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Recomendado literario / Junio

Recomendado literario / Junio Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes Autores: Elena Favilli y Francesca Cavallo Signatura: I 920.72 F274c     Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes es una recopilación de historias recreadas por Elena Favilli y Francesca Cavallo. Juntas reinventan las historias de hadas con historias reales de mujeres reales de la historia y la actualidad que se han atrevido a ser diferentes. Son historias de niñas y jóvenes que siguieron sus sueños en todos los ámbitos como la ciencia, la investigación, el deporte, la enseñanza, entre otros. Destacan figuras reconocidas como Marie Curie, Frida Kahlo, Serena Williams, entre otras que tal vez desconozcamos y cuyas historias pueden ser la oportunidad para indagar más sobre la vida de estas mujeres asombrosas. La publicación está acompañada de diversas y hermosas ilustraciones, datos históricos y algunas frases pronunciadas por sus protagonistas. Un libro de fácil lectura para grandes y chicos que seguramente te sorprenderá.   Por Ferney Román / Gestor de fomento de lectura Estos cuentos también te pueden interesar: Cuentos para niños que se duermen enseguida / Pinto & Chinto Cuento de noche / textos de Roberto Aliaga ; ilustraciones de Sonja Wimmer Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes 2 / Elena Favilli, Francesca Cavallo Cuentos y arrullos del folclor indígena y campesino colombiano / ilustradora Amalia Low

Recomendado literario / Mayo

Recomendado literario / Mayo  La Biblioteca Pública de Santa Elena trae para ti el siguiente recomendado: Lo que no tiene nombre es un libro cargado de tristeza y dolor que pone de manifiesto los sentimientos de impotencia de una madre que no encuentra palabras para nombrar la pérdida de su hijo.Daniel, a sus 19 años tiene un severo problema de acné, por lo que se ve obligado a tomar un fuerte medicamento cuyas contraindicaciones incluyen: depresión e intentos de suicidio, desde ese momento Daniel no vuelve a ser el mismo, su comportamiento cambia y su alegría se esfuma.Su madre intenta encontrar respuestas a lo que le está sucediendo, por lo que recurre a múltiples profesionales de la salud y soló uno logró dar un diagnóstico efectivo y estabilizarlo mediante fármacos y psicoanálisis, cuando Daniel pareció recuperado, optó por irse a realizar una maestría al extranjero, allí lejos de su familia, con la presión de estar estudiando una carrera “en decadencia” y sin la observación médica adecuada Daniel encuentra su trágico final.Lo que no tiene nombre de Piedad Bonnett, es una historia autobiográfica que permite entrever el intenso dolor y vacío que deja la muerte de un hijo. Sobre la autora Piedad Bonnett    Poeta, novelista, dramaturga y crítica literaria colombiana, licenciada en filosofía y letras de la universidad de los Andes.  Ha publicado ocho libros de poemas: De círculo y ceniza (Ediciones Uniandes, 1989, reedición de 1995), Nadie en casa (Ediciones Simón y Lola Gubereck, 1994), El hilo de los días (Norma, 1995),  Ese animal triste (Norma 1996), Todos los amantes son guerreros (Norma 1998) Tretas del débil (Alfaguara, Punto de lectura, 2004) Las herencias (Visor, 2008),  y Explicaciones no pedidas (Visor, 2011). Recibió el Premio Nacional de Poesía otorgado por el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura,  en 1994, el Premio Casa de América de poesía americana 2011, el Premio de poesía Poetas del mundo latino 2012, Premio Casa de las Américas, el Premio de poesía José Lezama Lima, 2014 y el Premio Generación del 27, 2016   Visítanos y conoce los libros de Piedad Bonnett que tenemos para ti.

El cuento de la criada de Margaret Atwood

Recomendado literario de abril El cuento de la criada de Margaret Atwood   Defred, la protagonista de esta historia narra el cuento de cómo su vida y la de muchas otras mujeres cambió por completo debido a la instauración de un nuevo orden nacional. En este orden las mujeres, por disposición de políticos teócratas, perdieron todos los derechos por los que a través de los años los movimientos feministas lucharon. Así que un día miles de mujeres no pueden ir a trabajar ni disponer del dinero que tuvieran en sus cuentas bancarias. Es así como la dictadura puritana que se tomó el poder del país establece que el único papel de la mujer en su sociedad es el de la procreación y, siendo así, aquellas que no puedan cumplir con esa tarea tendrán como fin la ejecución pública o el destierro en las Colonias que están altamente contaminadas con residuos tóxicos. “Somos matrices con patas, eso es todo: somos recipientes sagrados, cálices ambulantes.”  Margaret Atwood público esta novela en 1985, y hace parte del género distópico de ciencia ficción y futurista. En ella la autora muestra unas condiciones de vida tan opresivas, que promueven la reflexión sobre la importancia del feminismo en la búsqueda de los derechos y libertades de las mujeres en la historia de la humanidad. Desde el lanzamiento del libro se han realizado dos adaptaciones, una en el cine, y una serie televisiva que ha sido muy exitosa e inició su emisión en el año 2017 y consta de 3 temporadas.

Plan de trabajo 2021 / Biblioteca Santa Elena

Participa de todas las actividades y programas de la Biblioteca Santa Elena en este 2021 Servicios bibliotecarios Por medio de servicios y estrategias como orientación al usuario, referencia, centros de interés, registro de usuarios y préstamo de materiales bibliográfico se garantiza el derecho al libre acceso a la información de las personas. “Una biblioteca no es un conjunto de libros leídos, sino una compañía, un refugio y un proyecto de vida.” Arturo Pérez-Reverte. Fomento de lectura y escritura Desarrollar acciones y procesos de lectura, escritura y oralidad de acuerdo a las dinámicas del territorio. Cultura digital Generar ambientes de aprendizaje individual y colectivo a través de estrategias y herramientas basadas en tecnologías de la información y la comunicación que propicien el desarrollo de habilidades, la creatividad, el intercambio de saberes y la creación colaborativa de conocimiento. Gestión social y cultural Articular procesos comunitarios, dinamizar y acompañar procesos de activación de memoria, apoyar la promoción y difusión de los servicios de proyección, liderar las mesas de trabajo sectoriales y fortalecer el tejido social.  Generar espacios que inviten al disfrute sano del tiempo libre y a la utilización de los diferentes recursos y escenarios con una variada oferta cultural y artística donde se puede apreciar el trabajo de diferentes grupos culturales de la ciudad, así como dinamizar la producción local. Si deseas participar de alguna de nuestras actividades puedes obtener mayor información en el número telefónico 5570409 y en el correo electrónico santaelena@bibliotecasmedellin.gov.co

Activación Servicio de Información Local Zona 3

Activación Servicio de Información Local Zona 3 Conoce fragmentos de memoria de los territorios de la Zona 3, que puedes consultar en el material bibliográfico recomendado a continuación. Hacemos un reconocimiento al intercambio de saberes locales para vislumbrar el territorio y promover su conocimiento.   Consulta el material disponible en el Servicio de Información Local de la Biblioteca Pública Santa Elena, Biblioteca Pública La Ladera – León de Greiff y Biblioteca Pública Ávila María Agudelo Mejía. Biblioteca Santa Elena Corregimiento Santa Elena: aproximaciones a su memoria, historia y vida cotidiana / Dora Cecilia Saldarriaga Grisales, Oscar Javier Zapata Hincapié, Gustavo Adolfo Hernández Rojas. Santa Elena, llena eres de flores: catálogo ilustrado / Gobernación de Antioquia. Instituto de cultura y Patrimonio de Antioquia; CORNARE. Silleteros: un pasado que florece / Sonia Milena Pineda Rodríguez…[et al.] Parque Biblioteca La Ladera – León de Greiff Cárcel Municipal La Ladera: Crónicas de la vieja guardia / Juan Pablo Velásquez Pérez, Antonio Machado Marín. Las Estancias, de paraje caminero a centralidad urbana: indagación sobre su configuración urbana y sociocultural / Diego Andrés Ríos Arango. Entre la quebrada Santa Elena y el cerro Pan de Azúcar: memoria histórica de la comuna 8 / Frederick Cotuá Muñoz y Diego Andrés Ríos Agudelo, fotografías de Leonardo Jiménez García. Biblioteca Pública Ávila – María Agudelo Mejía Entre Rieles y Cables. El Tranvía de Ayacucho y sus dos cables/Empresa de Transporte Masivo del Valle de Aburrá. Desde el oriente llegaron Buenos Aires : memoria y patrimonio, crónicas y relatos de la comuna 9 de Medellín / investigadora Nora Luz Arredondo Días ; co-investigador Carlos E. López Castro. Buenos Aires, portón de Medellín / Orlando Ramírez Casas.

¡Regresan las bibliotecas! Activamos la fase II de la reapertura de servicios

Reabrimos las bibliotecas para seguir encontrándonos en la lectura y la cultura. – Después de siete meses de cierre, gran parte de las bibliotecas públicas reabrieron sus puertas con todos los protocolos de bioseguridad. – El ingreso de los usuarios será por turnos, en horarios específicos. – Continúa la atención por ventanilla y los servicios ofertados de manera digital. Con un evento transmitido en vivo y en simultáneo desde los parques biblioteca de Belén, San Antonio de Prado y la Biblioteca Pública Piloto, la Alcaldía de Medellín inició este martes la reapertura de las bibliotecas públicas para que la ciudadanía vuelva a disfrutar de estos espacios en el marco de la apertura general.  “Estamos felices porque después de tantos meses de estar en cuarentena nuestras bibliotecas abren y vamos a estar ofreciendo diferentes servicios como las salas de consulta y tecnología, wifi gratuito y espacios al aire libre”, dijo la secretaria de Cultura Ciudadana, Lina María Gaviria Hurtado, quien precisó que la apertura no se realizará en los parques biblioteca León de Greiff, La Ladera y Popular No. 2, así como en una filial de la Biblioteca Pública Piloto, por obras de adecuación física que se vienen realizando.  El horario será de martes a domingo, de 9:30 a. m. a 4:30 p. m., con excepción de la Biblioteca Pública Piloto y sus sedes que abrirán de lunes a sábado en el mismo horario. El ingreso será por turnos de 50 minutos.  Además, se activan los servicios de circulación y préstamo, sala virtual, exposiciones, entre otros, así como los makerspaces de los parques biblioteca Gabriel García Márquez, Doce de Octubre, Presbítero José Luis Arroyave, San Javier y Fernando Botero, San Cristóbal.  Los espacios estarán debidamente señalizados, desinfectados y con todos los protocolos de bioseguridad aplicados. Los menores de 14 años sólo serán atendidos si están acompañados por un adulto responsable. No se permitirá el ingreso de elementos personales, por lo cual es necesario llevar candado para utilizar los casilleros.  Desde el 13 de marzo, las bibliotecas públicas de Medellín cerraron sus puertas para preservar la salud. El 1 de julio comenzó la fase de reapertura escalonada y se adoptaron los protocolos de bioseguridad para retomar paulatinamente los servicios presenciales.  Hasta la fecha, los usuarios han accedido al servicio de ventanillas para la afiliación, devolución y préstamo de libros, al igual que a la consulta telefónica. Además, en agosto se lanzó el servicio de referencia virtual “Conexión Bibliotecaria, información a un clic” en el Sistema de Bibliotecas públicas de Medellín y “Pregúntele al bibliotecario” en La Piloto, que permiten, mediante un chat en tiempo real, hacer consultas sobre algún tema de su interés.  Desde el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, con apoyo de Iberbibliotecas, se llevará a cabo un estudio para estimar el valor económico y social que le conceden los habitantes de Medellín a las bibliotecas públicas. Con su reapertura, se invita a diligenciar la encuesta de este estudio, la cual pueden encontrar haciendo clic en el siguiente botón:  https://bit.ly/EncuestaEstudioDeValor 

Cine colombiano en la década de 1950

Durante la década de 1940 el cine colombiano tuvo un despertar luego del retraso que provocó en los años treinta lo que se conoció como la “tragedia del sonido”. Luego de una década de pobre producción audiovisual, marcada por los esfuerzos de familias como la Acevedo renace el cine colombiano con una producción de diez películas entre 1941 y 1945. Los acontecimientos del 9 de abril de 1948 no solo marcaron la historia del país, también influyeron en la historia audiovisual y cinematográfica colombiana. Los saqueos y la devastación producida luego del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en la ciudad de Bogotá fueron grabados por camarógrafos venezolanos y cubanos que estaban cubriendo la IX Conferencia Panamericana, la mayoría de las imágenes fueron llevadas fuera del país, pero gracias a la repatriación de varios fragmentos y  a los esfuerzos de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano se conserva registro en la compilación llamada Montaje 9 de abril de 1948, que ha servido de fuente audiovisual para conocer algunos de los hechos ocurridos ese día y ha sido usada como apoyo para otras producciones. En la década de 1950 se presentan varias situaciones que impulsan el cambio y la renovación del cine nacional, a lo ocurrido el 9 de abril de 1948 se le suman la fuerza que toman los movimientos populares (campesinos y obreros) y la crisis del gobierno de Laureano Gómez (1950-1953) que derivó en el golpe militar de Gustavo Rojas Pinilla en 1953. Durante el gobierno de Rojas Pinilla entre 1953 – 1957 “la administración del Estado entró en una dinámica de obras públicas y desarrollismo que propició, en el plano audiovisual, la introducción de la televisión en 1954. Desde el punto de vista cultural en la década de los cincuenta se afianzan en el país muchas iniciativas como la entrada en circulación de revistas de crítica y análisis especializadas en cine, y la creación de cineclubes, hechos que fueron generando paulatinamente las condiciones para que el cine de producción nacional fuera considerado también como una manifestación cultural.”[1] Durante esta década también se produjeron cambios técnicos en la producción cinematográfica. El primer cambio ocurre en 1951 cuando se deja de producir y de usar el nitrato de celulosa como soporte para las películas ya que su inestabilidad química lo llevaban a la autocombustión convirtiéndolo en un riesgo por su facilidad para provocar incendios. Otro cambio es el uso de equipos y cámaras más livianas y la introducción del formato de 16mm. Una de las novedades culturales alrededor del cine que hace su aparición en esta década es la de los cineclubes. El primer cineclub colombiano se remonta a 1949, cuando un grupo de intelectuales liderados por Luis Vicens Estrada crean el Cine Club de Colombia pionero en la formación de públicos y en la exhibición cultural de producciones audiovisuales. Esta creación, en 1954, de la Filmoteca Colombiana que luego se convertiría en la Cinemateca Colombiana[2], entidad que comenzó con la recuperación y el rescate del patrimonio fílmico y documental relacionados con la historia del cine nacional. Otro cineclub fundado en 1951 fue el Cineclub de Colombia en Medellín, posteriormente conocido como el Nuevo Cineclub de Medellín. Otro acontecimiento importante para la industria audiovisual colombiana es la inauguración de la televisión que tiene grandes consecuencias para la industria cinematográfica: “En 1954 se inauguró la televisión, entre otras cosas, gracias a la afluencia de dólares cafeteros y a la potencialidad propagandística que para su imagen y sus acciones de gobierno vio en ella Gustavo Rojas Pinilla. El número de televisores instalados era reducido y la programación, en principio, adaptó al nuevo medio el modelo del radioteatro —surgía así el teleteatro—, al que se sumaron programas de concurso que captaron la audiencia, situación que cambió el panorama de la pauta publicitaria y desplazó paulatinamente su destinación de la pantalla de plata a la pantalla chica. Como medio de propaganda y de entretenimiento marcó cierta dependencia de la producción cinematográfica que en principio sirvió a este medio, ante la inmovilidad de las cámaras de televisión y su sistema de producción en directo, por lo que los registros fílmicos le suministrarían imágenes con sonido a noticieros y programas televisivos. La «televisora nacional», como se le llamaba en un comienzo, contó con una infraestructura técnica con laboratorios de revelado y copiado y un departamento de cinematografía.[1] El cine en la década del 1950 comienza a explorar temáticas y estéticas diferentes, distanciándose de las narrativas de años anteriores que se centraban en melodramas, musicales y películas que reflejaban las diferencias entre clases sociales, eran producciones con esquemas extranjeros como el norteamericano y el mexicano. El primer film independiente de la influencia extranjera y con un gran tinte experimental fue La langosta azul realizada en 1954 por el Grupo de Barranquilla y que contó con la participación de Enrique Grau, Nereo López, el guión de Álvaro Cepeda Samudio y la colaboración de Gabriel García Márquez. Otra película importante de mediados de los años cincuenta del siglo XX es La gran obsesión (1955) de Guillermo Ribón, esta sería la primera película a color colombiana. La primera película del cine nacional en recibir un premio extranjero fue El milagro de la sal (1958) dirigida por Luis Moya. Otras producciones fueron Colombia linda realizada en 1955 y La víbora que se comenzó a grabar en 1955   en colaboración con Francia. Este es solo un breve recuento del cine colombiano en la década de 1950 y su contexto social, cultural y político. [1] Historia del cine colombiano. Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. P. 44. file:///C:/Users/Usuario/Downloads/historia_del_cine_colombiano_fpfc.pdf [2] Historia del cine colombiano y de la Cinemateca de Bogotá. http://geografiavirtual.com/2017/08/cine-colombiano-cinemateca/ [3] Historia del cine colombiano. Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. P. 46. file:///C:/Users/Usuario/Downloads/historia_del_cine_colombiano_fpfc.pdf

