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Lecturas expandidas.

Otras y nuevas formas de leer, escribir y conversar Seminario Abierto del Observatorio

Los verbos siguen intactos: leer, escribir y conversar; lo que cambian son los formatos, las maneras y hasta los lugares. Cambian para agrandar la circunferencia, para desafiar los límites temporales y espaciales, para comprender que no son acciones estáticas; que se transforman, evolucionan y nos permiten afinar y refinar los canales por los que nos conectamos, comunicamos, compartimos y expandimos la creatividad, la imaginación, las ideas, los pensamientos, las acciones. Lo que no cambia es el asombro de aquello que fluye en estos verbos y la incansable verdad de que las palabras, no importa el medio, funcionan.

El Seminario Abierto del Observatorio de marzo estuvo dedicado a las Lecturas expandidas, a las otras y nuevas formas de leer, escribir y conversar. La charla, por primera vez en los cuatro años que llevan estos encuentros, se realizó a través del canal de YouTube del PCLEO. Más de cuarenta personas se conectaron para escuchar la conversación entre el Colectivo Poético Nuevas voces y Proyectos B612, dos organizaciones culturales independientes que trabajan por la promoción de la lectura, la escritura y la oralidad desde una óptica que explora el encuentro entre lo presencial y lo virtual.

Ana María Bustamante y Felipe López, fueron los invitados por parte del Colectivo Poético Nuevas Voces, el cual destaca y difunde el trabajo de los jóvenes poetas de Medellín. Son escuela de poesía, editores de publicaciones independientes en soportes innovadores, grupo de teatro con intervenciones no convencionales en espacios públicos; creadores, promotores, investigadores y divulgadores de literaturas expandidas en formatos sonoros, digitales y visuales, y desarrolladores de videojuegos enfocados en la consciencia ambiental. Uno de sus proyectos más conocidos es Territorio Libro, el cual mezcla la intervención en el espacio público con el grafiti, la poesía y la realidad aumentada en puntos geográficos específicos de nuestra ciudad, se activan textos y sonidos captando la imagen del grafiti con la cámara del teléfono celular o la tableta.  A través de la app Layar que se puede descargar  https://play.google.com/store/apps/details?id=com.voces.territorio

Trueques de libros, clubes de lectura virtuales y presenciales, cursos online, mentorías, difusión de los clásicos de la literatura y actividades manuales, son algunas de las iniciativas con las que Proyectos B612 (https://proyectosb612.com) busca de manera creativa y dinámica fomentar la lectura, ofrecer espacios de encuentros itinerantes en diferentes puntos de la ciudad, democratizar el conocimiento a través de actividades culturales y promover el desarrollo, así como el liderazgo del ser humano a través de la lectura y herramientas de autoconocimiento.

Desde que empezó el confinamiento por el Codavid-19, internet y las TIC han tomado más relevancia para comunicarnos, buscar, intercambiar y trasmitir conocimiento. Un hecho trascendental para Andreína y Adriana, las creadoras de Proyectos B612 e invitadas a este encuentro, dos venezolanas amantes de la literatura, que desde hace dos años se han enfocado en proyectos y servicios de LEO online. “Precisamente porque hemos visto que el público ha cambiado y porque tenemos muchas cosas qué decir a través de la virtualidad, pero lo hacemos desde una promoción de lectura que quiere acercarse al ciudadano, al lector de a pie”, cuenta Andriana Viera-Lara, licenciada en literatura. Por estos días, además de abrir más grupos de clubes de lectura y dar clases magistrales sobre los clásicos de la literatura, lanzaron la campaña: Cartas desde el encierro. Una idea que busca que la gente cuente lo que está viviendo, haciendo y pensando desde sus casas, cartas que luego leen en voz alta por las redes sociales de B12.  

Las formas en las que leemos, escribimos y conversamos están en constante y rápida transformación. La comunicación por internet ha perdido su carácter pasivo de emisor y receptor; ahora todos cumplimos ambos roles. Se hace apremiante, en los procesos formales e informales de promoción de LEO, conocer las herramientas tecnológicas, manejarlas y comprenderlas, pero también un adecuado relacionamiento con los diversos contextos a los que nos lleva la información y un afinamiento del criterio, tanto para quien bucea por estos medios buscando encontrarse con algo como para quien desea compartir con otros. 

