Esta serie pictórica propone congelar el tiempo e invitarnos a encontrar detalles en lo cotidiano, admirarnos con las escenas, personas y situaciones, la diversidad que nos rodea entre el agite y el caos de la ciudad.

Estas obras nacieron de una pregunta que me hice durante uno de mis viajes en el metro ¿Quiénes son estas personas con las que comparto un lugar en el espacio? Muchas de estas parecían estar atrapadas en un viaje sin fin, y otros llegaban a mí como seres autómatas que solo rellenaban el paisaje, quise entonces realizar un ejercicio de observación que me acercara a estos personajes anónimos, tomando fotografías de ellos en el entorno público e inmortalizar este instante con ellos para privatizarlo en el lienzo pictórico.

Utilizo cabello humano desechado superponiéndolo en el lienzo junto al óleo, para generar una sensación de ruido, este es un residuo que captura la presencia de diversas personas en un solo espacio, y refuerza la idea de simultaneidad, la sensación de estar de paso, ese instante que me interesa capturar.

Me llama la atención ese “acercamiento” a los demás mediante las lecturas que hacemos sobre sus expresiones, sobre sus gestos y apariencia, esas historias que suscitan al observarlos; me interesa cuestionar las preconcepciones y celebrar la autenticidad de cada individuo, la diversidad que coexiste a nuestro alrededor.