Final de temporada. Recomendado literario
Por Ana María Tobón
“El 24 de septiembre de 1977, Seishin Kotaro se encontraba entre la audiencia que escuchaba el discruso escrito por Philip K. Dick para la convención de ciencia ficción. El futuro director de cine fue uno de los que cayó hipnotizado con los delirantes postulados de Dick. Bajo el título Si creen que este mundo es malo, deberían ver algunos de los otros, el autor de El hombre del castillo, aseguraba tener conciencia de otra vida, pero no una pasada, como describen quienes han atravesado una experiencia psíquica semejante, sino una vida alternativa que sucede en el presente , en otro plano de la realidad (…) Kotaro no dejaba de mencionar que lo más importante para él había sido comprender el modo en que Pilip K. Dick usaba la creación como vehículo para transformarse a esos mundos alternativos de los que hablaba. En esencia, Kotaro quiso hacer eso mismo, pero con la cámara. La prolífica obra que Seishin Kotaro construyó entre las décadas de los 80 y 90 dan fe de la consagración monástica con la que se dedicó a cumplir este propósito. Aunque el hermético círculo de la crítica internacional tiene sus películas, series y documentales confinados al submundo de la serie B y el exploitation, una significativa camada de autores de cómic y escritores pulp ha logrado que sus obras más importantes circulen en foros y comunidades de transferencia de archivos (…) Kotaro tenía 41 años cuando se colgó en el ciruelo de su jardín, en octubre de 1998. No estaba casado ni dejó dependencia. Gracias a la interconexión global del mundo actual, uno sobre el que Kotaro especuló acertadamente, puede accederse con facilidad a la totalidad de su obra, y rastreando el quehacer de sus seguidores ocultos en la deep web, también es posible dar con rarezas como con las que me encontré hace más de un año y que son la semilla fundacional de este libro. Navegando en uno de esos foros recibí la invitación a participar en una subasta cerrada que se llevaría a cabo de manera virtual. El lote de la subasta contenía dibujos, copias firmadas de las películas de Kotaro y algunos cuadernos que por alguna extraña razón fueron a parar al mercado negro. Los cuadernos llamaron poderosamente mi atención y fui el competidor más feroz en la puja que me permitió obtener tan solo uno, por una suma en bitcoins cuya suma prefiero omitir (…)”
Fragmento de El cuaderno de Seishin Kotaro, a modo de prefacio.
Final de temporada es el primer libro de cuentos de Diego Agudelo Gómez; con ellos, el autor nos lleva por la vida Kotaro que, a su vez, es reconstruida por el cuaderno que ese aficionado encontró en internet. Los diez cuentos, más el epílogo y la nota final, son narraciones que no tienen una estructura clásica del cuento. Algunos, por ejemplo, se asemejan a la escritura del ensayo: son cuentos, pero quizás no; son ensayos, pero a lo mejor tampoco. También están presentes la poesía, la ilustración, que cuenta historias por sí sola, y los pie de página –que muy al estilo El beso de la mujer araña de Puig–, son otra historia dentro de la historia… En las narraciones se desdibujan los límites entre un género y otro, pero la forma como las historias transitan componen una lectura fluida y, cuando menos se piensa, ya están cerca las páginas finales.
“ (…) Algo más fuerte de la furia arde dentro del lobo. Algo que no lo deja entregarse al cansancio. En cambio, refuerza su sagacidad, le permite adivinar la trayectoria de las liebres, incluso visualizar el entramado de su huida: uniforme, continuo, el mismo siempre. Así que las engaña. Corre tras ellas y falla sus dentelladas con premeditación, arrastrándolas hasta la emboscada que le permite atenazar con sus dientes a la primera. Una honda satisfacción lo invade, pero solo un instante, porque la liebre que acaba de atrapar chisporrotea entre sus fauces, le hace daño. El lobo la suelta confundido. A su olfato llega el mismo olor que deja en los árboles el golpe de un rayo. Tras la piel de la liebre parpadean minúsculos relámpagos. El lobo olfatea con temor el cuerpo inmóvil. No hay sangre saliendo de la liebre. Solo humo. Entonces, nuevamente lo envuelve una furia que lo hace lanzar dentelladas. Despoja a la liebre muerta de la piel. No encuentra carne. Solo huesos de metal y cartílagos de alambre, y pistones en el lugar de las articulaciones y circuitos afilados en el lugar de las entrañas. El lobo despedaza la maquinaria de la liebre sin reparar los daños que le abren en el hocico. A su lado corren las demás y él corre tras ellas, dejando en su carrera el rastro de su propia sangre. Las atrapa, cada vez con mayor pericia. Y las liebres explotan en su hocico, una a una, chispean, averiadas por la presión que ejerce el lobo con sus mandíbulas.
En el cuarto de control, la alarma se ha disparado hace rato, pero los ingenieros solo observan. Dejan que el lobo finalice su asalto. Habían desactivado a los demás animales para despejarle el camino. Solo dejaron encendidas a las liebres y ahora ven cómo desaparece la señal de cada una en el mapa de la pantalla (…)”
Fragmento de Liebres de silicio.
Estos cuentos de ciencia ficción se enmarcan en un mundo verosímil y están llenos de realismo. Cada detalle, personaje o escena, que expanden el universo de las historias, es fiel a esa “realidad” creada por el autor, que, en cada capítulo, demuestra que conoce muy bien las técnicas de la escritura.
Final de temporada es un libro de una riqueza visual exquisita. Las ilustraciones de Juan David Quintero le aportan a la narrativa, porque cuentan la historia dentro de la historia que el dueño del cuaderno y seguidor de Kotaro nos está contando. Las palabras y las ilustraciones se complementan: crean un juego entre la imagen y la historia que forman una especie de ilusión óptica entre estos elementos.
Ilustraciones de Juan David Quintero, tomadas del libro Final de Temporada.
Memoria del futuro
en el trono del ciruelo
de mi patio
persisten
todavía
las huellas que dejó
la espada de mi antepasado
cada mañana acudo
puntual
bajo su sombra
acaricio sus cicatrices
la primavera que trae
un regalo de flores rojas
me deja leer en sus manchas
vidas segadas
reverberando
a través
de los tiempos
mis abuelos las cantaban
con el orgullo de los ciegos
yo las siento
como tajos nacientes
cuando paso mis dedos
por las hendiduras
la mayoría de las noches
esas sonrisas oscuras
dibujadas sobre la madera
hogar provisional de
hormigas sin colonia
mutilan la continuidad de mis
sueños
siembran en mi
memoria del futuro
la semilla de una soga
tensada al amanecer
Con Final de temporada, Diego Agudelo fue ganador de un Estímulos a la Creación para el Fomento del Arte y la Cultura de la Alcaldía de Medellín en 2019. El libro fue publicado por la editorial Tragaluz en 2021 y ya se encuentra en bibliotecas públicas y en librerías.
Sobre el autor
Diego Agudelo Gómez es periodista, creció buscando en las bibliotecas de los distintos barrios en los que vivió porque solo allí podía encontrar, sin tener que pagar, libros, juegos de mesa y televisión. Escribe semanalmente en un periódico sobre series y desde hace más de diez años colabora con la revista de cine Kinetoscopio, cuyo editor suele encargarle reseñas de películas casi imposibles de rastrear en internet. La colección de esas pesquisas y otras jornadas de sabueso le ayudaron a reunir el material para componer Final de temporada.