Una de las reflexiones de la charla se fijó en la labor de los mediadores de LEO, los invitados estaban de acuerdo en el reto de la adaptabilidad a los cambios, en cómo deben ponerse al día con el uso de dichas herramientas, pero también en cómo formarse en la acertada dirección de lo que esperan activar, circular y comunicar. Nunca antes debimos pensar tan profundamente el rol de un mediador y las necesidades formativas a las que se enfrenta; la forma como construye conocimiento, el contenido de aquello que divulga, las metodologías con las cuales enseña, las nuevas habilidades que debe efectuar para el uso crítico y responsable de la información y la capacidad para responder, sostener y alimentar esos diálogos que surgen en el ciberespacio que, cada vez más, amplía y complejiza los conceptos de la lectura, la escritura y la oralidad.  

La misión de Adriana, dice, es la mediación para enamorar a las personas de los libros. Y aunque ella suele leer en papel, desde que empezaron a surgir los teléfonos inteligentes, las tablets, los ebooks, los audiolibros, las redes sociales, las plataformas de audio y de video, entendió que no eran una amenaza a sus métodos conocidos sino una oportunidad para desaprender, ponerse al día y empezar a migrar paulatinamente hacia lo virtual. Desde entonces ya se preguntaba: “qué pasaría si no tengo el libro aquí, si no puedo reunirme con mi club de lectura, qué herramientas tengo para comunicarme con los lectores. Yo no soy una millennial, no nací con una tableta debajo del brazo, pero comprendí que es importantísimo que nos empapemos de las tecnologías, que les perdamos miedo. Hoy llegamos a un punto en que ya nos es voluntario, el paso lo tienes que dar, prácticamente estás obligando a mirar la tecnología y tenerla como un instrumento para trasmitir conocimiento. Yo ya llevo dos años, de los 25 que soy promotora de lectura, dando clases de promoción de lectura de manera on-line”.

 

Según Zózima González Martino, de IBECIENCIA, Uruguay (https://www.oei.es/historico/divulgacioncientifica/?Las-redes-sociales-y-la-necesidad-de-construir-ciudadania-digital): 

“La irrupción de las tecnologías digitales ha contribuido a la formación de importantes redes sociales en Internet, verdaderas comunidades virtuales que permiten a diversos individuos y grupos relacionarse e interactuar socialmente dentro de un sistema común”. Para Ana María Bustamante, poeta, socióloga e integrante de Nuevas voces, su trabajo confirma la citada reflexión. La digitalización, dice, debe caminar hacia democratizar la participación. En el caso de la literatura, explica, “ya no es un asunto de pocos ni un reducido disfrute de lo estético, es también la posibilidad de que otros se vinculen, creen y muestren lo que están haciendo y pierdan ese temor, rompan esa pequeña burbuja que se genera, por ejemplo, en esos primeros ejercicios de escritura”. Esta es la razón por la que el colectivo tiene un objetivo muy claro en el compartir, para ellos es fundamental que los procesos formativos o las campañas de contenidos en redes sociales le permitan a la gente emerger su voz, mostrar su rostro, salir de su propio encierro, que le den vía libre a sus capacidades creativas y comunicacionales. 

 Esos cambios que ha traído la virtualidad también pueden ser muy abrumadores. No se trata de obligarse a usar y conocer todas las herramientas, sino de aprender a servirse de esa amplia oferta y para esto hay que tener filtro. Dice Andreina Bolívar de B612, ingeniera química dedicada a la mediación de lectura y al área de desarrollo personal, que “uno tiene qué conocerse para saber a cuál forma se ajusta, es decir, saber ir hacia adentro para escuchar qué es lo que queremos encontrar, para no arrojarse sin rumbo a la cantidad de información que hay en las redes”.

 La labor aplicada y constante que viene haciendo B612 en redes sociales las ha convertido en un referente para muchas personas que están ávidas de conocimiento, de interacción con otros lectores, pero que no saben por dónde ni cómo empezar. Esto, advierten, puede causar mucha frustración; saben que una de sus misiones más importantes es dar respuestas que les permita a esos usuarios hacerse un camino más estable y tranquilo. 