ENCUENTRO DE BIBLIOTECAS 2020. Las bibliotecas y el cuidado de la vida   

Por: Adriana Betancur, coordinadora de eventos Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, Colombia.   Para enfrentar los efectos cada vez mayores de la crisis sanitaria actual, diversos organismos multilaterales están presentando alternativas que permitan generar propuestas globales para una recuperación sostenible y el avance hacia una reactivación con igualdad. “Debemos aprender de esta crisis para reconstruir mejor con las acciones correctas, la pandemia COVID-19 puede marcar el renacimiento de la sociedad como la conocemos hoy, hacia una sociedad en la que protejamos a las generaciones presentes y futuras” (Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe –CEPAL-). En este contexto, es imperativo recordar que, en una situación de emergencia -sin importar de que tipo- los derechos humanos se ven en peligro, de ahí que la protección integral sea una necesidad para todos, una tarea compleja que contempla un amplio abanico de acciones para garantizar los derechos. Si se considera, además, que la crisis develada por la pandemia ha sacado a la luz nuevas dimensiones de vulnerabilidad, otros marginados, nuevos analfabetismos, la fragilidad de los derechos, todo esto ha potenciado las desigualdades y muestra que nuestro futuro está en riesgo. Una parte de la población está encerrada, otra parte enfrenta contagio y hambre. Los pueblos originarios están expuestos; la violencia patriarcal y racista y los feminicidios han aumentado. Con respecto a la educación las desigualdades se incrementaron y aquellos estudiantes, cuyas familias quedaron en desventaja ante las desigualdades de acceso a la conectividad verán afectada la calidad educativa, lo que significa que estos niños y jóvenes se queden en un nivel todavía más bajo con respecto a quienes pueden mantener las condiciones óptimas que exige la educación virtual. Por lo tanto, pensar las bibliotecas como parte de una comunidad es un compromiso que exige una rigurosa reflexión que debe trascender los lugares comunes de los discursos y prácticas bibliotecarias, que permita analizar la capacidad de respuesta a los requerimientos de sus diversos públicos en tiempos de crisis, en la construcción de alternativas que las lleven a repensarse y a responder al sentido de su existencia en la sociedad actual. Esta pausa obligada,  que implica la pandemia, enfrenta a la humanidad planetaria a tomar consciencia de la fragilidad de la vida, en tanto somos seres “sensibles, heribles, afectables” que precisan la interdependencia, la necesidad de protegemos unos a otros, de manera que sea posible recuperar una visión del mundo centrada en el ser humano como parte de un entorno natural y social: del cuerpo como el primer territorio, de la casa como refugio; de lo íntimo, lo privado y lo público, del cuidado de la tierra. Un momento decisivo en que las bibliotecas, desde su misión en la formación de tejido social deben participar de la vida más inmediata de sus comunidades, a partir de su rol político, en la búsqueda de nuevos retos y estrategias de colaboración que las lleven a amoldarse a necesidades del contexto, como la imposibilidad de reunir a los usuarios en sus espacios físicos. Todo esto, sin perder de vista el papel del Estado y del mercado, de las relaciones interpersonales; de lo lejano y lo cercano; del barrio, la cuadra, el territorio; de la presencialidad y la virtualidad; la conexión y la desconexión, la incertidumbre para poner en acción la solidaridad y la cooperación como formas de resistencia ante la crisis sanitaria y económica. Un contexto que invita a recordar que cada bibliotecario es un actor social, un sujeto histórico personal y colectivo que construye relaciones sociales lo más igualitarias, justas, libres y fraternales posibles dentro de determinadas condiciones histórico-sociales. Hoy más que nunca cobra relevancia la pregunta por el papel de las bibliotecas, más allá de los principios y valores que encarna el quehacer bibliotecario, se trata de poner en la centralidad los valores éticos de la biblioteca como institución social en un momento clave para reafirmar los beneficios que puede aportar en el cuidado de la vida de las comunidades. Asimismo, el confinamiento ha puesto en escena la importancia de los valores de la cultura, de la fuerza de las palabras para la contención emocional. Se ha hecho evidente que esta desaceleración del consumo ha permitido volver la atención al arte en todas sus manifestaciones, y es que leer un libro, escuchar una pieza musical, pasear virtualmente por los museos, y conversar con los otros nos ayuda a recuperar nuestra esencia de humanidad. Como lo afirma el filósofo francés Edgar Morin: “Habremos aprendido algo en estos tiempos de pandemia si sabemos redescubrir y cultivar los auténticos valores de la vida: el amor, la amistad, la fraternidad, la solidaridad. Valores esenciales que conocemos desde siempre y que, desde siempre, desafortunadamente, terminamos por olvidar” (Morin, 2020). De igual manera, para Martha Nussbaum, la dignidad no es un valor independiente de las capacidades, sino que los diversos principios políticos relacionados con las capacidades constituyen articulaciones (parciales) de la noción de una vida digna desde el punto de vista humano” (2012, p. 186). En otras palabras, donde hay capacidades puede haber, también, estrategias que se despliegan desde una propensión a florecer y, en esa misma medida, nos encontramos con la dignidad. Es decir, es urgente una biblioteca que resignifique su labor social a partir del cuidado de las comunidades para que en ellas florezca la creatividad que las lleve a fortalecer la cotidianidad en medio de la crisis y mantener su dignidad y su cuidado como sujetos y colectivos.  Por otra parte, este freno también ha permitido desacelerar la destrucción de ecosistemas y experimentar que es posible vivir sin ese consumo exacerbado que destruye el planeta. Que la vida plena y grata tiene dimensiones más relevantes que poseer y acumular bienes materiales como vivir en un tejido de relaciones afectivas basadas en la confianza. Se ha puesto en evidencia la vida campesina, los intercambios sin mediación del dinero, la auto-sostenibilidad alimentaria y múltiples formas de satisfacer las necesidades básicas mediante las redes y el trabajo cooperativo. En consonancia con todo lo anterior es necesario dinamizar y fortalecer espacios de información, de comunicación alternativa que permitan construir los sentidos históricos

Cine colombiano en la década de 1940

El cine colombiano, desde sus inicios, ha estado sujeto los esfuerzos de varios emprendedores maravillados con la imagen en movimiento, que vieron en la proyección y realización de material cinematográfico la posibilidad de crear y contar historias que mostraban los aspectos sociales y culturales más importantes de su época. Proyectos como los de los hermanos Di Doménico o la familia Acevedo son un claro ejemplo de estos esfuerzos dirigidos a la proyección y producción de material cinematográfico en distintas ciudades del país. Los Di Doménico destacaron por sus habilidades, contactos, trayectoria y capacidad para promocionar las películas y adecuar los espacios para su proyección, contribuyendo a la formación de públicos para el cine; su empresa, Sicla, se convirtió en una de las empresas más rentables y competitivas del negocio del espectáculo, hasta que fue comprada por Cine Colombia en 1928. Por otro lado, los Acevedo participaron de la producción de varias películas y fueron los primeros en hacer intentos para realiza exhibiciones cinematográficas sonoras, en 1937 presentarían el documental De la cuna al sepulcro realizado por Gonzalo Acevedo y Carlos Schroeder, la película cuenta los momentos de la niñez de Enrique Olaya Herrera.[1] Con la creación de Cine Colombia el 28 de mayo de 1927 en Medellín y la posterior compra de la empresa de los hermanos Di Doménico y el cierre de sus laboratorios, los únicos en Bogotá que permitían el procesamiento de negativos, se encareció y disminuyó la producción cinematográfica nacional; entre 1928 y 1940 no se estrenaron películas colombianas, solo se realizaron algunos documentales como Colombia victoriosa (1933) y De la cuna al sepulcro (1937). Entre 1928 y 1940, años que se conocen como “la tragedia del sonido”, disminuye la cantidad de producciones cinematográficas colombianas y los esfuerzos parecen dirigirse a poder integrar el sonido a las exhibiciones cinematográficas. Los Acevedo fueron los pioneros en esta materia con producciones documentales como Olaya Herrera y Eduardo Santos o De la cuna al sepulcro (1937) y Los primeros ensayos del cine parlante nacional que se estrenó el primero de abril de 1937. Es importante mencionar que, en la década del 30, Cine Colombia distribuía y exhibía películas norteamericanas sonoras de productoras como Fox, First National Pictures, Radio Pictures, Universal y Metro Goldwyn Mayer que se radicó en Bogotá en 1932. “Entre 1937 y 1940 se establecieron en el país Paramount Pictures y Columbia Pictures y en 1944 se fundó la Clasa Films de Colombia S. A., que tenía entre sus accionistas principales en el ámbito mundial a la RKO, Radio-Keith Orpheum.”[2] La década del 40 fue mucho más positiva en cuanto a producciones y exhibición cinematográfica. Para los primeros años de esta década, el cine colombiano mostraba un importante atraso frente al cine mexicano y el argentino, que se evidenciaba en el dominio que tenían en las carteleras de los teatros las películas mexicanas. Esta década significó el comienzo del cine sonoro en Colombia. El primer largometraje argumental sonoro producido en el país, fue Flores del Valle realizada en 1941, dirigida por Máximo Calvo Olmedo y producida por La Ducrane Films. La Ducrane “se constituyó en 1938 y debe su nombre a los apellidos de los socios fundadores, de una parte, los hermanos Duperly: Enrique y Oswaldo, y de otra, a los Crane Uribe: Alberto y Leopoldo. De esta forma guarda semejanza con esos otros esfuerzos fraternales y familiares por arraigar la producción de cine en Colombia, como la llevada a cabo por los pioneros en la etapa silente, los Di Doménico y los Acevedo, personajes determinantes en los primeros decenios de la historia del cine colombiano.”[3] La Ducrane fue una empresa importante para el desarrollo cinematográfico y para el desarrollo del cine sonoro en el país. Sus esfuerzos propiciaron el ambiente para que en 1942 se sancionara, durante el gobierno de Alfonso López Pumarejo, la Ley 9ª, primera ley de fomento al desarrollo cinematográfico del país, la cual iniciaría su reglamentación en 1966. En 1943 se estrena Allá en el trapiche película de Roberto Saa Silva, esta película, tipo comedia musical, se puede ver completa actualmente gracias al trabajo de restauración la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano y la Cinemateca Distrital.[4] Una prueba del despertar del cine colombiano desde comienzos de la década del cuarenta es que durante los años de 1940 y 1945 se produjeron diez películas, aunque las condiciones técnicas no eran las mejores y la mayoría de estas parecían ser copias de los musicales mexicanos, estas reflejan al ascenso de la producción cinematográfica del país. Estas películas son: Flores del Valle (Máximo Calvo Olmedo, 1941); Allá en el trapiche (Roberto Saa Silva, 1943); Golpe de gracia (Emilio Álvarez Correa, 1944); Antonia Santos (Miguel Joseph y Gabriel Martínez, 1944); Anarkos (Roberto Saa Silva, 1944); Castigo del fanfarrón (Máximo Calvo Olmedo, 1945); Bambucos y corazones (Gabriel Martínez, 1945); El sereno de Bogotá (Gabriel Martínez, 1945); La canción de mi tierra (Federico Katz, 1945) y Sendero de luz (Emilio Álvarez Correa, 1945).[5] Esto es un breve acercamiento a las producciones cinematográficas realizadas en Colombia durante la década del cuarenta, estas producciones evidencian un renacimiento del cine local después de un periodo de poca producción cinematográfica que se conoció como la “tragedia del silencio”. Afiche de la película “Allá en el trapiche” (1943). Imagen tomada de https://www.filmaffinity.com [1] Colombia de película. Cartilla de cine colombiano. Ministerio de Cultura, 2015. P. 5. [2] Historia del cine colombiano. Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. P. 35. file:///C:/Users/Usuario/Downloads/historia_del_cine_colombiano_fpfc.pdf [3] Historia del cine colombiano. Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. P. 38. file:///C:/Users/Usuario/Downloads/historia_del_cine_colombiano_fpfc.pdf [4] Historia del cine colombiano y de la Cinemateca de Bogotá. http://geografiavirtual.com/2017/08/cine-colombiano-cinemateca/ [5] Historia del cine colombiano y de la Cinemateca de Bogotá. http://geografiavirtual.com/2017/08/cine-colombiano-cinemateca/

Conexión Bibliotecaria, información a un clic

Tradicionalmente la biblioteca ha sido el espacio para estudiar, consultar y encontrar algunas respuestas a dudas escolares, búsquedas de conocimiento y hasta la vida misma. La actual emergencia sanitaria nos obligó a migrar muchos de nuestros servicios de manera virtual y prestar el servicio en la presencialidad con un fin preciso: prestar o devolver libros. Pero esto no ha impedido que pensemos en servicios que puedan dar respuesta a las consultas y necesidades de información de la ciudadanía, por eso te invitamos a hacer uso de Conexión Bibliotecaria, información a un clic. Este chat es un nuevo canal de comunicación entre el ciudadano y personal de bibliotecas, quien de la manera más cálida te ayudará a resolver necesidades o inquietudes con relación a la oferta bibliotecaria, las colecciones disponibles en las bibliotecas que conforman el Sistema de Bibliotecas Públicas, algunos temas de relevancia barrial para la vida cotidiana que hacen parte del servicio de información local, entre otros acompañamientos que delimitaran las necesidades de información con las que puedes contar. Este servicio es una fuente de información confiable para resolver las inquietudes que puedas tener. Pero ten presente que no resolvemos trámites. No te ayudamos con la declaración de renta, pero te indicamos donde encontrar información que te dé respuesta. Tampoco resolvemos las tareas escolares, pero te brindamos la información necesaria para que la puedas resolver. Y si estás construyendo la tesis, te indicamos las mejores fuentes para que le des fuerza a tus argumentos. Su horario de atención será de lunes a sábado 9:00 a. m. a 5:00 p. m. Accede a Conexión Bibliotecaria, información a un clic desde este jueves 20 de agosto.  

Cine colombiano en la década de 1930.

El cine en Colombia y en Medellín está ligado, en sus inicios, a los esfuerzos individuales de emprendedores que vieron en la proyección y realización de material cinematográfico algo más que un negocio, vieron la posibilidad de crear y contar historias relacionadas con el desarrollo social, cultural, tecnológico y los acontecimientos más importantes de su contexto. En la década de 1910 hace su aparición la familia Acevedo que tuvo gran importancia para la exhibición y producción cinematográfica a nivel nacional. La Compañía Cinematográfica Colombiana, fundada por Arturo Acevedo Vallarino y sus hijos Gonzalo y Álvaro, entre 1924 y 1955 pusieron en imágenes la actualidad y la memoria del país. También estrenaron la primera película sonora de la nación: “pese a que en 1927 el mundo ya sabía de qué se trataba el cine parlante gracias a la película The Jazz Singer dirigida por Alan Crosland, en Colombia, con diez años de atraso técnico, se estrenaría el primer largometraje sonoro. Enmarcada en el género documental y realizado por Gonzalo Acevedo y Carlos Schroeder, la película que nos sumergió en la magia del sonido fue De la cuna al sepulcro, que cuenta los momentos de la niñez de Enrique Olaya Herrera y las ceremonias y homenajes realizados desde que su cadáver toca tierra colombiana en Buenaventura hasta su entierro en Bogotá.”[1]   En 1912 los hermanos Di Doménico con su empresa Sicla (Sociedad Industrial Cinematográfica), quienes destacan por sus habilidades, contactos, trayectoria y capacidad para promocionar las películas y adecuar los espacios para su proyección, contribuyendo a la formación de públicos para el cine. Sicla se convirtió en una de las empresas más rentables y competitivas del negocio del espectáculo, hasta que fue comprada por Cine Colombia en 1928. Cine Colombia fue creada el 28 de mayo de 1927 en Medellín, por los empresarios Gabriel Ángel y Roberto Vélez con la intención de controlar y monopolizar el negocio de la exhibición de películas. Con la compra de la empresa de los hermanos Di Doménico y el cierre de sus laboratorios, los únicos en Bogotá que permitían el procesamiento de negativos, se encareció y disminuyó la producción cinematográfica nacional, entre 1928 y 1940 no se estrenaron películas colombianas, solo se realizaron algunos documentales como Colombia victoriosa (1933) y De la cuna al sepulcro (1937). La nueva empresa también adquiere equipos, cámaras, teatros y películas, derechos de distribución que eran parte de la red de exhibición cinematográfica de los hermanos Di Doménico. En pocas palabras, lo que compra Cine Colombia es la infraestructura para proyectar cine de manera exitosa en la ciudad de Medellín[2]. Las películas que le gustaban al público, las salas, los horarios de reproducción, los sitios para la proyección, la forma de promocionar los estrenos y la censura, eran aspectos que en su momento controlaban personas como los hermanos Di Doménico, y que terminarían bajo el control de la naciente compañía. El año de creación de Cine Colombia coincide con el nacimiento del cine sonoro, en 1927 se estrena en Estados Unidos la película The Jazz Singer dirigida por Alan Crosland, esto implicaba una nueva forma de hacer, proyectar y ver cine que exigía la adaptación de la tecnología a las nuevas formar de producción y exhibición cinematográfica. El periodo entre 1927 y 1940, en relación con el cine colombiano, se conoce como “la tragedia del sonido”, ya que evidencia la dificultad de exhibidores y productores para adaptarse a la nueva tecnología y el nuevo sistema de producción del cine sonoro. Si tenemos en cuenta que entre 1922 y 1928 se produjeron 14 largometrajes silentes en silentes en Colombia, este periodo se puede considerar como una época oscura para el cine colombiano.[3] Estos años no fueron del todo infructuosos, algunos personajes de la industria estaban dispuestos a encontrar una solución a los problemas de adaptación. “En 1930 el ingeniero Carlos Schroeder había introducido al mercado el «Cine Voz Colombia» un aparato “fabricado enteramente en el país”. Este equipo permitía que tanto el sistema Vitaphone de discos y el Movietone de sonido óptico fueran reproducidos “con perfecta exactitud”. La exhibición del cine extranjero sonoro con la tecnología “made in Colombia”, con el “cronofotófono” del ingeniero Carlos Schroeder comenzó a instalarse en los teatros que adaptaban sus proyectores primero al cine sonoro y luego al sonoro y parlante.”[4] Algunos de los intentos de producción audiovisual sonora que se realizaron en la década del 30 se relacionan con noticiarios, cortos documentales y anuncios publicitarios. El primero es Colombia Victoriosa (1933), trataba el tema de la guerra con Perú. Producida por los Acevedo que armaron la película con imágenes de sus noticieros que documentaban la guerra, con la dramatización y reconstrucción de escenas. Esta película movió el sentimiento nacionalista del país. La producción se sonorizó usando materiales de utilería que fueron puestos atrás del escenario. Otra de las producciones realizadas durante esta década es Olaya Herrera y Eduardo Santos o De la cuna al sepulcro (1937), producido por la familia Acevedo y el cual se convertiría en la primera película con sonido postsincronizado. El documental trataba de la vida de los líderes del partido liberal. En 1937 los Acevedo en asocio con Carlos Schroeder hicieron las primeras filmaciones con sonido grabado y sincronizado, esta producción se llamó Los primeros ensayos del cine parlante nacional, “estrenada el primero de abril de 1937, con una duración de 25 minutos de los cuales solo se conservan nueve. El ingeniero Schroeder fue el responsable del montaje del sistema para captar el sonido y él aparece en la cinta, pero paradójicamente solo sonríe, no habla. El resto son mensajes parlantes de Gonzalo Acevedo (coproductor del filme) y de otros personajes, aderezados con varias interpretaciones musicales entre las cuales no podía faltar la del himno nacional en la versión de la Banda Nacional, bajo la dirección del maestro José Rozo Contreras. Desafortunadamente una de las partes que se perdió de este documental fue el sonido; en imágenes se conserva la actuación de las Hermanitas Chávez (Berenice y Cecilia), quienes cantan acompañadas

Medellín y las producciones cinematográficas colombianas 1900 – 1930.

