Una profesional en restauración-conservación de la BPP nos da una serie de recomendaciones básicas para preservar las fotos de tus archivos personales
En la nevera azul de la Biblioteca Pública Piloto los profesionales en restauración y conservación hacen todo lo posible por alargar la vida de los archivos fotográficos. Es una labor tan extremadamente delicada y metódica como silenciosa, asombrosa y hasta incomprendida, sucede en un cuarto amplio a puerta cerrada, entre los 16° y los 19° de temperatura, y en medio una oscuridad de medianoche.
Pocos podrán decir que han visto lo que hay allí dentro, escondido tras la doble oscuridad impuesta por las telas que cubren decenas de archivadores metálicos. Son alrededor de 1.700.000 de fotografías en formatos tan antiguos como daguerrotipos y fotos en papel salado, de mediados del siglo XIX, hasta los formatos digitales de los últimos años.
En el 2012 la UNESCO declaró este archivo: “Registro regional de la Memoria del Mundo para América Latina y el Caribe”; tan importante que permanece clausurado, abriéndose solo por razones muy justificadas. Debido a las restricciones, otra de las labores fundamentales se emprende allí es la de digitalizar y divulgar lo que el archivo contiene. Motor de búsqueda de imágenes
Silencio, frío, penumbra y concentración absoluta no es una experiencia que atraiga a mucha gente. María Alejandra Garavito es una de esas pocas personas que pueden entrar a la nevera azul, es conservadora-restauradora de las colecciones patrimoniales de la BPP, y su labor le agrada tanto como al alpinista conquistar alturas.
Le gusta la idea de que, en esa cámara oscura, ubicada en el segundo piso de la Torre de la Memoria, se luche con todas las fuerzas que puede el control de las condiciones ambientales y lumínicas, más la silente tarea de preservación y restauración, contra los ataques biológicos: hongos, manchas, humedad… Lo suyo es posponer el paso del tiempo.
Estudió Conservación y restauración Bienes Culturales Muebles en la Universidad Externado de Colombia, la única institución del país que ofrece esa carrera. Y aun así se ve obligada a traducir lo que eso significa.
Fue una niña que quiso llegar a la luna o curar enfermos, pero también le gustaba reparar las pequeñas esculturas y porcelanas que había en casa. Su padre se fijaba en eso. Cuando llegó el momento en el que debía definir qué carrera estudiar, él le propuso restauración de arte. Ella eligió medicina, porque… ¿restauradora?
Después de trasegar dos años con medicina, supo que lo suyo, como lo previó el padre, era restaurar cosas. Restaurar, finalmente, es: “volver a poner una cosa en el estado o circunstancia en que se encontraba antes” (RAE), nada lejos de la idea de curar, que es lo que se espera de un médico.
Para hacerlo más simple, explica que es doctora del arte. Una doctora que además de curar casos en los que pareciera que el destino es el cubo de la basura, se dedica a prevenir enfermedades, porque los archivos también enferman, sí, están tan vivos como nosotros.
Tal cual como les pasa a los médicos, le consultan constantemente qué hacer con la antiquísima foto en sepia de la abuela a la que le salió una mancha, cómo cuidar las fotografías de los grados que se están poniendo amarillas, cómo conservar un microfilm, una instantánea… Y es las fotos que tenemos en casa, cada vez más raras frente a los formatos modernos, son el acervo un patrimonio íntimo que precisa de cuidados simples que podemos darles con pocos materiales; por eso, María Alejandra nos ha dejado una serie de recomendaciones para que preservemos estos archivos personales durante muchos años más.
- Procura hacer la organización de tu archivo fotográfico, puede ser por temas y años, eso te permitirá clasificarlas y saber qué tienes en él.
- Revísalas minuciosamente para ver si tienen algún tipo de manchas. Ten en cuenta que no todas las manchas se relacionan con hongos, hay manchas por humedad o por residuos químicos que quedaron al momento de hacer el revelado.
