Patricia Nieto nos cuenta su experiencia documentado el relato testimonial
La periodista Patricia Nieto y la bibliotecóloga Carolina Lema conversaron sobre la experiencia de documentar y divulgar el relato testimonial; reflexionaron acerca de la utilidad de ese ejercicio para la memoria política, del sentido de poner a circular esas voces y del lugar que tiene el fomento de lectura de esos relatos para motivar un cambio en los lectores.
Escribir la voz es una metáfora a la que hemos acudido en el colaboratorio para describir un proceso más complejo que no obedece a la inmediatez de una declaración que se registra y publica con el fin de comunicar un hecho noticioso. “El testimonio no puede ser un ejercicio inmediatista”, reafirma Patricia Nieto.
La cronista colombiana ha dedicado gran parte de su trabajo periodístico a contar las historias de las víctimas del desplazamiento forzado, la desaparición forzada, el asesinato, la expropiación de tierras y la destrucción de los pueblos. Sus obras logran conmovernos y cuestionarnos con la finura poética de una avezada escritora.
Patricia ha sido pionera en los ejercicios de memoria histórica que se han hecho en la ciudad con recursos públicos, que dieron lugar a la serie de libros de testimonios con víctimas de la violencia en Colombia: Jamás olvidaré su nombre (2006), El cielo no me abandona (2007) y Donde pisé aún crece la hierba (2010); otras de sus obras más reconocidas son Llanto en el Paraíso. Crónicas de la guerra en Colombia (2008), Los escogidos (2012) y Crónicas del paraíso (2022).
Su experiencia escuchando testimonios le ha permitido comprender que las personas “hacen del relato oral una reflexión sobre su vida”. Ella explica ese proceso como un pacto de confianza, un tejido sensible, delicado, en el que los roles de quienes escuchan y narran, “zurciendo el testimonio”, tienden a intercalarse.
“El periodista debe tener un interés genuino por recoger el relato, por saber qué le pasó a esa persona, cómo la afectó el suceso y, por supuesto, cómo lo vuelve oralidad”, dice. La forma como capta el relato, lo interpreta, edita y presenta es un trabajo de percepción determinante en el efecto que tendrá en lectores o escuchas. Patricia explica que se requiere generosidad para recibir y mucha honestidad y compromiso para responder: ¿Qué hacer con ese relato?
No solo escucha el oído. Lo hacen todos los sentidos, “como si el cuerpo fuera un gran oído escuchándose a sí mismo y a todo lo que lo rodea. Hay que poner todo el cuerpo en la mejor disposición posible no solo para captar la conversación oral sino la otra conversación, la que no se escucha, pero se siente”.
Esa disposición es inseparable de su trabajo de campo. En Los escogidos, libro en el cual aparecen como vórtice la fe católica y rituales como la adopción y consagración de tumbas de N.N. rescatados del río Magdalena, Patricia puso en práctica su consejo fundamental para “conocer un poquito al otro”, y luego contar su historia: “hay que dejar los prejuicios a un lado, saber que el otro tiene su propia estructura de pensamiento, su moral, sus cánones éticos; hay que apreciar esa diferencia y no juzgarla. No tener un marco preconcebido”.
Acercarse a esa diferencia aporta claves políticas para configurar de una manera más amplia la memoria colectiva. Esa palabra tan citada, además de significar registro, también es acción, dice Patricia. En el caso del relato testimonial, la memoria sucede a través de nuestra escucha y reacción ante el relato. “Todo eso —agrega— hace que la memoria no yazca en unas páginas, sino que aparezca cuando es leída, cuando es puesta en común”.
Al final de la charla, Carolina Lema le pide a Patricia su opinión sobre rol de los promotores de lectura en la divulgación de esa memoria política, “¿cómo trascender lo estético?”. La respuesta es llana y honda como su escritura: haciendo que esas lecturas provoquen la reflexión acerca de lo que significa la dignidad humana, “para que esas historias no ocurran y por lo tanto no haya que contarlas”. Promotores de lectura, escritores, lectores, dice Patricia, deben preguntarse: “¿Qué hago con esa experiencia que me produjo la literatura? ¿qué hago con esa belleza?”.
Escucha la charla completa: