Finca Las Brisas
Sobre la Calle 9ª Sur se alza a la vista una finca que se conserva fiel al recuerdo de los habitantes del sector, se llama Las Brisas y su ingreso se adorna con la música de aguas de un arroyo que baja de la montaña y corre bajo la portada de adobes rojizos y reja metálica de la entrada.
Ninguno de los entrevistados sabe con certeza quién fue el dueño de la finca hace unos 50 o 60 años, pero el lugar está cubierto de relatos que, por más variados, se unen en el mismo punto: las serpientes pululaban en los terrenos de la finca.
Las versiones
Antes que el gas, la leña fue y sigue siendo un insumo indispensable en las cocinas de las fincas en lugares apartados de las cabeceras urbanas. El Poblado alto era uno de esos lugares y entre las tareas cotidianas se encontraba salir en busca de ramas y troncos secos que pudieran usarse para encender los fogones. La finca Las Brisas era uno de los referentes de la zona en el que abundaba el recurso.
Cuentan que al dueño de la finca le disgustaba que los habitantes cercanos entraran a su predio a buscar leña. Por eso, según dicen, decidió encargar una cantidad de serpientes y liberarlas en la finca para que a los lugareños les diera temor ingresar a buscar leña.
Otra versión indica que la proliferación de serpientes se debe a la maldición que sentenció una ex pareja del dueño de la finca en venganza por haber sido arrojada a la calle sin nada más que lo que llevaba puesto.
De cualquier modo, todas las versiones condujeron a que el sector se ganara el apelativo de El Culebrero, aunque algunos aseguren nunca haber visto una culebra más allá de las deudas que tienen.
En la actualidad, uno de los terrenos de la finca fue utilizado para la construcción del parque Ecopalmas, un mirador al que se ingresa por un empinado camino que oculta la verdadera historia de El Culebrero y algunos relatos relacionados con el oscuro episodio del auge del narcotráfico en la ciudad.