Durante la primera década del siglo XX el cine y la reproducción de materiales audiovisuales como forma de entretenimiento para los habitantes de la ciudad de Medellín era una actividad de segundo orden que acompañaba otros espectáculos que se realizaban en lugares como el Circo Teatro España. También acompañaban encuentros o charlas que se hacían en colegios como el San Ignacio. A partir de 1912 entran en la escena de la exhibición cinematográfica los hermanos Di Doménico con su empresa Sicla (Sociedad Industrial Cinematográfica), quienes destacan por sus habilidades, contactos, trayectoria y capacidad para promocionar las películas y adecuar los espacios para su proyección, contribuyendo a la formación de públicos para el cine. Sicla se convirtió en una de las empresas más rentables y competitivas del negocio del espectáculo, hasta que fue comprada por Cine Colombia en 1928. En la década de 1910 también hace su aparición la familia Acevedo que tuvo importancia para la exhibición y producción cinematográfica. “Los Acevedo fue otra familia que cobró importancia durante la época debido a su interés por la realización y la producción cinematográficas; se puede decir que se trata de los primeros colombianos en hacer cine colombiano. El fundador de la compañía Acevedo e hijos, Arturo Acevedo padre, fue soldado conservador en la Guerra de los Mil Días pero al finalizar la guerra se unió a la tertulia literaria de la Gruta Simbólica, junto con Julio Flórez y Federico Rivas Frade. Siendo dentista de profesión, ejerció como director de grupos de teatro y vio en la exhibición del cinematógrafo una oportunidad para ganar dinero. Invirtió sus ahorros en una máquina exhibidora y se desenvolvió en teatros pequeños. Su industria no fue grande como la de los Di Doménico, pero si fue importante para que se interesara por la producción de un cine colombiano.”[1] Con la participación de estas dos familias en los procesos de proyección de material audiovisual en ciudades como Medellín y Bogotá y el desarrollo de la industria cinematográfica, comienzan a hacer su aparición las primeras producciones realizadas en Colombia, varias de ellas erróneamente asociadas a la ciudad de Medellín. La primera producción realizada por los Di Doménico es una grabación en el río Magdalena de un hidroplano propiedad del empresario antioqueño Gonzalo Mejía. La película se exhibió en Manizales en 1913. Esta película se asocia a Medellín, pero en realidad corresponde a la realización de una productora nacional y exhibida en otra ciudad. La compañía de los Di Doménico proyectaría el 27 de agosto de 1913 al aire libre en el Parque Bolívar una producción de dos horas con imágenes del escudo, próceres de la ciudad y el hidroplano de Gonzalo Mejía. Estas imágenes documentales pueden ser consideradas una de las primeras producciones cinematográficas colombianas.[2] Una de las primeras películas producida por los hermanos Di Doménico es El Drama del 15 de octubre (1915). La película recreaba el asesinato del General Rafael Uribe Uribe en 1914, pero su popularidad no resultó ser nada positiva para los realizadores. La película contó con la participación de los asesinos reales del general, Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal, este hecho provocó la indignación y el rechazo del público hacia el film. A partir de la década de 1920 se empiezan a producir películas con temáticas costumbristas, mostraban a los personajes en su vida cotidiana, los trabajadores del campo y obreros con sus herramientas de trabajo, diferenciándose siempre de las elites urbanas que eran mostrados en bailes, clubs o en espacios donde predominaban las letras. Una de las primeras películas producidas en los años veinte del siglo pasado fue María (1920), estrenada en Buga en 1922 en una función privada y presentada en Bogotá en 1924, esta se convertiría en un éxito de taquilla y podría ser considerada la primera obra del cine nacional. El argumento está basado en la novela María de Jorge Isaacs, fue codirigida por un español, Máximo Calvo, y por Alfredo del Diestro, y fue filmada en la hacienda ‘El Paraíso’, lugar donde se cree que ocurrieron los acontecimientos narrados en la novela. [3] Esta es otra de las películas que se asocian a Medellín por el cariño que el protagonista sentía por la ciudad y por el dese de los empresarios locales de exhibir la película.[4] Después del fracaso con El drama del 15 de octubre los Di Doménico viendo el éxito en taquilla de María y teniendo en cuenta la relación entre cine y literatura deciden hacer una película llamada Aura o las Violetas, adaptación de la obra de José María Vargas Vila que lleva el mismo nombre. Después de superados unos problemas con el autor de la obra la película se exhibió en 1924 y fue considerada como una película que reflejaba los adelantos de la cultura de Bogotá.[5] Otra película exhibida en 1924 es Madre que se presentó en Manizales. Se trató de la adaptación de la novela del mismo nombre escrita por Samuel Velásquez, la película contó con la participación de artistas antioqueños y refleja aspectos de la cultura “paisa”, por esta razón suele asociarse a las producciones realizadas en Medellín. La tragedia del silencio (1924) fue una película bogotana cuya dirección y guion estuvieron a cargo de Arturo Acevedo. Fue exhibida en Medellín en octubre de 1924 en el Teatro Junín, solo cinco días después de su inauguración. La producción cinematográfica más importante de estos años realizada en Medellín fue Bajo el cielo antioqueño, exhibida el 6 de agosto de 1925 en los teatros Junín, Bolívar y Circo España de la ciudad, y en Bogotá el 12 de octubre de 1925. Fue dirigida por Arturo Acevedo y producida por Compañía Filmadora de Medellín fundada por Gonzalo Mejía para la producción de la película. La trama de la película era: “Lina, agraciada colegiala, sostiene contra la voluntad de su padre, Don Bernardo, un romance con Álvaro, joven bohemio que dilapida su fortuna. Deciden huir de la vigilancia paterna, pero en la estación de tren una mendiga herida previene a Lina sobre el grave error que

El cine como empresa. Inicios de Cine Colombia.

Durante la primera década del siglo XX el cine y la reproducción de materiales audiovisuales como forma de entretenimiento para los habitantes de la ciudad de Medellín, era una actividad que se encontraba en manos de algunos emprendedores de la industria cinematográfica y era una práctica de segundo orden que acompañaba otros espectáculos que se realizaban en lugares como el Circo Teatro España o encuentros y charlas que se hacían en colegios como el San Ignacio. A partir de 1912 hacen su aparición los hermanos Di Doménico, quienes destacan por sus habilidades, contactos, trayectoria y capacidad para promocionar las películas y adecuar los espacios para su proyección, contribuyendo a la formación de públicos para el cine.  Sicla, Sociedad Industrial Cinematográfica Latinoamericana, empresa de los Di Doménico, se convirtió en una de las empresas más rentables y competitivas del negocio del espectáculo, hasta que fue comprada por Cine Colombia en 1927. Cine Colombia fue creada el 28 de mayo de 1927 en Medellín, por los empresarios Gabriel Ángel y Roberto Vélez, su objetivo era controlar y monopolizar el negocio de la exhibición de películas. Es importante mencionar la poca experiencia que estos tenían en la industria cinematográfica y por esta razón se alimentaron y aprovecharon de los conocimientos que otros empresarios de la época, tenían sobre el cine. Un ejemplo de esto es la vinculación de Jorge Isaza quién fue gerente de la compañía por mucho tiempo. Isaza tenía experiencia en el negocio del espectáculo y la exhibición cinematográfica ya que fue programador para los hermanos Di Doménico y trabajó de acomodador en el Circo España.[1] La nueva empresa adquiere equipos, cámaras, teatros y películas, derechos de distribución que eran parte de la red de exhibición cinematográfica de los hermanos Di Doménico. En pocas palabras, lo que compra Cine Colombia es la infraestructura para proyectar cine de manera exitosa en la ciudad de Medellín[2]. Las películas que le gustaban al público, las salas, los horarios de reproducción, los sitios para la proyección, la forma de promocionar los estrenos y la censura, eran aspectos que en su momento controlaban personas como los hermanos Di Doménico, y que terminarían bajo el control de la naciente compañía. Esta compra tuvo dos consecuencias, la primera fue la eliminación de la competencia directa del monopolio del negocio de la distribución; la segunda, es que perjudica directamente la producción de películas nacionales realizadas en Medellín, proceso en el que habían participado la empresa de los Di Doménico: “La empresa Cine Colombia no compró la compañía de los Di Doménico con un fin de producción cinematográfica. Al contrario, decidieron eliminar los pequeños brotes de un incipiente cine, eliminando toda posibilidad de competencia al establecer un monopolio contundente en el sector cinematográfico. Cine Colombia se dedicó a distribuir y exhibir únicamente películas extranjeras y, junto con el auge del cine norteamericano, plagaron las salas existentes con material proveniente de Estados Unidos.”[3] Pero no todo fue fácil para Cine Colombia, ya que cuando se creó la empresa había pasado menos de un año desde que se proyecta la que es considerada la primera película de cine sonoro de la historia, Don Juan (1926). Este acontecimiento llevó a que la estructura tanto de producción como de exhibición de películas cambiara, además de obligar a las compañías como Cine Colombia a cambiar la tecnología que usaban para la proyección de películas: “La compañía tuvo que hacer grandes inversiones y aprender sobre el nuevo negocio que nacía: el cine sonoro, que no solamente incluía el sonido como novedad, sino que exigía también una sociedad espectadora diferente, renovada. Cine Colombia entendió esto y empezó a crear teatros de barrio, consolidó sus negocios con las distribuidoras norteamericanas (que con el cine sonoro se apropiaron definitivamente del mercado del cine), y empezó a traer cine mexicano y argentino que no exigía subtítulos ni interludios para ser comprendido.”[4] La primera proyección de una película sonora en Medellín se realizó el 9 de enero de 1930 en el Teatro Junín, la película presentada fue La marcha nupcial (1928) de la productora Paramount. Este es un breve acercamiento a los inicios del cine como empresa en la ciudad de Medellín, sobre todo del nacimiento de la compañía Cine Colombia, la cual continúa siendo una compañía cinematográfica vigente no solo a nivel local sino nacional. A esta se han ido sumando otras como Procinal, Cinamark, Royal Films, Cineland, entre otras salas de proyección. Fotografía tomada del archivo digital Biblioteca Pública Piloto. Autor: Francisco Mejía, título: Cine Colombia. [1] Germán Franco Díez, Mirando solo a la tierra. Cine y sociedad espectadora en Medellín (1900 – 1930). Bogotá. Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2013. P. 138. [2] Germán Franco Díez, Mirando solo a la tierra…P. 138.   [3] Natalia Tavera Daza, Imágenes fragmentadas: un estudio sobre el cine silente y la construcción de representaciones sociales en Colombia (1922-1928). UPB, Facultad de Ciencias sociales. https://repository.javeriana.edu.co/bitstream/handle/10554/14319/TaveraDazaNatalia2012.pdf?sequence=1&isAllowed=y p. 71. [4] Germán Franco Díez, Mirando solo a la tierra… p. 139.

El cine como empresa. Industria cinematográfica en Medellín 1900 – 1930

Durante la primera década del siglo XX el cine y la reproducción de materiales audiovisuales como forma de entretenimiento para los habitantes de la ciudad de Medellín era una actividad de segundo orden que acompañaba otros espectáculos que se realizaban en lugares como el Circo Teatro España. También acompañaban encuentros o charlas que se hacían en colegios como el San Ignacio. Lo que es importante mencionar es que desde que se hace la primera exhibición cinematográfica en la ciudad de Medellín el 1 de noviembre de 1898, a cargo de los empresarios Wilson y Gaylord quienes presentaron el proyectoscopio de Edison[1], el cine está relacionado con los esfuerzos individuales y colectivos de empresarios que tuvieron varias iniciativas y vieron en el cine una idea de negocio y entretenimiento. Según Germán Franco Diez en su texto Mirando solo a la tierra. Cine y sociedad espectadora en Medellín (1900 – 1930) la ciudad, a comienzos de 1900 vivía un ambiente de inventos e inventores y tenía una fuerte relación con la maquinas, con frecuencia eran anunciados en la ciudad inventos producto de la modernidad. En este contexto hacen su aparición personajes que vieron en el cine la posibilidad de negocio. “A este grupo pertenecen el fracasado cinematogramoteatro de 1908, que prometía sonido, y l exitosa y afamada cinemato-gramo-sastrería de Peláez y Alvear, ubicada en la calle del teatro (Ayacucho), donde el cliente podía ver imágenes proyectadas y escuchar música mientras les tomaban la medida del vestido. Los dos ejemplos anteriores muestran las formas como los primeros empresarios asumieron el cine: uno había inventado una máquina nueva que mejoraba el cinematógrafo y el otro inventó una manera de hacer negocio con el cine.”[2] Otra de las practicas de los emprendedores fue la de comprar, alquilar o fabricar proyectores, conseguir algunas películas y viajar por los pueblos haciendo proyecciones de cine. El primero en ejercer esta practica fue Ricardo Abreu. Otro de este tipo de empresarios fue Enoc Roldán que a las giras de exhibición por los pueblos agregó películas grabadas por el mismo. También existieron compañías dedicadas al cine. Para la primera década del siglo XX algunas se dedicaban a hacer proyecciones por temporadas. Algunas fueron la Compañía de Wilson Gaylord que trajo el 29 de octubre de 1898 a Medellín el primer proyector de cine; la compañía del Kine Universal, Cine Kynos o Universal original de Barranquilla y que rea propiedad de López Penha y Cía.; la del mago Arak; Cine de avisos que hacía publicidad en el cine y era propiedad de Pastor Restrepo en alianza con la litografía de J.L. Arango; Cine Colombia propiedad de Francisco J. Pardo y la Compañía Eclair de Julio Racines Villegas.[3] Esta gran cantidad de compañías demostraban el entusiasmo que el cine y la proyección de películas despertaba en los empresarios, también se convertirían en la prueba de una naciente industria y de un público consumidor de películas. Una de las empresas mas importantes y exitosas que se dedicaron al negocio del cine fue la de los hermanos Di Doménico, tenían equipos, cámaras, teatros, convenios para presentar películas y derechos de distribución. Esta familia de italianos dese hace varios años hacia proyecciones en Panamá y otras ciudades colombianas como Barranquilla y Bogotá. En 1912 Giovanni Di Doménico negoció con el dueño de Cine Eclair y administrador del Circo España la presentación de películas en el teatro, el convenio consistía en la repartición en mitades del recaudo de la taquilla. La empresa de los hermanos di Doménico se llamo Sociedad Industrial Cinematográfica Latinoamericana, Sicla. Además de dedicarse a la proyección de películas gracias a sus habilidades y contactos que permitían la distribución, la empresa se dedicó a la producción de películas. Grabaron imágenes del hidroplano del empresario Gonzalo Mejía, también produjeron películas como Aura o las violetas (1923), Como los muertos (1925) y El amor, el deber y el crimen (1925). Igualmente fueron los productores de El drama del 15 de octubre (1915), película que trata el asesinato del General Rafael Uribe Uribe y que contó con la participación de los verdaderos asesinos del general, Galarza y Carvajal.[4]   Esto es un breve recuento del cine como empresa, las ideas novedosas, inventos y posibilidades que los emprendedores cinematográficos vieron en el séptimo arte. Destacan por sus habilidades, contactos y trayectoria la empresa Sicla, fundada por los hermanos Di Doménico, que gracias su capacidad para promocionar las películas y adecuar los espacios contribuyó a la creación y formación de públicos para el cine, convirtiéndola en una de las empresas mas rentables y competitivas del negocio del espectáculo hasta que fue comprada por Cine Colombia en 1927. Circo Teatro España. Fotografía de Francisco Mejía, Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto [1] Universidad Eafit. Sala de patrimonio documental. 90 años de Cine Colombia en Antioquia. http://www.eafit.edu.co/biblioteca/sala-patrimonio-documental/Documents/CINE%20COLOMBIA%20EN%20ANTIOQUIA_2017.pdf [2] Germán Franco Díez, Mirando solo a la tierra. Cine y sociedad espectadora en Medellín (1900 – 1930). Bogotá. Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2013. P. 130. [3] Germán Franco Díez, Mirando solo a la tierra… p. 132 [4] Germán Franco Díez, Mirando solo a la tierra… p. 132

Cine y diversidad sexual

Cuando hablamos de cine y producciones audiovisuales, hablamos de manifestaciones artísticas que usan distintas herramientas técnicas y narrativas que permiten la representación de la realidad por medio de la imagen en movimiento, y que sus contenidos dependen del contexto social y cultural en el que se producen. También entendemos el cine como un medio que permite comunicar ideas a través de la imagen y el sonido, además de ser un mecanismo que permite la configuración de la identidad individual y colectiva. Una de las grandes virtudes del cine es que se nutre de acontecimientos y de contextos socioculturales para la creación de contenidos y la difusión de discursos e ideas que impactan de distintas maneras a los grupos sociales. Es la capacidad comunicativa de las producciones audiovisuales las que permiten transmitir contenidos sociales, culturales, estéticos y políticos que ayudan a los públicos a reflexionar sobre sobre las realidades que estos reflejan. Al hablar de la relación entre cine y la sexodiversidad, se puede abordar desde distintos aspectos que evidencian la forma en la que la producción cinematográfica trata el tema de la diversidad sexual[1], concepto que no deja de ser problemático por las implicaciones sociales, culturales y políticas que ha tenido, tanto históricamente como en la actualidad, y que trabaja la relación entre género, identidad sexual, orientación sexual y expresión de la sexualidad. Una de las formas en las que el cine se ocupa de dicho concepto, es a través de los estereotipos que este construye sobre la homosexualidad. Los clichés que representaban tanto a gais y lesbianas en el cine eran recurrentes, los hombres eran mostrados como personajes supremamente afeminados y objetos de burla, mientras que las mujeres homosexuales se vestían de hombre en las películas. En muchas ocasiones el cine se ha acercado al tema de la homosexualidad femenina de manera erótica y en algunas ocasiones pornográfica, para satisfacer los deseos masculinos, pero generalmente las películas que exploran este tema han sido pocas, siendo las más comunes las que sobreponen dos estereotipos, la de la mujer ruda con rasgos masculinos y la de la mujer más femenina, con un comportamiento que se acerca a los patrones socialmente aceptados. La caja de Pandora (1928) producción alemana dirigida por G.W Pabst, fue la primera producción en tratar el deseo lésbico, aunque para la época el cine todavía no se atrevía a pronunciar la palabra “lesbiana”.[2] El cine de terror es usado muchas veces para representar el tema de la atracción de una mujer hacia otra, esto debido a que este tipo de películas eran menos controladas por la censura. En 1936 se produce “La hija de Drácula de Lambert Hillyer, con Gloria Holden en el papel de vampiresa con especial fijación en las mujeres; pero en décadas posteriores, a finales de los sesenta y principios de los setenta, la homosexualidad femenina en el cine de terror, resultó ser la excusa perfecta para mostrarlas ligeras de ropa. Este fenómeno conocido como sexploitation tuvo gran auge en países como España, Inglaterra o Italia.”[3] En la década del noventa se producen algunas películas con personajes lésbicos: Go Fish (1994) de Rose Troche que narra la vida de un grupo de amigas lesbianas; la india Fuego (1997) de Deepa Mehta, primer filme del país en tratar la homosexualidad de manera explícita. La homosexualidad masculina, como se dijo anteriormente, ha tenido varios clichés en las representaciones cinematográficas. Algunos de estos estereotipos homosexuales en las películas norteamericanas son: el amigo especial, refiriéndose a la relación amistosa entre hombres gays y mujeres heterosexuales o lesbianas; el chantajeado, que es víctima por sus gustos sexuales; c) el uniformado atormentado, perteneciente a la milicia, rodeado de hombres a quienes no puede expresar su amor; el guapo proveedor sexual indiscriminado; el malvado, agresor y éticamente corrupto; el cowboy afeminado y el cowboy serio y que no ha salido del closet; grupos de homosexuales amigos; pervertidos, que violan en las cárceles a sus compañeros; viejos seductores de jóvenes; supervivientes del sida.[4] Uno de los casos más controversiales es la figura del homosexual del malvado, como transgresor, muchas veces representado en villanos o personajes asociados a la criminalidad, a la delincuencia y a la prostitución, esta es una visión producto de la discriminación y de considerar al homosexual como un pecador, una persona amoral y que va en contra del orden natural. En los años setenta, después de la revolución sexual, se estrena en Estados Unidos la película The Boys in the Band (Friedkin, 1970) dirígida por William Friedkin, en esta producción un grupo de homosexuales reflexiona sobre sus vidas. Es una película cargada de estereotipos sobre la homosexualidad, “es una película donde aparecen homosexuales hablando en primera persona, son proclives a la neurosis y la depresión. Todos se reúnen para celebrar la fiesta de cumpleaños de Harold (Leonard Frey). El personaje Michael (Kenneth Nelson) representa al hombre viril y normalizado (se parece físicamente a cualquier heterosexual). Emory (Cliff Gorman), el más afeminado o mariquita. Alan (Peter White), un ex gay. Donald (Frederick Combs), el mejor amigo equilibrado de Michael. Hank (Laurence Luckinbill), el gay fiel, pareja de Larry. Larry (Keith Prentice), el gay promiscuo. Bernard (Reuben Greene), el negro homosexual normalizado. Y Cowboy (Robert La Tourneaux), un chico de alquiler ingenuo y poco conversador.”[5] En 1972 se estrena Cabaret de Bob Fosse que insinúa una posible bisexualidad de dos de sus protagonistas. Una película que aborda el cliché del homosexual que se acepta a sí mismo después de pasar por muchas situaciones y por un fracaso matrimonial, es Making Love (Hiller, 1982), que trata la historia de una joven que descubre que su esposo tiene una crisis relacionada con su sexualidad. En Europa también se realizan producciones cinematográficas con temáticas un poco más libres y explicitas, pero igualmente censuradas, es el caso de Una canción de amor (1950, Un chan d´amour) de Jean Genet y censurada por su contenido gay. Pasolini estrena, en 1968, Teorema, que supone la exploración de la identidad sexual como una lucha política, esta película fue prohibida