 Y esa, precisamente, es otra característica de las lecturas expandidas, muchas personas elijen qué leer por las recomendaciones, comentarios, análisis que encuentran en grupos o comunidades dinamizadoras de lectura. De ahí la importancia que pueden alcanzar los contenidos y valorización de obras y autores de parte influencersbooktubers y conductores de clubes de lectura virtuales. 

 “La gente me escribe: ‘en este momento me cuesta mucho leer porque en mi casa estamos todos juntos, hay ruido permanente …, empiezo un libro y no logro seguir’. Y yo les digo: ¿por qué no acudir a los audiolibros, a los podcasts? Cada uno debe buscar con qué se está conectado, si con el oído o si con la imagen, con qué texto puede engancharse mejor, si con una novela gráfica, con libro ilustrado… Incluso, cuando hay bloqueo, yo creo que uno puede reconectarse con esas primeras maneras en las que empezó a leer, con los libros infantiles, por ejemplo”, comenta Adriana. 

 La virtualidad ha permitido que la lectura sea cada vez más participativa. Un lector moderno puede desde hacer un comentario a algún texto publicado en un blog, foro, red social o una noticia, hasta cambiar el rumbo de una obra en pleno proceso creativo.  La lectura digital se ha expandido de la hipertextualidad hacia propuestas más experimentales que posibilitan nuevas actividades sociales y creativas; como es el caso de las redes sociales, donde los lectores sobrepasan el rol de consumidor y son participantes activos, críticos, proveedores de nuevos argumentos y contenidos. 

 Esas propuestas emergentes de interacción en línea son cada vez más revolucionarias. Están los ebooks, sí, y los audiolibros, los cuales siguen preservando la obra original, cambiando solo el soporte, pero las posibilidades de leer se han desplegado tan asombrosamente que ahora encontramos libros animados, narrativas con realidad aumentada, transmediáticas, videojuegos y cibertextos en los que los lectores pueden modificar el curso de una historia. 

 Felipe López, poeta, promotor cultural y director de Nuevas Voces lleva varios años explorando estas narrativas más avanzadas, pero cree que alcanzan su valor cuando están conectadas con la realidad, con la cotidianidad, con la casa, con el barrio. Él piensa que el grafiti, por ejemplo, es una forma de lectura y oralidad que puede conectar a la gente con otros lenguajes, como la poesía o la música, especialmente a los más jóvenes. Esa relación entre lo virtual y lo físico, explica, es lo que potencia a las nuevas formas de LEO: el trabajo en red, la conexión con otros creadores y líneas artísticas, la posibilidad de amplificar un mensaje a partir de la capacidad creativa de distintos artistas o lectores que pueden estar en lugares diferentes. “Sí, es primordial la capacitación de los promotores de lectura y los educadores en esas herramientas. Pero es todavía más importante elegir y producir buenos contenidos, que sean de calidad y logren enlazar distintas voces”. 

 Aunque el trabajo de este colectivo está enfocado principalmente en la divulgación de LEO por medios digitales, también reflexionan sobre cómo enfrentar el bombardeo de información que produce la virtualidad; reiteran que los contenidos deben ser más reflexivos y estimular la creación y no la pasividad, que, incluso, dice Ana María, “nos ayuden a sanar mentalmente y que nos conecten también con otras expresiones artísticas que no dependan de esta digitalización”. 

 Para concluir la charla de un tema que está en pleno campo de desarrollo, los invitados creen que también hay que aprender a desconectarse, darle espacio al silencio, a la respiración consciente, a las rutinas y pequeños rituales cotidianos que nos permitan enfrentar de una manera más sosegada el día a día.  Lo digital debe ayudarnos a ampliar lo que entendemos por leer, escribir y conversar, no debe saturarnos ni desorientarnos. Por eso, concluyen, no hay que darle una importancia absoluta a la virtualidad, pero sí se debe encontrar el equilibrio en la medida que nos adaptamos a esa transformación, y no sacrificar nunca el contenido, su sentido y objetivo, por el destello de las formas; no olvidemos que virtual o no, la lectura siempre ha sido un medio para la expansión del mundo personal. 

Si quieres revivir la conversación de este Seminario Abierto del Observatorio, puedes hacerlo aquí: 

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