Entretejidos y conversaciones

Aunque existen muchos lugares a los que una persona podría ir para estar en casa, las mujeres del barrio, no ajenas a la necesidad de compartir, encuentran en la biblioteca Fernando Gómez Martínez un espacio para el sentir a través de la lectura y el tejido.

Así, lo que históricamente significó para la mujer unos pocos encuentros esporádicos con otras, para bordar camisas, manteles, o incluso coser ropas para sus hijos y esposo, se fue resignificando y tomó un camino muy distinto. Ahora las tardes estaban acompañadas por una pequeña merienda, y muchas conversaciones sin pelos en la lengua, estas podían variar en temáticas, hablaban sobre sus vidas, sus disgustos y sus placeres. Esta juntanza ya no fue más solo un lugar al que fueron relegadas por no tener una participación en la política o en la vida pública, sino que era su lugar y desde allí pudieron posicionar sus sentires y pensamientos, darles la importancia suficiente para encontrarse en los relatos de otras y hacer introspecciones que las llevaran a fuertes cuestionamientos.

Esta transformación se gestó como una nueva iniciativa de autonomía en las mujeres, se pasó de estar controlada por una imposición de la cultura tradicionalista a una nueva mirada que las hace reconocerse y, ahora, al sumarse también un espacio para la lectura, la escritura y la oralidad, se amplían aún más las posibilidades que permiten una construcción colectiva de saberes, teniendo en cuenta que, a partir de las propias experiencias, se ha ido fortaleciendo su pensamiento crítico.
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