Valentina Toro Gutiérrez es escritora e ilustradora de la ciudad de Medellín, es Diseñadora Gráfica y Magíster en Escrituras Creativas. Ha enfocado su trabajo en la ilustración de libros infantiles y, al día de hoy, ha publicado tres cuentos y dos novelas para niños: El pájaro de Ébano (2016) y Los niños imaginarios (2017).

Se ha pasado la mayor parte de su vida leyendo, escribiendo y dibujando. Los momentos de silencio han sido los más valiosos para cultivar su imaginación, plasmar sus letras y figuras.

En el Plan Ciudadano de Lectura, Escritura y Oralidad buscamos acercar las palabras a las personas, enriquecer las conversaciones y entender, sobre todo, que leer, escribir y conversar no son asuntos de esferas elevadas. Es en el día a día, en esos momentos de cotidianidad en los que, como Valentina lo dice, se encuentran las más maravillosas historias.

Conversamos con ella y esto fue lo que nos dijo:

¿Cómo fue tu acercamiento a la literatura?

Desde siempre los libros han sido importantes en mi casa. Cuando estaba pequeña mi papá me leía por las noches o me contaba historias cuando íbamos en el carro y luego me mostraba los libros de dónde venían esas historias. Mis abuelos también tenían una gran biblioteca y, cuando me quedaba por las tardes en su casa, me dejaban leer lo que yo quisiera. No me gustaba mucho ver televisión y nunca fui muy amiga de las actividades al aire libre, entonces mis pasatiempos estaban en los libros y el dibujo.

¿Qué libros son indispensables para ti?

Para mí es difícil hacer una lista de mis favoritos. Creo que los libros van y vienen, como los amigos, y están en ciertos momentos de la vida o se pierden por mucho tiempo antes de regresar. Puedo decir con seguridad que los libros que me acompañan siempre son Alicia en el País de las Maravillas (Lewis Carroll), Bestiario (Julio Cortázar), El océano al final del camino (Neil Gaiman) y los cuentos completos de Roald Dahl.

¿Cuándo empezaste a escribir y qué te motivó a hacerlo?

No tengo un recuerdo exacto de cuándo empecé a escribir. Desde siempre me gustó contarme historias a mí misma, escritas o dibujadas, o una mezcla de las dos. En el colegio tenía problemas a veces porque la mitad de cada cuaderno la usaba exclusivamente para escribir historias, hacer esbozos de personajes, mapas, etc. Casi nunca las terminaba, porque cuando iba en la mitad de una ya estaba pensando en otra diferente.

Valentina Toro Gutiérrez - 2016

¿Cómo empoderamos más a las personas a hablar, leer, escribir, expresarse?

Creo que, cuando somos niños, todos tenemos una inclinación natural a contar historias. Pasa lo mismo con el dibujo. Todos los niños, hasta cierta edad, dibujan. Pero a medida que crecemos nos llenamos de miedo. Creo que gran parte del problema se debe al enfoque que se da en la academia a la literatura. Se nos ha puesto como un ideal lejano, como si todos los escritores hubieran nacido escritores y todos los lectores hubieran nacido lectores. Hay miedos que paralizan, como, por ejemplo, que nos juzguen si tenemos letra fea, si cometemos una falta de ortografía, si leemos algo diferente a lo que está en el canon. Miedos que no nos dejan ni siquiera pensar en lo que queremos decir, porque el acto mismo de leer y escribir está condicionado. Hay que permitirnos leer y escribir con más libertad, sin la presión de alcanzar un objetivo, una calificación, un estatus, sino simplemente por el placer que produce el expresarnos.

¿Qué les dirías a los jóvenes o adultos que piensan que la lectura es aburrida?

Les diría que hay lecturas aburridas. Pero que también hay muchísimas que no lo son. La lectura no es una competencia de quién lee más o quién lee mejor. Es importante saber qué nos gusta y qué no, tener el valor de cerrar un libro cuando no nos satisface y seguir buscando. Borges lo dijo alguna vez: “La lectura no debe ser obligatoria. El placer no es obligatorio. El placer es algo buscado. La lectura debe ser una forma de la felicidad.”