotidiano. 

Las ideas estaban claras, el objetivo aún más. En el momento en que se hace indispensable y se desea materializar el juego, se acude a los Makerspaces del Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, donde las ideas se escuchan con atención, ayudando a traducir lo abstracto en formas, lo simbólico en materiales, lo emocional en mecánicas de juego. Ha sido una tarea del Makerspace coadyuvar en el proceso de enredar y desenredar ideas, como tantas veces lo hacen las mujeres en su cotidianidad: sostener, hilar, transformar. 

Desde allí, y desde la democratización de las nuevas tecnologías, con herramientas como cortadoras láser, impresoras 3D, materiales de prototipado y conocimientos en diseño , sí, pero también con una disposición para acompañar los procesos comunitarios, aquellos que no siempre se pueden nombrar fácilmente, se ha logrado darle forma a una primera versión del juego. Los Makerspaces son un espacio de cocreación clave para que este juego exista, no como un producto terminado, sino como una experiencia viva, en constante construcción. 

Este juego es más que un producto, mucho más que un prototipo. Es una experiencia que revela cómo el juego puede ser una herramienta de autocuidado, de reflexión, de resistencia y de acompañamiento mutuo entre mujeres. En cada sesión, las mujeres comparten sus vivencias, sus dolores, sus estrategias. Y en ese compartir, se construye una red que sostiene, que acompaña, que transforma. 

¿Jugamos?

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