Durante la década de 1940 el cine colombiano tuvo un despertar luego del retraso que provocó en los años treinta lo que se conoció como la “tragedia del sonido”. Luego de una década de pobre producción audiovisual, marcada por los esfuerzos de familias como la Acevedo renace el cine colombiano con una producción de diez películas entre 1941 y 1945.
Los acontecimientos del 9 de abril de 1948 no solo marcaron la historia del país, también influyeron en la historia audiovisual y cinematográfica colombiana. Los saqueos y la devastación producida luego del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en la ciudad de Bogotá fueron grabados por camarógrafos venezolanos y cubanos que estaban cubriendo la IX Conferencia Panamericana, la mayoría de las imágenes fueron llevadas fuera del país, pero gracias a la repatriación de varios fragmentos y a los esfuerzos de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano se conserva registro en la compilación llamada Montaje 9 de abril de 1948, que ha servido de fuente audiovisual para conocer algunos de los hechos ocurridos ese día y ha sido usada como apoyo para otras producciones.
En la década de 1950 se presentan varias situaciones que impulsan el cambio y la renovación del cine nacional, a lo ocurrido el 9 de abril de 1948 se le suman la fuerza que toman los movimientos populares (campesinos y obreros) y la crisis del gobierno de Laureano Gómez (1950-1953) que derivó en el golpe militar de Gustavo Rojas Pinilla en 1953. Durante el gobierno de Rojas Pinilla entre 1953 – 1957 “la administración del Estado entró en una dinámica de obras públicas y desarrollismo que propició, en el plano audiovisual, la introducción de la televisión en 1954. Desde el punto de vista cultural en la década de los cincuenta se afianzan en el país muchas iniciativas como la entrada en circulación de revistas de crítica y análisis especializadas en cine, y la creación de cineclubes, hechos que fueron generando paulatinamente las condiciones para que el cine de producción nacional fuera considerado también como una manifestación cultural.”[1]
Durante esta década también se produjeron cambios técnicos en la producción cinematográfica. El primer cambio ocurre en 1951 cuando se deja de producir y de usar el nitrato de celulosa como soporte para las películas ya que su inestabilidad química lo llevaban a la autocombustión convirtiéndolo en un riesgo por su facilidad para provocar incendios. Otro cambio es el uso de equipos y cámaras más livianas y la introducción del formato de 16mm.
Una de las novedades culturales alrededor del cine que hace su aparición en esta década es la de los cineclubes. El primer cineclub colombiano se remonta a 1949, cuando un grupo de intelectuales liderados por Luis Vicens Estrada crean el Cine Club de Colombia pionero en la formación de públicos y en la exhibición cultural de producciones audiovisuales. Esta creación, en 1954, de la Filmoteca Colombiana que luego se convertiría en la Cinemateca Colombiana[2], entidad que comenzó con la recuperación y el rescate del patrimonio fílmico y documental relacionados con la historia del cine nacional. Otro cineclub fundado en 1951 fue el Cineclub de Colombia en Medellín, posteriormente conocido como el Nuevo Cineclub de Medellín.
Otro acontecimiento importante para la industria audiovisual colombiana es la inauguración de la televisión que tiene grandes consecuencias para la industria cinematográfica:
“En 1954 se inauguró la televisión, entre otras cosas, gracias a la afluencia de dólares cafeteros y a la potencialidad propagandística que para su imagen y sus acciones de gobierno vio en ella Gustavo Rojas Pinilla. El número de televisores instalados era reducido y la programación, en principio, adaptó al nuevo medio el modelo del radioteatro —surgía así el teleteatro—, al que se sumaron programas de concurso que captaron la audiencia, situación que cambió el panorama de la pauta publicitaria y desplazó paulatinamente su destinación de la pantalla de plata a la pantalla chica. Como medio de propaganda y de entretenimiento marcó cierta dependencia de la producción cinematográfica que en principio sirvió a este medio, ante la inmovilidad de las cámaras de televisión y su sistema de producción en directo, por lo que los registros fílmicos le suministrarían imágenes con sonido a noticieros y programas televisivos. La «televisora nacional», como se le llamaba en un comienzo, contó con una infraestructura técnica con laboratorios de revelado y copiado y un departamento de cinematografía.[1]
El cine en la década del 1950 comienza a explorar temáticas y estéticas diferentes, distanciándose de las narrativas de años anteriores que se centraban en melodramas, musicales y películas que reflejaban las diferencias entre clases sociales, eran producciones con esquemas extranjeros como el norteamericano y el mexicano.
El primer film independiente de la influencia extranjera y con un gran tinte experimental fue La langosta azul realizada en 1954 por el Grupo de Barranquilla y que contó con la participación de Enrique Grau, Nereo López, el guión de Álvaro Cepeda Samudio y la colaboración de Gabriel García Márquez.
Otra película importante de mediados de los años cincuenta del siglo XX es La gran obsesión (1955) de Guillermo Ribón, esta sería la primera película a color colombiana.
La primera película del cine nacional en recibir un premio extranjero fue El milagro de la sal (1958) dirigida por Luis Moya. Otras producciones fueron Colombia linda realizada en 1955 y La víbora que se comenzó a grabar en 1955 en colaboración con Francia.
Este es solo un breve recuento del cine colombiano en la década de 1950 y su contexto social, cultural y político.
[1] Historia del cine colombiano. Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. P. 44. file:///C:/Users/Usuario/Downloads/historia_del_cine_colombiano_fpfc.pdf
[2] Historia del cine colombiano y de la Cinemateca de Bogotá. http://geografiavirtual.com/2017/08/cine-colombiano-cinemateca/
[3] Historia del cine colombiano. Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. P. 46. file:///C:/Users/Usuario/Downloads/historia_del_cine_colombiano_fpfc.pdf