- En las fotografías los hongos generan unas manchas de diferentes coloraciones: rosadas; verdes-negras; blanquesinas; en ocasiones amarillosas. Esto depende del tipo de hongo que esté atacando tus fotos. Si observas o tienes sospecha de ello, lo mejor es separar las fotografías que se vean afectadas y ponerlas en una especie de cuarentena dentro de un sobre blanco. Nunca las pongas en bolsas plásticas, porque eso crearía el ambiente propicio para el crecimiento de más hongos.
- Los insectos también pueden comerse las fotografías, generalmente se nota cuando ves orificios o “caminitos” en el material. Debes separar estas fotografías del resto para evitar que los insectos se coman todo tu archivo.
- Si notas la presencia de hongos o instectos en tus fotografías, es importante, primero, limpiar el espacio con una aspiradora y revisar si el mueble donde están guardadas presenta los mismos signos. Luego, con alcohol al 70% (el conocido alcohol antiséptico) y una bayetilla blanca, debes limpiar todo el mueble. Busca un Conservador-Restaurador de Bienes Muebles que sea especialista en material fotográfico para que realice el tratamiento que requieren estos casos. Nunca intentes hacerlo tú a partir de tutoriales, es mejor dejarselo a los porfesionales idóneos, ellos saben lo que hacen.
- Hazles una limpieza básica anualmente. Pon la foto encima de una hoja blanca y límpialas, solo por el reverso de la imagen, con una brocha de cerdas finas, que debes tener solo para este fin, o una perilla de aire (los fotógrafos las usan para limpiar el interior de las cámaras fotográficas).
- Para conservarlas de la humedad y la luz, almacena cada foto en un sobre de cuatro aletas elaborado en papel preferiblemente libre de ácido, pero si no consigues, utiliza papel bond blanco (no debes usar el papel reciclado de la oficina/casa), y archívalas en una caja plástica. Recuerda que el sobre no debe tener ningun tipo de peganto o cinta adhesiva. Pon bolsitas de silica gel dentro de las cajas (las que vienen con los zapatos o dentro de bolsos/maletas), esto permitirá controlar la humedad al interior.
- Evita guardarlas en cajas cartón corrugado, ya que son muy ácidas. La acidez del cartón reacciona con los materiales de las fotografías y genera cambios a nivel químico que con el tiempo dañan tus fotos. Así mismo los materiales ácidos son el alimento perfecto para el crecimiento de hongos. Elige, en cambio, cajas plásticas de polipropileno (PP #5 o de carton plast) o metálicas que sean inoxidables.
- Haz una copia digital de tus fotografías a una resolución mínimo de 300ppp y guardalas en extensión TIFF que es el formato digital que se utiliza para preservar, pero no votes el archivo original, este será siempre el soporte principal. Recuerda que lo digital también está sometido a la obsolescencia y caducidad.
- En caso de que quieras guardarlas en albúmenes fotográficos lo más recomendable es hacerlo con materiales que esten certificados como libres de ácido, los que venden en el mercado tienen materiales que no son durables y que con el tiempo también se deterioran.
- Si tiene las fotos en esos viejos álbumes que venían con adhesivo, mejor no la despegues porque te arriesgas a dañar el material; más bien, almacena el álbum en un espacio seco y ventilado, donde la humedad y la temperatura la afecten lo menos posible.
- Los espacios más indicados para guardar las cajas archivadoras o albúmenes son los armarios plásticos o metálicos, no se recomienda guardarlos en armarios o cajones de madera, ya que estos, al ser de un material poroso y orgánico, atraen microorganismos que pueden acelerar el proceso de descomposición de las fotografías.
- Haz un inventario y describe lo que tienes almacenado. Saber qué tenemos en nuestro archivo personal fotográfico es uno de los procesos de conservación más necesarios, nos permite saber cómo hay que cuidarlos, ser conscientes del tipo de archivo que tenemos y valorarlo. No tiene sentido almacenar si no sabemos qué es lo que guardamos y qué podemos hacer con ello. La conservación no es útil per se, si desconocemos lo que “conservamos”.