Entretenimiento y cine en Medellín en la primera década del Siglo XX*

La influencia del cine en la sociedad se ve reflejada en varios aspectos como la forma de imaginar el mundo, la socialización en espacios públicos como los teatros y permite la creación de otros encuentros como los cineclubes, además promueve nuevas formas de disfrute del ocio y del tiempo libre. También, el cine y sus proyecciones se convierten en elementos que permiten compartir a los grupos sociales un sistema de valores, conceptos sobre la moda, representaciones sobre la realidad, emociones, sensaciones y aporta a la conformación de la identidad colectiva. En esta ocasión hablaremos de los inicios del cine en la ciudad de Medellín, del contexto social y cultural de las primeras décadas del siglo XX y de las proyecciones cinematográficas como espacios de entretenimiento público. Colombia durante las primeras décadas del siglo XX se encontraba bajo la influencia y dominio político del Partido Conservador en un periodo que se llamó la Hegemonía Conservadora (1886 – 1930) que contaba con el apoyo de la iglesia católica para controlar moralmente a la sociedad colombiana. También, en estas décadas, se da el crecimiento de la población urbana, se produce un proceso de modernización de la sociedad y la economía, se produce una inserción en el mercado internacional que permite el contacto con las modas y comportamientos de otros lugares.[1] A comienzos del siglo XX, la ciudad de Medellín vivió un proceso de cambio en sus prácticas y costumbres producto de la introducción de comportamientos urbanos propios de la mentalidad occidental europea que se vio reflejada en la construcción urbana, el uso del espacio público, en el uso del tiempo libre y en las muestras y prácticas culturales. A finales del siglo XIX y comienzos del XX, Medellín era conocida como una sociedad conservadora y católica donde la participación en la vida religiosa marcaba los espacios de socialización, influenciada fuertemente por los dogmas de la fe cristiana conservadora y cuya identidad se asociaba a la cultura rural y de la arriería. Pero esto no puede negar la existencia de otras identidades que convivían en la ciudad como los afroamericanos (mineros negros), los intelectuales y los “filipichines” urbanos, estos últimos eran los hijos de la elite de la ciudad que se identificaban con la cultura urbana e importaban los comportamientos y modos de vida europea.[2]   Una propuesta de modernización de la ciudad a comienzos del siglo XX fue el Plan “Medellín Futuro” que promovió el desarrollo urbano con la construcción de parques, barrios, avenidas, edificios, se desarrolló el comercio y se realizaron acciones para garantizar la higiene de la ciudad. “La ejecución de este plan estuvo acompañada de mensajes masivos permanentes hacia los ciudadanos sobre la importancia de convertirse en ciudad, de modernizarse, de cambiar, de transformarse en algo que no se era. Las referencias a estos propósitos son constantes en los registros de la prensa de la época, tanto en la prensa liberal como en la conservadora, y en ellos aparece también una invitación frecuente e insistente a que los ciudadanos modificaran sus hábitos de comportamiento y a que la ciudad tuviera espectáculos públicos como se lo merecía.”[3] Esta idea de modernidad era reforzada por los discursos y opiniones de las personas que llegaban del extranjero, quienes sumaban a la idea de progreso la necesidad de una oferta cultural más amplia.   Antes de que el cine tuviera una acogida importante en Medellín y en medio del contexto que contraponía modernidad y sociedad parroquial, los habitantes de la ciudad accedían a diversos espectáculos de entretenimiento público y que se realizaban de manera colectiva. German Franco Díez en la investigación Mirando solo a la tierra… hace la siguiente categorización de los espectáculos y las formas de entretenimiento publicas según su finalidad: Espectáculos públicos de entretenimiento no narrativo: circo, corridas de toros, payasos, saltimbanquis, prestidigitadores y magos, en estas primaban las virtudes de los artistas. Estas actividades juntaron varias clases sociales y permitieron el disfrute en espacios como los parques de Bolívar y Berrío. Espectáculos públicos de entretenimiento artístico con estructura narrativa: como zarzuelas, teatro, óperas y conciertos, estos espacios permitieron la creación y formación de públicos. Prácticas colectivas de evangelización: liturgias, misas, celebraciones religiosas, procesiones, celebraciones patrias y obras de caridad. Prácticas lúdicas segregadas: paseos a los baños dominicales realizados por las clases populares en el Jordán en Robledo. La elite realizaba carreas de caballos y exhibiciones de autos (la primera se realizó el 12 de agosto en 1913). Prácticas ilegales o censuradas: juegos de azar y apuestas. Prácticas colectivas heredadas de la sociedad rural: peleas de gallos, venta de imágenes, bailes, fiestas veladas y riñas.[4] En las primeras dos décadas del siglo XX había en la ciudad gran variedad en la oferta cultural y de entretenimiento como el teatro, zarzuela, ópera, circo, música, canto, opereta, ilusionismo, circo, toros, etc., en medio de esta oferta hace su aparición el cine como espacio de entretenimiento público. A nivel nacional el cine revolucionó la vida cotidiana y las formas de sociabilización. Este se presentó en los distintos espacios como una novedad científica que exploraba y explotaba comercialmente la imagen en movimiento. Para los espectadores significaba la posibilidad de socializar, conocer y acercarse a otros lugares, ser testigos de paisajes y acontecimientos antes desconocidos. Las películas pasaban por un proceso de censura y control moral ya que el público y la sociedad no podía estar expuesta a cierto tipo de contenidos, como los besos largos típicos de las películas francesas. Durante la primera década, el cine italiano fue el más popular, pero para los años veinte el cine norteamericano y la industria de Hollywood dominó el mercado y las exhibiciones, influenciando la moda, los gustos y el comportamiento de la sociedad colombiana.[5] “Asistir a las proyecciones del cinematógrafo empezó a transformar la sociabilidad entre las personas, pues se creó un sitio de encuentro alternativo en el que se compartían y creaban representaciones sobre la realidad. La moda y las formas de expresión provenientes de la pantalla grande empezaron a ser recibidas por los públicos, eran interpretadas,

Cine, memoria e historia

El cine y la memoria se relacionan directamente en la manera en la que el cine es considerado una herramienta para la reconstrucción y la reinterpretación del pasado donde se mezclan y entretejen nuestra visión del mundo, conocimientos y experiencias con las imágenes que obtenemos y percibimos en distintas producciones audiovisuales, y que asimilamos como nuestras para la construcción de relatos sobre determinados temas. Además, el cine se convierte en un dispositivo de memoria con carga política, social y cultural de acuerdo con la aceptación y reacciones que sus temáticas producen en los públicos. Las distintas producciones generan sentimientos de aceptación o rechazo según su contexto de producción. Además, el cine como dispositivo o herramienta para la construcción de memoria nos permite identificar los silencios, olvidos y reivindicaciones sociales en determinados momentos históricos. A través del tiempo las producciones cinematográficas han abordado la memoria desde distintos aspectos. “Algunos de estos reflexionan sobre las formas individuales del recuerdo, los mecanismos a través de los cuales los seres humanos atesoramos imágenes y sonidos, aunque también olores y sensaciones, en nuestra memoria. Un número mayor de películas, producidas en distintas épocas y lugares, lo hace sobre la memoria como construcción social, ya sea proponiendo representaciones de ciertos acontecimientos de la historia, desde la ficción o el documental, ya sea reflexionando sobre las formas en que se construyen estas memorias a partir de las historias particulares de los sujetos que las viven o las vivieron.”[1] Algunas de las características, sobre las que hacemos énfasis, que comparten el cine y la memoria son: las dos tienen como soporte la imagen y el sonido como elementos que detonan y contienen sentimientos; otro aspecto es el carácter temporal de ambos, es el presente quién define su relación con el tiempo, el recuerdo de lo que en algún momento fue el presente es lo que conforma la memoria individual y colectiva. El cine se convierte en documento para la historia por las imágenes, memorias y relación que tiene con su contexto (tiempo y espacio) de producción; por último, tenemos el relato como base para la construcción de la narrativa, la memoria se nutre de relatos y de memorias individuales para la construcción de memoria colectiva, y el cine, se alimenta de recursos literarios y narrativos para la construcción de guiones que son la base de sus producciones. Para nuestro caso identificamos dos usos de la memoria en las producciones cinematográficas. La primera es el uso de la memoria y el recuerdo individual como parte de la narrativa y la historia de las películas. La segunda es la relación de los acontecimientos históricos y la memoria colectiva como fuentes para la realización audiovisual. No haremos énfasis en la relación entre el uso de la memoria y el recuerdo como parte de la narrativa del cine, solo nombraremos algunas películas que usan este recurso para contar su historia, como Memento, Eterno Resplandor de una mente sin recuerdos, Big Fish y Forrest Gump, esta última hace uso de los recuerdos personales del protagonista para hacer un breve recuento de varios acontecimientos históricos que produjeron alguna transformación social, política y cultural en Estados Unidos, la vida del personaje transcurre en medio de este contexto. La historia y la memoria colectiva como fuente para la producción cinematográfica es la relación que nos interesa en dos aspectos. Primero por la capacidad del cine para hacer uso de los acontecimientos históricos como temática o como telón de fondo donde ocurren los acontecimientos. Segundo, el cine como herramienta que permita la construcción de memoria y un relato colectivo. Para entender lo anterior hay que comprender como el cine se relaciona con la historia y el uso y la utilidad de este para la comprensión de procesos históricos, así como, para la generación de memorias colectivas sobre dichos procesos. El cine se relaciona con la historia de varias maneras: el uso del cine como fuente de la historia; las películas como relato histórico; el cine como agente de la historia; y el cine como vector de memoria.[2] El cine como fuente de la historia: es el uso que la historia hace de la imagen en movimiento, muchas de están son imágenes en crudo, videos que sirven como archivo y que muestran varios acontecimientos. También se puede relacionar las películas como fuentes para la historia, lo que nos muestra de su contexto de producción. El cine como relato histórico: intenta contar la historia en imágenes, evocan un periodo o acontecimientos histórico, reconstruye con más o menos rigor y basándose en fuentes, algunos aspectos de la historia. El cine como agente de la historia: es el cine que interviene en procesos sociales, que interactúa con la sociedad, es una herramienta ideológica y genera ideas sobre los procesos históricos, un ejemplo de esto es el cine de propaganda política que es pensado con la intención de generar una reacción determinada. “El cine como agente histórico logra frecuentemente (y con mayor sutileza) generar distintas ideas sobre los procesos históricos, operar al nivel de las mentalidades, ser una herramienta ideológica, donde puede ayudar tanto a establecer algún proyecto político, como imponer distintas pautas de consumo.”[3] El cine como vector de memoria: es el cine como herramienta para la construcción de la memoria colectiva, es importante decir que en este caso el cine adquiere una connotación de reivindicación política, social y cultural. “En el proceso de la construcción de la memoria colectiva sobre un hecho, las películas cumplen, sobre todo en nuestra época, un papel fundamental. Podemos decir que hasta llegan a reemplazar los recuerdos y vivencias directas que tenemos sobre los distintos acontecimientos; éstos quedan sobreimpresos por las imágenes de aquellas películas significativas que le dieron un molde a nuestras propias imágenes del pasado. Filmes que terminaron por enseñarles a las nuevas generaciones las formas posibles, muchas veces predominantes, de pensar un hecho.”[4] Estas son algunas de las características que relacionan al cine con la memoria y la historia, es a partir de estas que se pueden analizar distintas producciones cinematográficas y

Un lugar para vivir y recordar

La biblioteca, en su interés por dinamizar aspectos sociales, culturales y la memoria del corregimiento de Santa Elena, presenta el siguiente escrito elaborado por uno de los integrantes del grupo de investigación “Reconociéndonos. Memorias de Santa Elena” que genera contenidos sobre el territorio. En esta ocasión podrán conocer una propuesta de memoria, que busca recordar, vivir y nunca olvidar. Agradecemos a Marta Chavarriaga, Jorge Alberto Hernández, Betty de la Pava, Gladys Rojas y demás personas que han acompañado este proceso de investigación que busca la difusión y apropiación de la memoria del corregimiento de Santa Elena. Cerca al parque de Santa Elena, por la carretera que conduce a Rionegro, está la botica los Gallo, el café Danubio, la barbería Hoyos, un antiguo consultorio médico, una colección de cerámicas prehispánicas, relojes antiguos, instrumentos musicales, imágenes religiosas, una cantina con rockola, una colección de carros antiguos y otra de esculturas. Luis Fernando Hoyos, quien dice que le gusta luchar con la vida porque no le gustan las cosas fáciles, compró la casa llamada “Santa Elena” hace 35 años; le costó 600 mil pesos de los cuales pagó 300 mil de contado y los restantes a 6 meses, sin intereses.  Construida a principio del siglo XX, perteneció a don Ricardo Botero, nacido en 1869, quien también fue dueño en Medellín del “Castillo de los Botero” o “Casa Botero” de corte republicano, ubicada enseguida de la iglesia de Buenos Aires, donde funcionó la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, y hoy está la clínica del Sagrado Corazón de Jesús. Cuando compró “Santa Elena”, el terreno estaba lleno de cepas de pino porque un dueño anterior, creyendo hacer un buen negocio, cortó toda la pinera y la vendió a los madereros de Guayaquil; cuando quiso venderla nadie se la compraba porque no podían tractorar la tierra para la agricultura ni hacer potreros para el ganado. Son 60 cuadras y el bosque es nativo. Don Luis Fernando compró un bulldozer pequeñito que le tocó restaurarlo, luego compró otro más grande y fue sacando todas las cepas y junto con don Héctor Hincapié se puso a sembrar papa, no para negocio, sino para recuperar la tierra. Ensayó “de todo, menos cosas malas”: agricultura, lechería, avicultura; tuvo conejos, le bregó por todos los lados, pero nada le funcionó. Al principio montó un  negocio, una ramada, al pie de la carretera para vender los productos de la tierra, pero algunos campesinos de alrededor se iban para la Secretaría de Gobierno y le hacían sellar el negocito: “Lo  sellaban por la mañana y yo con la ayuda de un abogado, por la tarde subía para desellar; pero algún día dijo que no quería fregar más con eso” Cuando vendió el ganado se enmontó la finca y entonces llevó los burros  que tiene actualmente a quienes alimenta con aguamiel, harina de maíz y melaza para que tengan buena sal y le mantengan motiladito el pasto, pues le interesa  que los potreros se mantengan bonitos. “La negra noche” es una perrita que botaron en un alcantarillado en Sajonia, él la sintió chillar y la rescató; ella es muy noble y ahora es lo más importante en esta casa. Por mucho tiempo contó con la ayuda de don Juan Antonio Atehortúa, quien cuando entró a trabajar como mayordomo  le advirtió: “yo tengo un vicio  y es que  no duró más de 6 meses trabajando en el mismo lugar porque me coge la gana de andar  y si yo paro la cola y me voy, no tengamos que peliar” y duró hasta que murió muchos años después, sin sacar vacaciones porque nunca quiso hacerlo: “vea don Luis Fernando: si usted me manda pa la casa a sentarme en una ruana, a ver llover y a ver mis hijos morir de hambre y sin empleo, yo me enloquezco, yo necesito esto, es por la cabeza”. “Esta finca le dolía más que a mí.  Yo adoré a ese viejo, lo lamenté mucho cuando se murió” nos contó don Luis Fernando quien en el museo exhibe su fotografía con un sombrerito campesino y una camisa de cuadros cafés. Luego de la muerte de Juan Antonio, le recomendaron un buen mayordomo quien sembró marihuana en el monte, y cuando se vio cogido, se voló.  Ha tenido muchos mayordomos, y algunos le robaron “hasta el apellido”. Reconoce con tristeza que todos tenemos una vena de pillos heredada de los españoles que nos colonizaron, cosa que le duele porque “como es de bueno trabajar, sentirse uno que realiza un sueño, que fue capaz, sobre todo, eso es mejor que la plata, pero no todo el mundo lo entiende así”. La casa está restaurada igual a la original, perfecta en todo sentido. En 35 años, si ha dormido allí 4 veces, no ha dormido 5, porque como también tiene la “goma” por los carros antiguos, los fines de semana los dedica a arreglarlos y restaurarlos. Su profesión es ser un enamorado de las antigüedades, “yo me enamoré de ellas desde que nací”.  Es un anticuario, pero no de compra y venta, porque “yo lo que compro que salga de aquí después de que esté muerto, mientras esté vivo, no” comenta este coleccionista de autos antiguos, arte y toda clase de antigüedades. 500 fotografías en sepia de la historia de Medellín, una lámpara de plata colgada en un lazo, una cámara fotográfica de estudio que tuvo Melitón Rodríguez a finales de 1.800, un secreter, un escritorio viejo con la pluma que se acostumbraba para los tinteros, un proyector de filminas, muchos cuadros, entre ellos uno del purgatorio , un púlpito de iglesia porque, nos confiesa, que una de las cosas que conversando íntimamente con Dios le dijo , es que le va a hacer la capilla más hermosa de Colombia.   “No lo digo con orgullo, lo digo con humildad, pero tengo que decirlo porque estoy en capacidad de demostrarlo: tengo los implementos más impresionantemente auténticos, coloniales, como santos, confesionarios, cuadros y un montón de joyas más, pero hacer la

El Castillo. El sueño de una princesa guerrera

La biblioteca, en su interés por dinamizar aspectos sociales, culturales y la memoria del corregimiento de Santa Elena, presenta el siguiente escrito elaborado por uno de los integrantes del grupo de investigación “Reconociéndonos. Memorias de Santa Elena” que genera contenidos sobre el territorio. En esta ocasión podrán conocer El Castillo, el sueño de un habitante del territorio. Agradecemos a Marta Chavarriaga, Jorge Alberto Hernández, Betty de la Pava, Gladys Rojas y demás personas que han acompañado este proceso de investigación que busca la difusión y apropiación de la memoria del corregimiento de Santa Elena. En la vereda Barro Blanco hay un castillo construido por una mujer. Lo hizo sin planos, diseñándolo de acuerdo con lo que iba encontrando en las ventas de demoliciones y guiada por la intuición, la tenacidad, la imaginación y el sueño que tenía desde niña. Betty de La Pava, la princesa que lo soñó, también es una guerrera que lo hizo real.  Desde pequeña le encantaban estas misteriosas y bellas construcciones de siglos pasados y por eso visitaba con frecuencia el museo El Castillo de Medellín, edificación inspirada en los castillos del Valle de Loira en Francia, que fue construido en 1930 al estilo gótico medieval. Cuando viajó a Europa tomó muchas fotos de castillos y tuvo la idea de construir uno para ella. Betty creció oyendo decir a su alrededor “vamos a la finca”, eso le llamaba la atención porque su familia no tenía finca y tener una era una idea que se veía muy lejana y requeriría de mucha inversión, pero como siempre ha sido muy ahorradora y convencida de que los sueños se pueden hacer realidad, un día pensó que ella podría comprar un terrenito en el campo, y de esta manera empezó a ahorrar dinero. Cuando regresó de Europa, hace 24 años, compró, junto con su hermano, el terreno donde se encuentra hoy el Castillo. Empezó a dibujar su sueño y a visitar las demoliciones que había en la ciudad, pues por ese tiempo se inició la construcción del metro y muchas casas y negocios tuvieron que ser demolidos. Sin planos, y de acuerdo con lo que iba encontrando en medio de los escombros de las demoliciones, trazaba el diseño en su mente transformando y acomodando ideas, diciéndole al trabajador qué era lo que había que hacer, éste le seguía la corriente o le mostraba la imposibilidad de llevar a cabo determinada idea. Trabajaban un tiempo hasta que la plata y los materiales se agotaban, y descansaban otro. Un día, en alguna de las demoliciones, encontró una escalera en caracol y se le ocurrió hacer un segundo piso para el castillo. Consiguió además 17 ventanas que fue poniendo de a poquitos, porque, aunque siempre regateaba el precio de los materiales, el transporte era lo más costoso, pues el ladrillo macizo que consiguió era muy pesado y además tenía que dejar el carro en donde ahora está el estadero El Silletero porque en ese entonces no había carretera para la vereda Barro Blanco. Cuando le contaron que en la vereda El Plan había un castillo construido, se fue a conocerlo para concretar ciertas ideas que tenía. Un profesor de la Universidad Nacional le dio la idea de resaltar unos arcos y le diseñó el escudo de armas, o logotipo del “Castillo de las Pavas del Soto” que ella hizo en cerámica y lo incrustó en sus paredes. Tiempo después, cuando quiso legalizar la propiedad, el municipio le exigió los planos, entonces una arquitecta los hizo, sobre la construcción ya terminada.  Arriba del garaje que está a un lado del castillo, Betty construyó un salón donde se retiraba a pintar, leer o coser.  Lo llamó el salón de arte.  Conformó un costurero con mujeres de la región donde empezaron a pensar la forma de empoderar a las mujeres cabeza de familia por medio del trabajo manual que realizaban.  Después de muchos ires y venires en la Alcaldía, les dieron las maquinarias y en la escuela de la vereda El placer les adecuaron un lugar. Lograron contactos, fueron a ferias y consiguieron buenos contratos durante varios años hasta que por circunstancias particulares de algunas de las integrantes tuvieron que terminar con el proyecto. Luego su vida tuvo un viraje: adaptó el taller como habitación, y se unió al programa Verde Mujer para alquilar el castillo como alojamiento, hasta que le exigieron registrarse en la cámara de comercio, cosa que no hizo porque este proyecto no le estaba dejando ninguna ganancia.  Volvió a habitar en su sueño, alquiló el apartamento aledaño y hoy vive acá y en Medellín, ya que como maestra que fue, ahora está “maestriando” con su única nieta y le da infinitas gracias a la vida por haber tenido la oportunidad y el empeño para construir ese castillo que soñó la princesa y construyó la guerrera.

Juventud, cine y rock en Estados Unidos en las décadas del 50 y 60

Después de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos se vivía una época de prosperidad nunca vista, que giraba en torno a la cultura del consumo, manifestada en supercarreteras, automóviles, satélites, zonas residenciales suburbanas, televisión, tarjetas de crédito y autocinemas. Este estilo de vida de la clase media norteamericana comenzó a exportarse a otros países en nombre de la modernidad y se convirtió en el símbolo del progreso y del mundo feliz al que podía acceder el ciudadano promedio. Pero no todo era “color de rosa”, en medio de la felicidad y tensiones provocadas por la Guerra Fría, nacía el movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos y la misma sociedad comenzaba a cuestionar el sistema de valores norteamericanos. En la década de los cincuenta los jóvenes en Estados Unidos estaban dispuestos a hacerse escuchar. Pertenecían a una clase media en ascenso, con un alto poder adquisitivo, acceso a la educación y suficiente tiempo libre para consumir las ofertas del mercado. Estos jóvenes no veían el mundo con los mismos ojos de sus padres e hicieron evidentes sus diferencias con las ideas del mundo adulto, sus formas de protesta fueron plasmadas en todo tipo de expresiones y acciones. Un ejemplo de rebeldía juvenil se puede encontrar en los beats estadounidenses, pequeño grupo de escritores, poetas, pintores y músicos, quienes en sus deseos de salirse de las convenciones sociales de la clase media criticaron la sociedad tecnocrática. “Su camino a la liberación incluía drogas alucinógenas como la marihuana, el sexo libre, una inclinación por el jazz y la vida de los guetos urbanos, una afinidad con el misticismo y la filosofía oriental, el budismo, en fin, un espíritu inquieto y aventurero.”[1] Los jóvenes empezaron a ser vistos como “rebeldes sin causa” que cuestionaban el mundo de los adultos, eran asimilados a criminales y desadaptados sociales, como lo muestra la película de 1955, Rebelde sin causa. Estos problemas juveniles eran vistos como el resultado de la desintegración familiar, la falta de valores religiosos y morales, la ausencia de instituciones cohesionadoras de la moral social y la influencia nociva de las “tendencias de la cultura popular”.[2] Es cuando, en medio de nuevas formas de consumo –apogeo de la sociedad de consumo y masificación de los medios de comunicación– se presentan alternativas de expresión y aparece una manifestación cultural nunca vista, que transformó no solamente a los jóvenes de Estados Unidos, sino a los jóvenes de una gran parte del mundo. Es así como a mediados de la década del cincuenta hace su aparición el rock and roll. El rock fue tomado como bandera de identidad juvenil, más allá de la música. Transformó bailes, atuendos, peinados, objetos, lenguajes, espacios de socialización y rituales. Los jóvenes –en muchas partes del mundo– encontraron en el rock su música y su propia cultura, los elementos perfectos para construir su identidad. La aparición de la juventud como grupos social permitió, por un lado, la explotación por parte de la industria cultural del naciente mercado juvenil, que, a través de canales de difusión como la publicidad, el cine, la televisión y el rock, rompió con los parámetros de comportamiento establecidos en las décadas anteriores, permitiendo la apropiación por parte de los jóvenes de la música, la moda y el lenguaje propio de la década del sesenta. Por otro lado, se produjo un aumento en los ánimos revolucionarios de dicho grupo, más que todo de los estudiantes, que promulgaban el cambio político y social. También surgieron movimientos contraculturales como los betniks y los hippies, quienes, mediante la liberación sexual, el consumo de drogas y el rock como principal expresión artística, mostraron su inconformismo con las normas de sus padres, la moral y la religión que reprimían la liberación personal. En los años cincuenta se construyó una doble imagen de los jóvenes, por un lado, estaban los jóvenes respetables e inocentes, bien educados destinados y dispuestos a reproducir el orden social establecido por los adultos, y por otro, estaban los jóvenes rebeldes, los que cuestionaban el mundo heredado por sus padres[3]. Es importante señalar que la cultura juvenil que comenzó a gestarse a finales de los cincuenta y que se consolida en la década del sesenta tenía tres características: primero, la juventud dejó de verse como el tránsito hacia la vida adulta; en segundo lugar, empezó a verse como una fuerza adquisitiva importante para el mercado de bienes de consumo; y por último tenía un carácter internacional, cuyos elementos característicos eran el uso del jean y el rock. Los “jóvenes rebeldes” con su apariencia y su comportamiento transgresor fueron fuente de inspiración para los de la clase media y alta que adoptaron esta actitud, producto de la industria cultural que vendía el modelo de juventud estadounidense impulsado por la proyección de películas norteamericanas a mediados de esta década, como El salvaje (1953) con Marlon Brando, Semilla de maldad (1955) y Rebelde sin causa (1957) con James Dean. Películas como Rock around the clock (1957) con Bill Haley, El Prisionero del rock (1957) y El rey criollo (1958) con Elvis Presley, relacionan la rebeldía juvenil y la música para acercar a este público al cine, pero más importante aún, estas películas reflejan ese contexto en el que la juventud tenía sus propias practicas sociales y culturales alejadas del mundo adulto. Este público pertenecía, como se dijo anteriormente, a los sectores medios urbanos, que se caracterizaban por una mayor escolarización, capacidad adquisitiva para consumir bienes y servicios como los electrodomésticos y el tiempo libre para el consumo cultural. La distancia entre generaciones se iba agrandando, los jóvenes estaban viviendo nuevas experiencias que sus padres no habían vivido, entre ellas la posibilidad de cursar estudios secundarios y universitarios, insertarse en un medio social y cultural nuevo y retrasar su ingreso al mercado laboral. “Los patrones de consumo y los estilos de vida, entre los cuales se encontraban los valores respecto a la familia, la pareja y las relaciones sexuales, constituyeron una zona de escisión generacional y sirvieron para reafirmar los nuevos estatus sociales

Cine y literatura

La interacción entre cine y literatura es variada y se da en doble vía. Hay estudios que analizan y ponen evidencia distintos aspectos de la relación entre estas dos manifestaciones artísticas, unos aplican estructuras del análisis literario a las producciones audiovisuales y su lenguaje narrativo, otras estudian y comparan los géneros literarios con los cinematográficos, y otros, aplican modelos sociológicos para estudiar la forma en la que los públicos reciben y se apropian de las obras. En nuestro caso hablaremos brevemente de la relación entre la literatura y el cine y de algunas características narrativas que comparten. Las similitudes se pueden evidenciar en el guion cinematográfico y su contenido literario y narrativo, este es el precursor del argumento y la trama de la creación audiovisual. “La trama literaria puede servir como punto de partida para la construcción del filme; sin embargo, debe ser recodificada, pues las leyes de desarrollo del argumento cinematográfico son específicas. Según esto, toda adaptación inicia, de acuerdo con Eco, en el momento en que se abstrae la estructura de la trama. Los cuentos y las novelas, inspiración mayoritaria de los filmes, relatan historias; de forma semejante, las películas presentan argumentos. El cine vendría a ser pues, una «especie narrativa» más; su diferencia con la literatura radica en los medios expresivos de que se vale para desarrollar la trama”.[1]     De esta manera la idea original, la palabra contenida en el guion, se vuelve imagen en movimiento, se convierte en una producción audiovisual que usa los elementos de la narrativa cinematográfica para reinterpretar el texto y transformarlo en imágenes usando juegos de luz, distintos planos, sonido o música.   El elemento narrativo en el cine se asocia a la trama, cada película cuenta una historia, las imágenes en movimiento tienen un significado, además de los diálogos y otros elementos, que permiten que la historia pueda ser contada.  La imagen se convierte en “la representación icónica muestra el objeto y sugiere algo a propósito de éste. La imagen no sólo remite a una realidad concreta, sino que estimula la red de valores y simbolismos depositados en ésta por la sociedad; así, el fotograma de un arma alude a la violencia, el enfrentamiento y la criminalidad.”[2] Otro aspecto del lenguaje del cine es el movimiento, de las imágenes, este permite crear la sensación continuidad, la sucesión de acontecimientos que dan verosimilitud al desarrollo de una historia. La representación es otro de las características de la narración cinematográfica, es la forma en la que los directores cuentan la historia, son los elementos que utilizan, los formatos usados para llegar a distintos públicos. El carácter narrativo es lo que asemeja al cine y la literatura, los dos sirven para narrar historias, se alimentan de los acontecimientos cotidianos y las fantasías humanas para encadenar hechos y acontecimientos que conforman, ya sea mediante la palabra o las imágenes, la base de cuentos, novelas o películas. Algunas de las características que acercan a los públicos y que relacionan el cine con la literatura son: el interés del espectador, es decir, las motivaciones personales que hacen que este quiera acceder a la obra, es la forma en la que las producciones y sus formatos se generar una identidad con las vivencias de los públicos; otro es la capacidad para generar  emociones, como usan distintos aspectos de la narración para construir una ambientación que enganche al espectador; la tercera es el genio del escritor o el director, es este quien tiene la capacidad para hacer de su creación una obra diferente a las otras, que deje de lado los lugares comunes y se convierta en algo que va más allá de lo ordinario. “Esta voluntad esquiva de mantener la atención cueste lo que cueste, de crear, y luego conservar la emoción para mantenerla, encumbra a determinados artistas, y castiga a otros con la indiferencia. El director de cine ejerce su imperio y su dominio no solo en las crestas o vértices de las historias, sino también en las escenas de exposición, en las de transición y en todas las acciones habitualmente ingratas de las películas. El artista de talento deshecha por horrible a lo ordinario”[3]; por último, tenemos el universo narrativo, es el lugar donde ocurren los hechos, son las características del espacio y los acontecimientos que el espectador puede asociar con experiencias o deseos personales. Estas similitudes permitieron a que los cineastas se animaran desde los inicios del cine a realizar adaptaciones de obras literarias. Algunas giran en torno al cambio y la extensión de los contenidos, a la adaptación y reducción del material literario para que sea acorde al formato cinematográfico. Otras hablan de la relación o las consecuencias que pueden tener sobre una novela las adaptaciones cinematográficas. Bazin “afirmaba que por muy empobrecedora que sea una adaptación, nunca va a dañar al original, nunca mermará el aprecio que una minoría siente por esa obra. En cuanto a los que no conocen el original, Bazin apunta que o bien se conforman con la película o bien la misma les empujará a leer la obra literaria. Con lo cual no hay efectos negativos posibles para este autor.”[4] También hay ideas que cuestionan si estas producciones cinematográficas son consideradas nuevas creaciones, ya que, aunque están basadas en obras literarias, es un lenguaje diferente que parte de una preselección de lo que puede ser narrado. Otros hablan de la integridad y adaptar la esencia de la obra. Otros estudios sobre la adaptación comparan la capacidad de expresión entre cine y literatura. “Según Faro Fortaleza (2006) en un segundo la cámara puede aportar detalles que en una novela ocuparían numerosas páginas. El relato literario es secuencial, [..] con lo que solamente podemos acceder a lo que nos dicen las palabras, aunque infiramos o deduzcamos. El relato fílmico, sin embargo, es multisecuencial, lo que significa que las informaciones se superponen en la pantalla para que las procese el espectador. Por ello, se puede decir que el cine respecto a la literatura actúa por condensación.”[5] Teniendo en cuenta que la

Sala múltiple el vagón: una caja de música y un bosque sembrado por los pájaros y las abejas

La biblioteca, en su interés por dinamizar aspectos sociales, culturales y la memoria del corregimiento de Santa Elena, presenta el siguiente escrito elaborado por uno de los integrantes del grupo de investigación “Reconociéndonos. Memorias de Santa Elena” que genera contenidos sobre el territorio. En esta ocasión podrán conocer un poco de la historia de una iniciativa pedagógica y musical llamada El Vagón Sala Múltiple. Agradecemos a Marta Chavarriaga, Jorge Alberto Hernández, Betty de la Pava, Gladys Rojas y demás personas que han acompañado este proceso de investigación que busca la difusión y apropiación de la memoria del corregimiento de Santa Elena. En la casa 14 del camino La Paloma, en la vereda El Plan, en Santa Elena, desde hace 17 años hay un vagón del ferrocarril de Antioquia que funciona como sala múltiple destinado a la recreación de la música, el ensamble y la pedagogía musical, donde se puede disfrutar de recitales de guitarra clásica, canción poética y además se dictan clases de guitarra.       En el 2001  un hombre enamorado de la música y de la pedagogía, compró, por 2 millones de pesos este vagón que puede ser de 1930, que pesa 7 toneladas, se encontraba guardado en el sur de Medellín y fue  traído al estadero Caña Brava, en la vía a Santa Elena, en donde permaneció seis años convertido en lugar de rumba y encuentros públicos que lo deterioraron hasta el punto de quedar sin puertas ni ventanas, los vidrios rotos, con las paredes y pisos en muy mal estado.  El maestro de música alquiló una tractomula y una grúa y lo subió por la loma de la carretera a la vereda El Plan, le arregló el piso y lo adaptó como aula. El artífice de esta propuesta es Hernán Zapata, quien nació en Medellín en el barrio Las Palmas y lleva aproximadamente 35 años viviendo en Santa Elena, siempre en la vereda El Plan. Además de ser compositor, desde los 12 años ha estado enamorado del sonido de la guitarra y se propuso aprender a tocarla con un profesor particular del vecindario; luego entró al Liceo Antioqueño y fue parte de la estudiantina, estuvo en la academia musical Diego Echavarría M. y también en el conservatorio de música donde empezó a estudiar la nota y fue profesor por algún tiempo. Allí regresó después de 30 años gracias a una beca de la Alcaldía y la Universidad de Antioquia para estudiar Licenciatura en Pedagogía que cursa actualmente. Trabajó con el grupo de muñecos del teatro La Fanfarria, musicaliza poetas y tiene un dúo con Agustín, su hijo, quien lo acompaña con el bajo electrónico.   Sofía, su otra hija hizo parte de la Banda del Liceo de Santa Elena.  Su esposa Zulma Orozco ha sido su compañera en este y otros tantos proyectos que han llevado a cabo en su hogar.  Pusieron un restaurante, pero se dieron cuenta que eso no era lo de ellos.  Durante mucho tiempo tuvieron ovejas y ahora quisieron cambiar de vocación con el terreno porque sintieron que querían oxígeno, entonces regalaron las ovejas a la universidad nacional y como éstas dejaron el campo abonado, los pájaros y las abejas sembraron el bosque donde ahora hay encenillo, siete cueros, chilca, olivo de monte, entre otros. Y aunque en el 2009 el proyecto de la sala múltiple: “El Vagón” fue ganador del premio innovación concurso capital semilla del municipio de Medellín, Hernán afirma que la administración municipal nunca ha tomado en serio su propuesta.    

El cine en la Segunda Guerra Mundial

Al igual que la primera, la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) fue un acontecimiento que involucró a la mayoría de los países del mundo, ya fuera de manera directa o indirecta. Es importante recordar que este enfrentamiento bélico es consecuencia de lo ocurrido tras finalizar la Gran Guerra: “La segunda guerra mundial tal vez podía haberse evitado, o al menos retrasado, si se hubiera restablecido la economía anterior a la guerra como un próspero sistema mundial de crecimiento y expansión. Sin embargo, después de que en los años centrales del decenio de 1920 parecieran superadas las perturbaciones de la guerra y la posguerra, la economía mundial se sumergió en la crisis más profunda y dramática que había conocido desde la revolución industrial (véase el capítulo III). Y esa crisis instaló en el poder, tanto en Alemania como en Japón, a las fuerzas políticas del militarismo y la extrema derecha, decididas a conseguir la ruptura del statu quo mediante el enfrentamiento, si era necesario militar, y no mediante el cambio gradual negociado. Desde ese momento no sólo era previsible el estallido de una nueva guerra mundial, sino que estaba anunciado.”[1]  Otra de las causas es el descontento provocado por las sanciones impuestas a los países derrotados en la primera guerra, como el tratado de Versalles, considerado por los alemanes una humillación y que fue usado en los discursos para enardecer los ánimos nacionalistas que permitieron el ascenso al poder figuras autoritarias como Hitler. La guerra comenzó después de que Alemania invadiera Polonia en 1939, la cual fue repartida territorialmente con la URSS. Después en 1940, Alemania derrotó a Noruega, Dinamarca, Países Bajos, Bélgica y Francia con gran facilidad, ocupó los cuatro primeros países y dividió Francia en dos partes, una zona directamente ocupada y administrada por los alemanes victoriosos y un “estado” satélite francés (con su capital en un balneario de provincias, Vichy). El único país que quedaba para hacerle frente a Alemania era Gran Bretaña, que estableció una coalición encabezada por Winston Churchill que rechazaba cualquier tipo de acuerdo con Hitler. Uno de los acontecimientos que definió la guerra fue la invasión de Alemania a la URSS el 22 de julio de 1941, esta decisión llevó a que el ejército alemán luchará en los dos frentes, el oeste y el este. Al principio la victoria alemana parecía una realidad, sin embargo, cuando   su ejército  se encontraba a las afueras de Moscú el ejército de la URSS, en extraordinario esfuerzo, logró reorganizarse y derrotar a los alemanes. Las dificultades que el ejército alemán tuvo cuando enfrentó a los rusos debido a la prolongación de los enfrentamientos provocaron la derrota alemana. Entren los años de 1942 - 1943 los alemanes lanzan una nueva ofensiva con algunas victorias, pero en Stalingrado las fuerzas de Hitler fueron contenidos, rodeados y obligados a rendirse. A partir de este momento comienza la ofensiva rusa que los llevaría a Berlín, Praga y Viena y a la derrota alemana.[2] Uno de los aspectos por los que hablamos de un conflicto mundial fueron los enfrentamientos que se desarrollaron en África, donde el ejército alemán comandado por Erwin Rommel hizo frente a los británicos en el Próximo oriente. Otra característica de la mundialización del conflicto son los levantamientos anti imperialistas en los territorios ocupados por Gran Bretaña y que fueron por la confrontación bélica. El triunfo de los alemanes en en el sureste asiático dejó un vacío imperialista que fue aprovechado por los japoneses que se estableció, a manera de protectorado, en lo que fueron las posesiones francesas en indochina. Estados Unidos reaccionó frente a la ampliación del poder del Eje hacia el sureste asiático ejerciendo una fuerte presión económica sobre Japón, cuyo comercio dependía de las comunicaciones marítimas. Este conflicto desencadenó la guerra entre los dos países, Japón atacó Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 lo que determinaría la intervención norteamericana en la guerra y e dio al conflicto una dimensión global. [3] Las ambiciones imperialistas de Japón motivaron la intervención de Estados Unidos en la guerra, quienes consideraban el Pacífico como un escenario normal de intervención. Básicamente fue el embargo económico norteamericano al comercio y a las importaciones oceánicas japonesas lo que obligaron a Japón tomar medidas y entrar a la acción, esto resultó siendo una jugada suicida ya que provocó la intervención de Estados Unido, con sus fuerzas superiores, en la guerra y salir victorioso del conflicto. La decisión de Hitler de declararle la guerra simultáneamente a Estados Unidos y la URSS terminó decidiendo el resultado de la segunda guerra mundial ya que para 1943 el ejército alemán había alcanzado el máximo de su potencial bélico, pero no fue hasta 1944 cuando los aliados llegaron al continente europeo que se proyectaba la derrota alemana. “No es necesario continuar la crónica de los acontecimientos militares, excepto para señalar que, en el oeste, la resistencia alemana fue muy difícil de superar incluso cuando los aliados desembarcaron en el continente en junio de 1944 y que, a diferencia de lo ocurrido en 1918, no se registró en Alemania ningún conato de rebelión contra Hitler. Sólo los generales alemanes, que constituían el núcleo del poder militar tradicional prusiano, conspiraron para precipitar la caída de Hitler en julio de 1944, porque estaban animados de un patriotismo racional y no de la Gotterdammerung wagneriana que produciría la destrucción total de Alemania. Al no contar con un apoyo sustancial fracasaron y fueron asesinados en masa por elementos leales a Hitler. En el este, la determinación de Japón de luchar hasta el final fue todavía más inquebrantable, razón por la cual se utilizaron las armas nucleares en Hiroshima y Nagasaki para conseguir una rápida rendición japonesa. La victoria de 1945 fue total y la rendición incondicional. Los estados derrotados fueron totalmente ocupados por los vencedores y no se firmó una paz oficial porque no se reconoció a ninguna autoridad distinta de las fuerzas ocupantes, al menos en Alemania y Japón. Lo más parecido a unas negociaciones de paz fueron las conferencias celebradas

Un monje paisa nacido en Cuba

“Yo soy un paisa nacido en Cuba con pasaporte gringo, cédula de colombiano, mi abuelo neoyorquino, mi abuela francesa y mis abuelos judíos marroquí. Mi mamá antioqueña que es mi lado colombiano …  y otras yerbas”   De niño tuvo un trauma de localización y de fronteras.  Cuando decía que era de acá, no le creían porque no nació en el Parque de Berrío, entonces tuvo que inventarse esta presentación que repite cuando le preguntan de dónde es. Por el lado de su madre tiene grandes raíces antioqueñas que lo llevan hasta el comienzo de esta montaña, a Media Luna, a la casa grande llamada Campos de Gutiérrez, una hacienda cafetera y residencia artística en la actualidad. Eduardo Monzón-Aguirre es su nombre, nació en Cuba en 1947 y llegó a Santa Elena en 1982; la mitad de su vida ha estado unido a estas montañas que ama profundamente.  Cuando le preguntan si es escritor, poeta o profesor contesta que de todo un poco ya que por herencia cubana y antioqueña (su abuela era prima del poeta Epifanio Mejía), tiene sensibilidad poética para el verbo y el ritmo, la palabra y la conversación. Es un monje Benedictino que, en el año 1967, de 19 años entró al monasterio de Santa María de la Asunción de Envigado fundado por monjes catalanes de la abadía de Monserrate, de tradición milenaria. Quiso pararse frente al altar para presentar la ofrenda y en el seminario comprendió que lo que quería era ser la ofrenda. Como pichón de monje, en 1968 fue fundador, con 4 jóvenes más, del monasterio Benedictino Santa María de la Epifanía en Guatapé en donde se dedican a la búsqueda exclusiva de Dios siguiendo la regla de San Benito orientada a la oración, el estudio y el trabajo, en un ambiente que posibilita una actitud permanente de escucha y diálogo con el señor. Es por esto por lo que tienen importancia central el retiro, la soledad y el silencio, que no significan rupturas, al contrario, disponen para la escucha y acogida del hermano. Estudió en Roma, en varios países europeos y en Inglaterra y en el 1976 regresó al país y se ordenó como sacerdote. Como es un curioso de las ciencias naturales, especialmente de la entomología, que estudia los insectos, en 1981 conoció el laboratorio de investigación forestal del Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente. Descubrió un mundo diferente en la azotea de la ciudad, con aproximadamente 3.000 hectáreas de bosque, una comunidad sencilla y aislada en estas montañas y fue cuando sintió que le susurraba una voz que lo invitaba a quedarse en ese lugar. Eligió el 15 de agosto de 1982, día de asunción de la virgen, para seguir ese llamado y hacer su tránsito a la montaña. Llegó a las 5 de la tarde a la finca del doctor Villa que se la prestó porque iba a estar 3 meses de viaje fuera del país. 1983, un tiempo considerado por él como de depuración, le permitió estar en el embalse de Piedras Blancas por 9 meses en silencio y los sábados y domingos ofrecía la misa en el lugar donde hoy está la estación del metro cable Parque Arví. Conoció a la gente de una belleza simple, natural, auténtica y aprendió mucho de ellos, porque él “no vino para enseñar, sino para aprender.” Sintió el cruce de una dimensión que lo jalaba y otra que lo llamaba. La que jala es vertical: “el silencio adorante y subiente”; y también lo llamaban los otros, los hermanos, los campesinos que están acá: “la dimensión operante y sirviente, para compartir con ellos.” Conoció al padre Jorge Enrique Suárez que era el párroco de El Retiro, Rionegro, Envigado y Guarne que conformaban una sola parroquia; se entendieron muy bien y fue su inspiración para soñar con una ermita. Como monje a veces le urge la necesidad de tener un lugar de intimidad: “así como el poeta necesita un lugar silencioso para escribir, el investigador para analizar y el pintor para pintar, el monje necesita espacios más profundos para adentrarse.  No es para separarse, es para encontrarse.” Entonces empezó a soñar con una iglesia y se le ocurrió preguntarle a la comunidad que si no sería bueno construir una pequeña capillita.  Lo vio como una necesidad, porque cada sector en Santa Elena es una comunidad, una familia con sus particularidades.  Santa Elena es una comunidad de comunidades. De esta manera fue que junto a los habitantes de la vereda Piedras Blancas construyó la Ermita de la Santa Cruz del Tambo a comienzos de la década del 90. En todo este tiempo en la región ha visto una evolución  social muy buena de tipo práctico como las soluciones económicas para la gente, y otras no tan buenas como la pérdida de ciertas prácticas , por ejemplo, recuerda cuando él caminaba solo por el bosque para meditar, pensar, elevarse, sintiendo el “amor flotante” y ahora hay mucha gente; o ver cómo los nativos antes eran más unidos y se volvieron individualistas por necesidad ya que vieron  invadido su territorio por el turismo y les toca atender a una comunidad flotante . El padre Monzón, para quien el trauma de los límites y las distancias ya no existe, ahora siente que esta es una montaña con la inocencia perdida.

La mirada del cine. Migraciones.

Nadie duda que el cine, y otros formatos audiovisuales como los cortometrajes y los documentales, a través de imágenes y sonidos ofrece una interpretación del pasado y de las características de una época. Parafraseando a Marc Ferro, quién investiga la relación entre cine e historia, el cine con su lenguaje narrativo que nos aproxima a la vida real, a la vida cotidiana y los elementos que la conforman como las ideas, palabras, imágenes, motivaciones, preocupaciones, ilusiones y emociones. “Únicamente el cine nos proporciona una adecuada reconstrucción de cómo las gentes del pasado vieron, entendieron y vivieron sus vidas.”[1] El cine se convierte, además de un documento histórico, en un elemento que hace parte de la memoria colectiva que permite la creación de una percepción del pasado y de distintos acontecimientos, de siglos anteriores o recientes. De esta manera cumple una doble función, la de reflejo de la sociedad y de agente cultural que reproduce valores y símbolos que constituyen el imaginario individual y colectivos. El cine ha condicionado las opiniones y percepciones que muchas personas tienen de personajes y de hechos históricos, en muchos casos, creando una mirada simple y estereotipada producto de atracción que genera la imagen.[2] Vemos el cine más allá de su estética o de su historia, como producto, obra de arte o por sus significados cinematográficos. Para nuestro caso tiene valor por lo que atestigua, por la menara en que refleja la realidad social en un momento determinado y por la forma que permite la creación de imaginarios sociales. “Por ello, el entendimiento de la realidad que se expone en un film, no es fruto exclusivo del análisis de las películas, sino que también habrá que abordar el contexto de la sociedad que produjo tal obra cinematográfica y situarla en la trama socio-histórica de la que formaba parte para poder llegar a la interpretación idónea.”[3] Migrantes en los orígenes del cine El cine y su capacidad narrativa nos ha acercado a un sin número de dramas humanos, tanto individuales como sociales, este es el caso de las migraciones que además de ser una fuente temática para distintas producciones audiovisuales, también tiene una estrecha relación con el desarrollo de la industria cinematográfica. Los migrantes tuvieron un papel importante en el desarrollo de la industria a comienzos del siglo XX en Estados Unidos. Como se ha podido ver en muchas películas el país norteamericano está constituido por migrantes y estos no fueron ajenos a la creación y desarrollo del cine. El primero de los inmigrantes fue el escoces Edwin S. Porter, quién trabajó en los estudios de Edison entre 1902 y 1910, convirtiéndose en director de películas como Asalto y robo de un tren (1903). Algunos actores importantes, también fueron inmigrantes como es el caso del italiano Rodolfo Gugliemi, que llegaría en 1913, más conocido como Rodolfo Valentino, quién se convertiría en el primer sex-symbol del cine. Para la década de 1920 Suecia tenía una de las industrias más consolidadas de Europa. Desde este país llegó Greta Lovisa Gustavsson, más conocida como Greta Garbo, quien es considerada por El American Film Institute una de las estrellas femeninas más importante de la historia del cine. La situación política y los nacionalismos que aparecieron después de la Primera Guerra Mundial también provocaron la llegada de actores a Norteamérica. El director alemán Ernst Lubitsch, primero migró como invitado, pero con la aparición de los regímenes totalitarios tuvo que quedarse en Estados Unidos soportando el exterminio de su familia en los campos de concentración. Con la crisis del cine alemán y de la Universum Film AG (UFA), debido a las medidas tomadas por el gobierno de Hitler, la mayoría de las estrellas alemanas pasaron a hacer parte de los grandes estudios de Hollywood. Algunos de ellos fueron Pola Negri, Emil Jannings, Wilhelm Dieterle (William), Karl Freund, Marlene Dietrich, Paul Leni y el productor Erich Pommer.  Friedrich Wilhem Murnau fue contratado por Fox en 1927, este consiguió los tres primeros Oscars de la Academia por Amanecer (Sunrise) (1927).[4] Los migrantes judíos juegan un papel importante en el desarrollo de las grandes productoras cinematográficas. Adolph Zukor, Carl Laemmle William Fox y Marcus Loew fueron quienes hicieron frente a Edison en la batalla de las patentes, discusión que buscaba eliminar el monopolio de la industria cinematográfica. Fueron estos quienes hicieron frente por medio de producciones independientes y conformaron asociaciones como la Independent Motion Picturing Distributing and Sales, presidida por Carl Laemmle y la Greater New York Film Company de William Fox. Fueron los inmigrantes los que crearían las grandes productoras que perviven hasta la actualidad.  Wilhelm Fuchs (1879­1952), se cambió el nombre a William Fox y fundaría la Fox; Adolph Zukor (1873-1976) fundaría Paramount; Carl Laemmle­ (1867-­1939) fundaría Universal. Desde Polonia y también de origen judío, llegarían los cuatro hermanos Warner (Jack, Harry, Albert y Sam), que fundaron su primera sala en 1903 y construyeron el imperio Warner Brothers.[5] La migración en el cine Pudimos ver la relación entre el cine y las migraciones no son solo temáticas, el cine y el desarrollo de su industria se ha nutrido de numerosos talentos, a sean para los negocios como para la actuación. Ahora, abordaremos brevemente algunas de las temáticas que sobre los inmigrantes han desarrollado las producciones cinematográficas. Como mencionábamos al inicio del texto, el cine es un producto cultural que refleja en parte aspectos de la sociedad, además de replicar símbolos y valores que permite la construcción de imaginarios colectivos y otras representaciones de acontecimientos históricos. El cine tiene una intencionalidad y un discurso que selecciona aquellas temáticas que deben ser mostradas u ocultadas. Desde el cine podemos conocer realidades y captar situaciones a los que los migrantes están sometidos la explotación laboral, aspectos del género como la explotación de las trabajadoras, la solidaridad social, el racismo, la xenofobia, la construcción mediática de discursos y prejuicios sobre los inmigrantes que se refuerzan con los roles y personajes asignados dentro de las películas, los procesos migratorios y de aculturación tanto en grupos, como en familia e individuos,

Montevivo. Un refugio, una aldea de paz

En el kilómetro 16 de la carretera que de Medellín conduce a Rionegro, en la vía El Cartucho, está ubicado una casa declarada patrimonio arquitectónico de Santa Elena, construida a principios del siglo XIX fue  cuartel de las justas libertadoras y  fonda del camino real para arrieros y comerciantes que viajaban a Puerto Nare, una de las conexiones que existían en ese tiempo con el mundo, localizada al extremo oriente del departamento de Antioquia, a unos 191 kilómetros de Medellín  en el valle medio del río Magdalena. Se llamó Fonda el León de oro, luego cambió a Posada el León de oro y hoy es Montevivo, una reserva natural donde se conserva y recuperan los recursos naturales de su propiedad y de su área de influencia por medio de actividades productivas sostenibles, proyección a la comunidad y educación ambiental. Gracias  a la idea de Alejandro Cock, su padre Darío y Jorge Eduardo, su tío, quienes  en 1967 compraron la casa por 100 mil pesos, lo que antes era una posada, en la actualidad es una reserva con 17 hectáreas de bosques nativos, 28 hectáreas de pinares en vía de regeneración por sucesión natural con bosque nativo, 2 hectáreas para el cultivo orgánico de flores , 500 especies de plantas vasculares (árboles y arbustos), 74 variedades de aves y gran variedad de especies de animales terrestres aún sin inventariar, 9 nacimientos de agua y 7 hectáreas y media de zonas de camping,  potreros, cabañas y prados. Su propietario, Darío Cock, es técnico agropecuario del Politécnico Jaime Isaza Cadavid y el menor de 7 hijos de una familia de emprendedores. Inició sembrando cinco cargas de semilla de papa y le fue muy bien. En 1969 sembró hortalizas e introdujo en la región el sistema  en curvas de nivel  para lo que solicitó un préstamo de 100 mil pesos en la Caja Agraria, pero  cayeron  3 granizadas en la meseta de oriente y entonces se tuvo que ir a trabajar  a Manantiales,  una finca en el alto de Las Palmas, de propiedad de un tío,  en donde le pagaban  3 mil pesos mensuales  con los que le fue pagando a la Caja Agraria; tuvo conejos, curtió sus  pieles, puso una empresa de pantuflas y se quebró de nuevo. Trabajó 15 años con chatarra y la casa estuvo alquilada por mucho tiempo. Por iniciativa de su hermano, Jorge Eduardo, empezó a exportar Cartuchos, Agapantos, Estrella de Belén y Chispitas. Organizó un centro piloto para abono orgánico y enseñó a los campesinos a prepararlo porque siempre se ha negado a fumigar con químicos, hasta que algunos años después hubo una emergencia fito-sanitaria (relacionado con plagas en las plantas) y lo obligaron a hacerlo, a lo que Darío respondió: “Yo primero soy una reserva natural. No contamino”. Tiempo después recibió una sentencia de la comisión fito-sanitaria que decía: “¿eres exportador de flores o reserva ecológica?” lo que lo sacó del mercado internacional. Darío no es enemigo de la planta llamada Ojo de poeta, porque además de que le parece hermosa, ella, aunque invasora, no penetra el bosque, lo respeta y solo afecta uno que otro árbol. Además, asegura él, es imposible controlarla. El compró hace muchos años 20 maticas, cuando la vendían como cerco vivo. Nace la reserva En 1996, su hijo Alejandro, que tuvo el don de captar y perpetuar instantes y quien ya partió a detener el tiempo en otras dimensiones, le llevó información acerca de las reservas naturales justo en el momento en que con su hermano pensaban parcelar la finca. “Cómo es posible que vamos a convertir estos bosques en prados y jardines “dijo Alejandro, y les presentó un proyecto basado en su experiencia de recorrer las principales reservas naturales del país, desde entonces se inició la reserva forestal que hoy en día se ha desarrollado en un 95%, ya que algunos pequeños proyectos no los consideraron viables. En pleno auge del narcotráfico, La posada León de oro ya no les pareció un nombre apropiado para el lugar; se pensó en llamarla Refugio de Santa Elena, o Aldea de paz, pero un buen día en 2001, Darío y Sonia su esposa, lo nombraron Montevivo. En este lugar se han realizado distintos encuentros y actividades como un campamento de la Jornada mundial de paz con la caravana del arco iris y durante mucho tiempo se dictaron talleres de AVP (el arte de vivir a propósito) con temáticas de crecimiento personal, amor y conexión con la naturaleza, apoyados en culturas indígenas. Instalaron el primer canoping (un cable que se coloca de una plataforma a otra por el que te deslizas con un arnés puesto y una polea que va pegada al cable) pero lo tuvieron que cerrar porque es muy costoso cumplir con todas las normas de seguridad. Actualmente realizan eventos como el campo de aventura de cuerda alta, El bosque mágico que es un taller para niños, además de talleres de liderazgo, temas empresariales y de búsqueda de armonía y paz como el sendero dirigido en donde se hace relajación, meditación y trabajo con los árboles según el conocimiento indígena. También se hacen conciertos de Noches de luna llena, hay un spa (Sanación por el agua – Sanación para el alma), una maloca de 70 metros, 7 cabañas que funcionan como hotel, con alimentación incluida y se alquilan para celebraciones, matrimonios y aniversarios. Gracias a la mirada sensible de Alejandro, en familia adaptaron viejos caminos convirtiéndolos en senderos ecológicos. Lo hicieron como un servicio para la gente, servicio para la tierra y por gratificación personal.  Por eso la fonda, la posada el León de oro o Montevivo es hoy un refugio de Santa Elena, una aldea de paz.

Ermita de la Santa Cruz del Tambo. Una historia tejida de muchas historias

En la vereda Barro Blanco, en el cruce de varios caminos, hay una ermita que parece una pequeña catedral de estilo barroco con eco de neoclásico. Tiene una cúpula característica y la torre del campanario está hecha en espadaña que es un campanario formado por una sola pared, en la que están abiertos los huecos para colocar las campanas. El terreno para su construcción fue donado en 1990 por don Juan de Dios Vanegas y su esposa María de los Ángeles quienes 40 años atrás habían donado el terreno del frente para la escuela. “El templo debe ser una escuela y la escuela un templo”…anota el padre Eduardo Monzón – Aguirre un monje Benedictino, antioqueño nacido en Cuba, quien  soñó  ese templo y con la ayuda de su “socia” Santa Teresita del niño Jesús y un benefactor en dinero que quería hacer una devolución a lo que Dios le había dado, quién le pido que nunca dijera  su nombre, Albernia, construyeron una obra producto de la unión entre la iglesia católica alemana,  la comunidad de la vereda Piedras Blancas, y el padre Monzón quién soñó la iglesia, la construyó y actualmente es su capellán. Con la cabeza y el corazón: pensando y amando. Cuenta el padre Monzón que el 9 de abril de 1987 se le hizo entrega, de palabra, del lote y en un cuaderno se consignó un acta anotando los nombres de quienes estuvieron presentes. La comunidad obtuvo recursos por medio de rifas de vacas, caballos, cabritos, estufas y televisores donados, y de esta manera los muros de la iglesia fueron creciendo y se empezaron a celebrar las misas. La comunidad unida y las donaciones externas lograron edificar este sueño común. “Todos somos una piedra que unidas hacemos un altar” Todo en esta ermita es un símbolo: el altar está hecho con piedras de cuarzo lechoso traídas de Piedras Blancas. La luz entra por tres ventanas, símbolos del agua, tiene un vitral con el sello de San Benito y se tiene proyectado poner otro para que entre el sol. Está diseñada para que en su interior se formen cinco cruces, hay una de madera traída del alto Sinú y otra invisible: “la del ser humano con sus limitaciones y la luz divina asistiéndolo,” afirma el padre Monzón. Tiene 12 columnas estructurales y la pila de agua bendita es de mármol de Caracota de un yacimiento griego que ya se cerró.   Las cruces que se cruzan Una ermita es una capilla, por lo general dedicada a un santo o a una virgen, situada a las afueras de la población; el nombre “De la Santa Cruz” fue sugerido por el padre Monzón aduciendo que se encontraban en Santa Elena y fue ella quien encontró la cruz de Cristo. La ermita se encuentra en el cruce de varios caminos, está al lado de los caminos de arriería que venían desde La Ceja, Guatapé y Marinilla, pasando por el filo que es la línea divisoria de aguas y desciende por el puente que tiene techo: el puente del tambo. También cuenta el padre que Juan de Dios y Miguel, su hijo, bajaban a Medellín por el camino de la cuesta, que iba detrás del cerro Pan de azúcar y el barrio Enciso, a traer ganado para sacrificar y tener carne fresca en el oriente y de allá traían marranos “al paso de marranos”. Bajando por la actual estación del parque Arví quedan todavía tapias de lo que fue el hotel Cabuya, una posada para los arrieros y caminantes que transitaron estos caminos. Ermita de la Santa Cruz del Tambo: una historia tejida de muchas historias: historia de los caminos… del hotel cabuya… del puente del Tambo… del puente del espanto… del padre antioqueño nacido en Cuba y de una comunidad que unida logró ser parte de esta historia.

La Primera Guerra Mundial en el cine – Cineclub la Otra Mirada

La Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) es el acontecimiento con el que inicia, lo que el historiador Eric Hobsbawm denomina en su texto Historia del siglo XX, el corto siglo XX y que termina con el fin de la era soviética. Pero también, es el primer choque bélico que se escala de manera global e involucra directa o indirectamente a la mayoría de las naciones del mundo y en el que participan la mayoría de los países del continente europeo salvo algunas excepciones que se mantendrán neutrales como Bélgica, Suiza y España. Además, también se presentaron enfrentamientos relacionados con la guerra en territorios como el Imperio Otomano (Turquía), África y Asia. Se puede afirmar que esta confrontación bélica “marcó el derrumbe de la civilización (occidental) del siglo XIX. Esa civilización era capitalista desde el punto de vista económico, liberal en su estructura jurídica y constitucional, burguesa por la imagen de su clase hegemónica característica, y brillante por los adelantos alcanzados en el ámbito de la ciencia, el conocimiento y la educación, así como del progreso material y moral. Además, estaba profundamente convencida de la posición central de Europa, cuna de las revoluciones científica, artística, política e industrial, cuya economía había extendido su influencia sobre una gran parte del mundo, que sus ejércitos habían conquistado y subyugado, cuya población había crecido hasta constituir una tercera parte de la raza humana (incluida la poderosa y creciente corriente de emigrantes europeos y sus descendientes), y cuyos principales estados constituían el sistema de la política mundial.”[1] La caída de Europa como centro del mundo significó el ascenso de Estados Unidos como principal potencia industrial y económica del mundo, además de la importancia política obtenida por su participación decisiva en la guerra, que significó la victoria para los aliados, bando en el que se encontraban Gran Bretaña y Francia. Otra de las consecuencias fue la fragmentación de grandes naciones en otras más pequeñas que se crearon a partir de características étnicas. También provocó la revolución bolchevique en 1917 que significaría la caída del zarismo en Rusia y el nacimiento de la URSS. Pero más importante aún fue, que lo que se conoció como la Gran Guerra, desencadenaría en la Segunda Guerra Mundial como consecuencia de los malos manejos políticos, el resentimiento y los sentimientos de nacionalismo que surgieron en las naciones, denominadas perdedoras durante le primera guerra, quienes consideraban injustas las sanciones políticas y económicas impuestas en tratados como el de Versalles a Alemania. Es posible decir que desde la Primera Guerra Mundial en 1914 la forma de hacer la guerra cambió, cada vez las confrontaciones bélicas se dirigen más al saboteo económico, el daño en la infraestructura de los estados y violencia contra la población. También podemos afirmar que los muertos empezaron a contarse por millones, un ejemplo de esto ocurrió en lo que se llamó el “frente occidental”[2] donde se construyeron líneas de trincheras y de defensa y que “se convirtió probablemente en la maquinaria más mortífera que había conocido hasta entonces la historia del arte de la guerra. Millones de hombres se enfrentaban desde los parapetos de las trincheras formadas por sacos de arena, bajo los que vivían como ratas y piojos (y con ellos). De vez en cuando, sus generales intentaban poner fin a esa situación de parálisis. Durante días, o incluso semanas, la artillería realizaba un bombardeo incesante —un escritor alemán hablaría más tarde de los «huracanes de acero» (Ernst Jiinger, 1921)— para «ablandar» al enemigo y obligarle a protegerse en los refugios subterráneos hasta que en el momento oportuno oleadas de soldados saltaban por encima del parapeto, protegido por alambre de espino, hacia «la tierra de nadie», un caos de cráteres de obuses anegados, troncos de árboles caídos, barro y cadáveres abandonados, para lanzarse hacia las ametralladoras que, como ya sabían, iban a segar sus vidas.”[3] La Gran Guerra dejó más de 9 millones de muertos en los que se pueden contar aproximadamente 116.000 norteamericanos, 1,6 millones de franceses, 800.000 británicos y 1,8 millones de alemanes. Esto es un breve acercamiento a lo que significó la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra para el siglo XX y su devenir histórico. El cine y la Primera Guerra Mundial Cuando estalló la Primera Guerra Mundial el cine tenía poco más de diez años de su nacimiento, estaba en fase exploratoria y asentando las bases de la narración cinematográfica que se puede decir, nace con D.W. Griffith y su película El nacimiento de una nación. El contexto descrito anteriormente nos brinda la posibilidad de analizar el cine, el género bélico y las producciones cinematográficas en varias etapas relacionadas con la Primera Guerra Mundial. La primera y la segunda etapa tiene que ver con las películas que surgieron antes y durante la guerra respectivamente. La tercera, con las películas producidas entre las dos grandes guerras. Por último, tenemos las películas desarrolladas después de la Segunda Guerra mundial. El cine antes de la guerra Antes de comenzar la guerra, el cine contaba con aproximadamente veinte años de haber nacido, estaba explorando formas de narrativas audiovisuales y la industria cinematográfica se estaba consolidando, pero esto no lo alejó de lo que acontecía a nivel global y se beneficiaba un poco de la necesidad y el uso que hicieron los países beligerantes del cine como herramienta para la propaganda, aunque también vio disminuida su producción por prestar servicio a la contienda. Previo a que estallara la Primera Guerra Mundial en los países que harían parte del bloque aliado como Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, se habían realizado películas de corte bélico que se denominaban  “filmes de hunos” y que mostraban al Kaiser de Alemania y sus allegados con rasgos exagerados, personalidades ridiculizadas y cometiendo actos barbáricos y atroces con la población en el marco de la guerra franco – prusiana (19 de julio de 1870 y el 10 de mayo de 1871), un ejemplo de esto es la película El abuelo (1909)  de Georges Pathé[4]. Algunas películas producidas durante 1914 son “La venganza belga”

Cambio en Santa Elena. Breve acercamiento a la transformación de Mazo

La vereda Mazo es una de las más importantes del corregimiento de Santa Elena, pues allí se dio inicio al corregimiento. En el año 1837 el señor Benjamín Álzate donó el terreno para construir la capilla “Santa Ana de Mazo”, y a partir de esta idea de construcción empezaron todos los feligreses a cargar el material que traían desde el sector de La Cuesta, este lugar queda por los lados de la laguna de Guarne, muy retirado y por caminos de herradura bastante inhóspitos, pero fue una forma de unir a toda la comunidad de Mazo por una causa tan importante para ellos. Luego de construida la iglesia llegaron los padres Salesianos, a caballo, a dar misa y a evangelizar a la comunidad. En  las veredas de  Santa  Elena  no había carreteras, solo eran caminos empedrados por lo cual sus pobladores se transportaban, en su mayoría, caminando por varios días, en bestia o en cargadores para poder sacar los productos y poder venderlos en Medellín, “este corregimiento no fue tierra de arriería, por esta zona pasaban los arrieros de oriente, esta es la zona oriente lejana y por estos caminos de herradura era un trayecto de paso donde hoy queda el tambo”, cuenta Patricia Parra habitante de la vereda Mazo. Los pobladores salían por los caminos de la cuesta o salían caminando hasta donde hoy es el sector del silletero para comercializar: flores, coles, frijol, maíz, apio, victoria, sidra, cebollas de rama, aves, aromáticas, morcilla y arepas blancas, chócolo de pelo, tierra de capote, musgo; muchos de estos productos todavía se cosechan y se comercializan. Dentro de las problemáticas del territorio, la escasez de agua y energía llevó a la comunidad a tener muchas dificultades de salud ya que alumbraban con velos, lámparas de caperuza y cocinaban con leña traída de la cuesta, “esto era todo un paseo, hasta las profesoras subían por ahí a dar clase en la escuela de Mazo fundada en 1927 que tenía primero y segundo durante muchos años; tiempo después aumentaron el nivel escolar a tercero: Y cuando íbamos para cuarto o quinto nos tocaba ir hasta donde hoy es la centralidad”, cuenta don Guillermo, habitante de la vereda Mazo desde hace más de  50 años. Así, la escuela de Mazo se creó entonces como un espacio formativo del corregimiento hecho en tapia, con pupitres de madera y pisos en tabla con un tablero grande en la mitad del salón en el que se escribía con tizas. Hoy en día la escuela queda cerca a la sede comunal. Durante mucho tiempo los habitantes de Mazo se acostumbraron a vivir con todas sus escaseces y cuando empezaron a cambiar las cosas y se dio la posibilidad de hacer las carreteras, poner las aguas de acueducto y la luz, sus pobladores se asustaron mucho, pues empezaron a creer que con el progreso y el desarrollo que se comenzaba a gestar en la vereda les iban a quitar sus tierras, por estos pensamientos se generó una discordia entre sus pobladores, quienes poco a poco fueron entendiendo que los cambios en la vereda podrían contribuir a mejorar su vida y el desarrollo de sus familias.   Dentro de la transformación del corregimiento, en la parte de la centralidad donde hoy es el parque de Santa Elena, fueron dándose cambios que se volvieron muy atractivos e importantes para el desarrollo de la región. Se construyó la iglesia, se montó la escuela, el parque se dinamizó con el comercio local y se convirtió en un sitio de descanso de ancianos y paseantes, luego apareció la Universidad Nacional con su sede. La carretera que conecta a Medellín con Rionegro y que pasa por Santa Elena se volvió una vía con transito permanente y la gente se fue acomodando ahí. Después fue creciendo la escuela con los grados de primero a quinto de primaria, por lo que las personas se desplazaban hasta la centralidad y muchas familias se fueron viniendo de sus veredas y hacían sus viviendas a los alrededores de la escuela y de la iglesia, porque esta tenía mayor movilidad, espacio y ubicación por estar al borde de la vía, para llegar más fácil a Medellín. Años más tarde apareció el colegio fundado por el padre Jorge Enrique Suarez, el centro de salud, la corregiduría, la cancha de fútbol y los torneos de todas las veredas, la biblioteca y muchos negocios de comercio y comidas y el cementerio. Así se trasladó la centralidad de Santa Elena de la vereda Mazo a lo que hoy se conoce como el Sector Central. Transcurrieron muchos años y el corregimiento se transformó y pobló cada día con más visitantes y vivientes venidos de muchas regiones del mundo, “aquí vienen pasan y se van, algunos se quedan en las diferentes veredas que hay en el corregimiento; hay un dicho muy popular que dicen los nativos: no todo lo que llega se queda. Santa Elena es mágico y solo viven los que pueden”. Al pasar el tiempo, en el año 2008 la alcaldía de Medellín se acerca a la comunidad para hacer unas reuniones en todas las veredas para recoger insumos e inquietudes de los habitantes sobre la propuesta que traían para reformar a Mazo y establecer la reserva del Parque Arví. En un principio se vio muy llamativo para algunas personas, pero poco a poco empezó a chocar con la comunidad, y los habitantes empezaron a pronunciarse porque se sentían atropellados, esto llegó a unas consecuencias desastrosas por parte y parte y se utilizó la fuerza pública para acallar las protestas de los habitantes, sin embargo, se continuó con su transformación y ahora se tiene a Comfama, Comfenalco, el metro cable y el Parque Arví con sedes muy modernas que atraen a muchos turistas y, sobre todo, a extranjeros; Se pudo abrir un comercio más amplio y variado donde sus habitantes también encontraron donde vender y ofrecer sus productos y lograr tener buena una fuente de empleo. En conclusión, la vereda Mazo y en general el

Memoria local – Lugares de memoria: Caminos trazados y destrozados

Memoria local es una apuesta de la biblioteca para difundir contenidos que hacen parte del Servicio de Información Local de la unidad de información, también consideramos que es una oportunidad para generar diálogos e intercambio de conocimientos y saberes con los habitantes del corregimiento sobre aspectos sociales, históricos, culturales y medioambientales del corregimiento de Santa Elena y fomentar el sentido de pertenencia y apropiación del territorio. En esta ocasión compartiremos, por entregas, una serie de escritos generados desde la Biblioteca Pública Santa Elena gracias a la participación de un grupo de habitantes del corregimiento. Reconociéndonos. Memorias de Santa Elena es el nombre recibe este proyecto de investigación comunitaria orientado a la recuperación, construcción y dinamización de la memoria cultural y colectiva del corregimiento de Santa Elena, que destaca algunos lugares que los habitantes consideran importantes a nivel social, cultural e histórico, y que han aportado a la conformación de las identidades locales. En los textos hacemos una breve presentación de lo que llamamos Lugares de Memoria, una serie de espacios seleccionados en ejercicios de memoria individual, que se nutren con los recuerdos de otras personas para construir un relato o narración en comunidad, propiciando la construcción de memoria colectiva que permita identificar aspectos socioculturales y elementos de identidad en relación con el territorio habitado. Estos Lugares de Memoria poseedores de una carga simbólica colectiva, que aportan a la identidad y cultura corregimental son: La Casa de Mayoría de la Aguda y los caminos que la rodean como el Caunce y el Tirabuzón, Monte Vivo, La Ermita de la Santa Cruz y los proyectos individuales como El Vagón Musical, la Casa Museo y el Castillo que se encuentra en la vereda Barro Blanco. Agradecemos a Marta Chavarriaga, Jorge Alberto Hernández, Betty de la Pava, Gladys Rojas y demás personas que han acompañado este proceso de investigación que busca la difusión y apropiación de la memoria del corregimiento de Santa Elena.   Caminos trazados y destrozados “Una vez llegados los españoles a América, construyeron caminos que vinieron a llamarse caminos Reales. Antes, es cierto, hubo caminos…Anduvieron los precolombinos caminando y comerciando a trueque… Por haber desarrollado sus civilizaciones sobre las cordilleras, su arte de construir trochas y puentes, de empedrar caminos y hacer escaleras tan perfectas como las de los Tairona…el imperio español se montó sobre el esquema indígena…”. “Un camino Real lo que tiene para justificar este nombre, es que suele calzarse en piedra. Ha de trepar cordilleras frescas, de greda, que cuando llueve se hacen resbalosas y traicioneras. Precisa recubrirla de losas para seguridad de la mula o del hombre que lleva carga o pasajero. Cuando se piensa que el camino tiene que trepar 2.000 o 3.000 metros de un valle ardiente a un páramo, la única manera de darle alguna seguridad a la bestia de carga es con una piedra de apoyo. Por eso hay tramos en que el camino se convierte en escalera, como si se tratara del ingreso a un palacio. La anchura del camino la determina el cruce de las cargas de ida y regreso”[1]. La vereda El Plan, del corregimiento de Santa Elena, y la ciudad de Medellín están conectadas por dos caminos hispánicos que sobresalen por su recorrido y antigüedad. Los caminos de Bocaná (Tirabuzón) y del Caunce (del Chivo), son producto del desarrollo vial que se dio a finales de la Colonia, a principios del siglo XIX, cuando se pretendió un mejoramiento de los trazados y de las especificaciones técnicas de los caminos diseñados para los pies descalzos de los indígenas que transportaban mercancías a lomo de hombre, y no para los cascos de caballos y mulas de los españoles. Estos fueron espacios donde ocurrieron antiguos procesos socio-culturales de adaptación al medio natural. En la época prehispánica en Colombia existieron muchos intercambios culturales entre las tribus asentadas en el territorio. En Santa Elena, la zona de Piedras Blancas estuvo habitada por los Aburráes quienes aprovecharon las condiciones del territorio para la extracción y comercio de minerales como el oro y la sal. Para hacer estos intercambios había un camino prehispánico importante que empezaba en Buriticá que siempre ha sido un sitio rico en oro; de allí salían hacia el bajo cauca, el Chocó y hacia Santa Elena, de paso para llegar al río Magdalena.   El Bocaná (Tirabuzón) El camino de Bocaná o Tirabuzón comunicaba el suroeste antioqueño: La Ceja, El Retiro, La Unión, Envigado, con el municipio de Medellín y algunos de sus barrios. En la parte que de Medellín sube a la vereda El Plan hay un escarpe grande que genera mucho deslizamiento y escalonamiento. Los indígenas que conocían bien el territorio no se asentaron en este lugar, y cuando llegaron los españoles con sus primeros asentamientos a finales del siglo XVIII y descubrieron que el Valle de Aburrá y el de San Nicolás eran agrícolas y ganaderos, sintieron la necesidad de más y mejores vías de comunicación e intercambio por esta razón acondicionaron el esquema indígena y los trazados de este camino llamado Tirabuzón, porque tiene mucho zigzag. La estructura es hispánica, colonial y se enfrenta a muchos problemas como los deslizamientos lo que perjudicaba el paso de las bestias. Son aproximadamente 2 kilómetros y viene de 1.880 a 2.250 metros de altura, tiene zonas más amplias y otras donde se perdió el trazado. El Caunce (Alto del Chivo) En 1874, para salir de ese Medellín encajonado hacia el Valle San Nicolás y el Magdalena y con el fin de acortar la ruta, se mejoró este camino que es menos escarpado, lo que fue la mejor alternativa para el paso de las bestias. Tuvo una circulación constante de la arriería comercial antioqueña con sus recuas de mulas que venían del oriente hacia el valle de Aburrá y que descendían por el llevando leña, sal y carbón. Va al Seminario y sale al barrio Loreto. Con la construcción del ferrocarril de Antioquia, los caminos perdieron importancia en la comunicación con el valle del río Magdalena, aunque se aumentó el flujo del

Rodrigo D. No futuro, radiografía de Medellín en los años 80 / Cineclub La otra mirada

En la década de los 70 Medellín sufre transformaciones sociales, culturales, políticas y económicas que cambiaban las características de la ciudad. Se dan migraciones masivas de personas del campo a la ciudad que transformaron las condiciones urbanísticas y poblacionales, aumentando los cinturones de pobreza y el crecimiento de los barrios en las periferias. Continúa la represión estatal a los movimientos sociales que surgen en la década de los 60 y luchaban por la reivindicación y dignidad de los derechos humanos, la libertad, la educación y el arte, que buscaban un cambio cultural y un pensamiento menos tradicionalista. También se da una crisis económica que agrava la problemática del desempleo y fortalece la economía ilegal. Es en este contexto de crisis en el que la economía nacional se enfrentaba a los “desafíos que imponía un mundo cada vez más globalizado, la economía ilegal se afianzó, alimentada por contrabandistas de licor, cigarrillos y electrodomésticos, y traficantes de marihuana y cocaína, atraídos por las ganancias de estos negocios, que desarrollaron de forma transnacional desde el primer momento.”[1] El negocio del narcotráfico fue creciendo debido a la demanda internacional de drogas, en especial cocaína producida en Colombia. Esto benefició a las organizaciones colombianas que aumentaron su poder junto con los cuestionamientos al Estado colombiano por no enfrentar esta problemática de manera contundente. La presión de Estados Unidos llevó a que Colombia firmara, en el año de 1979, el tratado de extradición con este país. La década de los 80 fue un periodo de miedo y violencia por el cual atravesó la ciudad de Medellín. Esta violencia tuvo sus orígenes en el narcotráfico que escalaría al narcoterrorismo que es considerado un “fenómeno político y nacional que, como tal, le correspondió sufrirlo al país con saldo de innumerables víctimas, entre las que se cuentan ministros, procuradores, magistrados, jueces, soldados, policías, oficiales, abogados, periodistas, políticos y muchos ciudadanos. Queda la funesta herencia de las bandas de sicarios, brazo armado del narcotráfico y su rastro de muerte.”[2] El narcotráfico y el narcoterrorismo no solo generó esta violencia política, también generó violencia cultural que llenó de miedo todas las esquinas y rincones de los barrios de la ciudad, los habitantes temían cruzar una frontera invisible, violar los toque de queda y ser víctima de lo que llamaban limpieza social. “La oscuridad del narcotráfico corrompió casi todos nuestros rincones: fiestas familiares y bares, colegios, empresas, fuerza pública, políticos, jueces, palabras y hasta la conciencia. Lo que compramos, vendemos, consumimos… y hasta lo que vemos. Sufrimos la muerte como herramienta de guerra, empleo, negocio y mercancía, en manos de narcotraficantes, sicarios, milicianos, policías, bandas, autodefensas. Ya ni sabemos quién es quién, nos inundamos de silencio, dinero “fácil” y desazón.”[3] En esta década Medellín se convirtió en una ciudad sitiada por la violencia, por muchos tipos de violencia ya fuera ejecutada por el estado (estructural), por bandas delincuenciales, milicias urbanas, narcotraficantes, grupos paramilitares y grupos guerrilleros. También aparecieron los grupos de limpieza social o escuadrones de la muerte que buscaban eliminar a ladrones, secuestradores y atracadores. Por esta época los líderes estudiantiles, profesores, sindicalistas, líderes políticos y defensores de derechos humanos eran víctimas de grupos paramilitares con la complicidad del estado. Es un periodo de miedo y frustración los habitantes de la ciudad, desconfían de las instituciones públicas, aumenta la corrupción, surgen fenómenos como el sicariato y aumenta la violencia y sus expresiones como el asesinato, los magnicidios, los ataques con explosivos, las fronteras invisibles, la violencia en general, Medellín era una ciudad en la que los jóvenes tenían pocas expectativas, donde ser joven era un riesgo y en la que la juventud contaba con pocas oportunidades y era estigmatizada por un amplio sector de la sociedad. Esto es solo una breve contextualización de lo que era Medellín, telón de fondo que ambienta Víctor Gaviria en la película Rodrigo D. No futuro (1990) y que se convertiría en la primera película colombiana en ser escogida para la selección oficial del Festival Internacional de Cine de Cannes en 1990. En esta película podemos ver el crecimiento de barrios como Castilla, el rechazo y la frustración por la que pasaban algunos jóvenes de la época, la falta de oportunidades que tenían y convencidos por falsas oportunidades dedicaban sus días al atraco, al sicariato y a la venta de drogas. Rodrigo es el reflejo de un joven frustrado, de alguien que escucha y toca punk para exteriorizar su frustración y rabia frente al estado y la sociedad que no comprende lo que es ser joven en un barrio como lo era Castilla o Manrique, o muchos otros barrios de las comunas nororiental, noroccidental y centro-oriental que se formaron por el desplazamiento de sus abuelos y padres del campo a la ciudad. La música en la película es el complemento perfecto a cada escena, a cada gesto y acción de los actores. El punk y las formas en la que se expresan quienes se identifican con él como la ropa, la actitud frente a la vida y los accesorios como cadenas y ganchos, son elementos que tienen significado para quienes los usan, para los punkeros, quienes por medio de la estética (el cuerpo) y la música como principal medio de expresión, mandan un mensaje político de libertad a la estructura social tradicionalista que los oprime, los rechaza, los margina y les niega la categoría de ciudadanos y sus derechos. La película también nos muestra la contradicción entre ese imaginario de progreso que ha rodeado a la ciudad de Medellín que excluye a gran parte de la población y la visión que se tiene de la ciudad en la década del 80, que dejó de ser la ciudad industrial y progresista para ser considerada una ciudad donde la violencia proliferaba por todas partes. Canciones como Dinero expresan el rechazo por depender de medios de producción y de subsistencia que no están al alcance de todos los habitantes de la ciudad, y como la canción lo dice evidencia la angustia para conseguir los medios para sobrevivir en una

Memoria local Santa Elena

Es una propuesta que busca hacer difusión de aspectos culturales del corregimiento de Santa Elena, en este espacio hablaremos sobre historia, memorias y saberes locales. Breve contexto del corregimiento de Santa Elena Santa Elena es uno de los cinco corregimientos que forman el área rural de Medellín, se constituye en Corregimiento en el año 1987 a partir del Acuerdo 54 del Concejo de Medellín. Está ubicado en la meseta oriental de la cordillera central, entre los Valles de Aburrá y San Nicolás; limita por el norte con los municipios de Bello y Copacabana, al oriente con los municipios de Guarne y Rionegro, por el sur con el Municipio de Envigado, y en el occidente con el perímetro urbano de Medellín. Se distribuye administrativamente en once veredas, pero ancestralmente incluye un territorio más amplio que incorpora seis veredas de otros municipios, con las que se comparten dinámicas específicas y expresiones culturales como parte integral de su identidad, cultura y tradición silletera. Así mismo, cada vereda se divide en sectores, que toman su nombre de acuerdo con un elemento reconocido por la comunidad o de los apellidos de las familias que lo habitan. El corregimiento tiene una población potencial de 20.328 habitantes residentes en el corregimiento, 9.708 hombres y 10.620 mujeres, con una población discapacitada de aproximadamente 2.223 personas según el Plan de Desarrollo Local 2015, y una población indígena de 96 personas según Encuesta de Calidad de Vida 2013, esta población, según el POT,  habita en once (11) veredas que constituyen el territorio corregimental, pero social y culturalmente está compuesto por 19 veredas distribuidas entre los municipios de Rionegro, Guarne, Medellín y Envigado. La economía del corregimiento se basa en la actividad agropecuaria de menor escala, el cultivo de papa, moras, fresas, ganadería de leche, hortalizas, champiñones, extracción de productos del bosque y cultivo de flores, referente del corregimiento que lo ha convertido en destino turístico a nivel nacional e internacional con la celebración de la Feria de las Flores compuesta de actividades dedicadas a exaltar la cultura campesina del corregimiento como lo es el Desfile de Silleteros. En el corregimiento se pueden observar vestigios arqueológicos como caminos y explotaciones mineras de la época precolombina, colonial y republicanas. Es importante destacar el desarrollo turístico asociado a prácticas paisajísticas y medio ambientales, fomentando el desarrollo de proyectos ecoturísticos en cada una de las veredas. En la actualidad la dinámica territorial, social y cultural del corregimiento de Santa Elena, debido a su cercanía con la ciudad de Medellín, se caracteriza por la irrupción de otros habitantes en el corregimiento, que transforman la dinámica entre lo rural y lo urbano, permitiendo la transformación del territorio en lo que se denominan nuevas ruralidades[1] o nuevas urbanidades[2].  Esta dinámica, que convierte al corregimiento en una frontera entre lo rural y lo urbano, transforma las relaciones sociales actuales y enriquecen la cultura del territorio y sus habitantes. Por otra parte, estos cambios socioculturales ponen en riesgo elementos de la tradición, el patrimonio y la cultura del corregimiento.   [1] Se considera Santa Elena como nueva ruralidad en los siguientes términos: “Cuando el espacio rural añade sus funciones tradicionales de producción de alimentos, de madera de fibras y materias primas en general, nuevas actividades relacionadas con servicios que requieren de la conservación de la naturaleza tales como los espacios verdes, la producción de energía, los recursos paisajísticos y los recreativos, funciones éstas que incorporan al hábitat rural formas de vida y quehaceres típicamente urbanos que las modernas sociedades urbanizadas e industrializadas, exigen como garantía de calidad de vida: en resumen, netamente urbanos.” En: Alcaldía de Medellín. Corregimiento de Santa Elena. Aproximaciones a su memoria, historia y vida cotidiana. 2009. p.73.   [2] Las nuevas urbanidades son consideradas “aquellas actividades urbanas que se realizan en cualquier sitio, porque no solo en la ciudad se vive la urbe, también en los territorios rurales existen actividades y elementos que por sus características pueden determinarse como urbanos, ya no es sólo la ciudad la que alberga diversidad, en el campo también puede encontrarse el surgimiento de relaciones superfluas, estructuras tecnológicas, elementos comunicacionales que hacen más compleja la relación del habitante y su territorio. De allí que estos espacios naturales conserven actualmente paisajes boscosos, costumbres rurales, hábitos campesinos, pero con la influencia de prácticas urbanas que complementan su cotidianidad.”: Alcaldía de Medellín. Corregimiento de Santa Elena. Aproximaciones a su memoria, historia y vida cotidiana. 2009. p.74.        

Cineclub la Otra Mirada

El cineclub es un espacio de dialogo y análisis de distinto material audiovisual, su objetivo es hablar de cine y de su contexto de producción, de este como una fuente para la historia ya que entendemos que su aparición se debe a condiciones históricas específicas, además entendemos que en el cine hay mensajes y formas de narrar que obedecen a momentos específicos de la historia, dicho de otra manera, son respuestas a contextos sociales y culturales específicos. Para hacerlo más simpe es hablar de lo que el cine nos cuenta según su lugar de producción. Nuestra intención es usar un lenguaje sencillo, basarnos en los conocimientos de cada uno para construir un diálogo que nos permita analizar distintas producciones cinematográficas desde distintos aspectos, ya sean técnicos, históricos o emocionales, todas las posturas y opiniones son válidas.   Ciclo inicios del cine Nuestro primer viaje lo haremos por la historia del cine, por sus inicios, no hablaremos de aspectos muy técnicos, no hablaremos de fechas y de qué fue primero si el cinematógrafo de los hermanos Lumière o el Kinetoscopio de Edison o sobre cómo funcionaban, para eso existen otras fuentes. Tomaremos como punto de partida el primer ciclo que realizamos en el Cineclub la Otra Mirada, este ciclo lo llamamos Inicios del cine. El primer grupo de videos que vimos fueron los cortos realizados por los hermanos Lumière que pretendían “demostrar que era posible reproducir la imagen en movimiento” y en los que evidenciar escenas de la vida cotidiana, dos de los videos vistos fueron La salida de los trabajadores de la fábrica (1895) o El arribo del tren (1895). Lo interesante de estas grabaciones es que nos muestran aspectos de la vida cotidiana en Francia por esos años, al menos en estos videos podemos observar la forma de vestir de los obreros, aunque fueran sus mejores ropas y no fueran las que usaban para el trabajo. Es importante aclarar que en sus inicios el cine no contaba con un lenguaje y los planos eran más que todos planos generales y estáticos.  Otro de los videos que vimos fue Viaje a la luna realizado por George Méliès en 1902. En esta producción pudimos observar una estructura narrativa complementada por una gran escenografía y trucos de cámara que mejoran la experiencia del observador, aunque sus son planos generales y las tomas de la cámara son estáticas. Es de destacar que la obra puede ser considerada la primera película de ciencia ficción, además que es un reflejo de la influencia de la literatura en el cine ya que está basada en la novela de Julio Verne llamada De la tierra a la luna. Después de un breve acercamiento a los inicios del cine en Francia pasamos a observar las producciones que se realizaban en Estados Unidos, una de ellas fue Asalto y robo de un tren dirigida por Edwin S. Porter en 1903. Esta película es considerada el primer western de la historia. Aunque todavía se usan los planos generales, esta película utiliza locaciones para grabar algunas escenas y la cámara no es estática. Cuando hablamos del lugar de producción de las películas en el cineclub usábamos esta producción como ejemplo, uno de los temas que tratábamos era la simultaneidad de producciones y comparábamos el caso francés con el estadounidense, sacábamos unas cuantas conclusiones sobre las temáticas que hacen parte de la narración audiovisual y los contextos sociales y culturales que las motivaban, influían y condicionaban estas producciones. Otra de las películas norteamericanas vistas fue El nacimiento de una nación producción de 1915 y dirigida por D. W. Griffith. Esta película, polémica por la temática que buscaba exaltar la supremacía blanca, es considerada la primera producción con un lenguaje cinematográfico complejo, tanto guion, actores, extras y efectos de las cámaras son usados por el director para contar su historia. Volviendo a uno de los objetivos del cineclub, sobre los usos que se le pueden atribuir al cine y su lugar de producción, nos preguntamos sobre la intención del director de esta película al contar esta historia, esta película tiene un discurso propio que busca comunicar y exaltar una ideología, una forma de pensar del sur de los Estados Unidos. La película también puede ser considera una crítica a los resultados y las medidas tomadas por el gobierno estadounidense después de la Guerra de Secesión, además puede ser usada como fuente para la historia, desde su producción, pero también porque es un reflejo de la mentalidad de un sector de la sociedad sobre acontecimientos que hacen parte de la historia de un país.     En conclusión, podemos considerar el cine una fuente de información para la investigación histórica, tanto como documento y por lo que nos dice de los lugares y contextos de producción. Además, es una fuente de entretenimiento que transmite distintos mensajes y provoca diferentes emociones. Este fue un pequeño intento por explorar el cine, su historia y sus historias, somos conscientes que desconocemos muchos de producciones y sus características, por eso te invitamos a que nos escribas tu opinión y nos recomiendes películas y temáticas para que sigamos hablando de este tema que despierta nuestro interés. Correo electrónico Biblioteca Pública Santa Elena: santaelena@bibliotecasmedellín.gov.co   Algunas recomendaciones para conocer más de los inicios del cine (estas películas son clásicos del cine mudo y son de dominio público).   2000 leguas de viaje submarino. Año: 1916. Director: Stuart Paton. El maquinista de la general. Año: 1926. Director: Buster Keaton . El moderno Sherlock Holmes. Año: 1924. Director: Buster Keaton . El chico. Año: 1921. Director: Charlie Chaplin. La fuga de Charlot. Año: 1915. Director: Charlie Chaplin. Las páginas del libro de Satán. Año:1921. Director: Carl Theodor Dreyer. Los cuatro jinetes del apocalipsis. Año: 1921. Director: Rex Ingram. América. Año: 1924. Director: D.W. Griffith. Betty y los piratas. Año: 1917. Director: Rollin S. Sturgeon. Año: 1912. Director: Charles L. Gaskill.   [1] El País. https://elpais.com/cultura/2015/03/19/actualidad/1426790246_833183.html [2] Tomado de https://es.wikipedia.org/wiki/Asalto_y_robo_de_un_tren [3] Tomado de https://www.filmaffinity.com/es/film915417.html

Premio Experiencias Relevantes de Participación Ciudadana 2018

Medellín Creativa 2018   La Alcaldía de Medellín- Secretaria de Desarrollo Económico alineado, con esta Política de ciudad y el Plan de desarrollo “Medellín cuenta con vos 2016-2019” y su proyecto Medellín creativa, busca fortalecer y dinamizar el sector de la economía creativa y todas las actividades asociadas a éste, en este sentido se adelanta trabajo de articulación de actores, identificación de necesidades que permitan diseñar y ejecutar una estrategia adecuada, entendiendo el creciente potencial de este sector económico, la tarea es comprender las necesidades de cada nicho y sus cadenas de circulación. Entendiendo la industria creativa- y cultural como un escenario vital para el desarrollo social y económico de la ciudad, reconociendo que su crecimiento en las últimas décadas ha sido exponencial y un aporte importante en creación de empleo, generando recursos sustentables a largo plazo, transformando y resignificando espacios urbanos desde la parte de fomento a la economía del país y la contribución al PIB.Economía Creativa de la ciudad (música, audiovisual, literatura, fotografía, academia, artes escénicas, arquitectura, gastronomía, diseño, danza, cómic, artesanos, editorial, coworking para negocios creativos, ilustración, tatuaje, teatro, videojuegos, publicidad, moda, graffiti, community managers y estudiantes de disciplinas creativas). ACTIVIDADES EN LAS QUE PODRÁS PARTICIPAR: *FESTIVAL DE CREADORES DEL PERPETUO SOCORRO *PROGRAMA MEDELLÍN CREATIVA *DIFERENTES ACTIVIDADES DE LA SECRETARÍA DE DESARROLLO ECONÓMICO DE LA CIUDAD

10.ª Parada Juvenil de la Lectura

Las formas de la memoria Somos una historia reciente. Cuestionamos el pasado mientras vamos por la conquista del futuro. Tenemos nuevas preguntas y hacemos parte de las respuestas. La experiencia nos permite ser, nos abre otros caminos, nos interroga sobre nuestras certezas. En la 10.ª Parada Juvenil de la Lectura haremos memoria. Aprenderemos quiénes fuimos y renovaremos ese relato desde la creación. Serán 16 horas continuas de experimentación desde la literatura, la moda, la danza, el lenguaje, la escritura y el universo digital. Del 14 al 15 de julio se realizará el segundo Evento del Libro 2018 de la Secretaría de Cultura Ciudadana, en la Unidad Deportiva María Luisa Calle, de 2:00 de la tarde a 6:00 de la mañana, con entrada libre. En la 10.ª Parada Juvenil de la Lectura estará por primera vez el Salón de Nuevas Lecturas, un proyecto especial de la Fiesta del Libro y la Cultura que invitará a los asistentes a explorar otras formas de leer. Desde la literatura, el cine, la música, las conversaciones y 150 talleres de promoción de lectura, escritura y oralidad, los visitantes podrán apropiarse de la noche y el amanecer. La 10.ª Parada Juvenil de la Lectura será del 14 al 15 de julio, 16 horas continuas de programación donde los visitantes podrán disfrutar de conversaciones, talleres, proyecciones de cine, un Ring de boxeo -donde los argumentos serán los golpes más certeros-, Literatura a Manteles bajo las estrellas, y Libros Libres, espacio en el que se liberarán más de 4.000 libros para que, quien tome uno, lo pase a otras manos luego de leerlo. Además, habrá venta de libros, productos literarios y ocho presentaciones musicales. Para Lina Botero, secretaria de Cultura Ciudadana, “la Parada Juvenil de la Lectura es una oportunidad para que los jóvenes, en un sentido que trasciende lo literal, nos encontremos, exploremos otras formas de habitar la noche, la resignifiquemos y la llenemos de nuevos sentidos, pero lo más importante, nos acerquemos en medio de lo diversos que somos, conversemos, convivamos, nos reconozcamos, reflexionemos sobre nuestros gustos, la ciudad y nos conectemos con otras formas de ser y estar. Desde los imaginarios de los jóvenes, seguiremos tejiendo esta conversación que le hemos planteado este año a los medellinenses: Las formas de la memoria… Será la oportunidad para cuestionarnos entre música, conversaciones, relatos, libros, debates, acerca del pasado, pero también, comenzar nuestra conquista del futuro”. La gran novedad este año será la presencia del Salón de Nuevas Lecturas, que además de estar en la Fiesta del Libro y la Cultura, llega a enriquecer la programación de la Parada Juvenil de la Lectura para provocar otras formas de experimentar la realidad, de leer, escribir y crear narraciones. Las actividades académicas de la 10.ª Parada tendrán un formato de laboratorio, de taller de ideas, orientadas por jóvenes expertos en temas como las lenguas nativas, el movimiento del cuerpo, la escritura, la moda, y la memoria histórica y del conflicto, entre otros asuntos conectados con la temática de este año de los Eventos del Libro, Las formas de la memoria. Los Eventos del Libro son un proyecto de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín, en asocio con la Biblioteca Pública Piloto, que materializan el Plan Ciudadano de Lectura, Escritura y Oralidad, En Medellín tenemos la palabra.