Durante la primera década del siglo XX el cine y la reproducción de materiales audiovisuales como forma de entretenimiento para los habitantes de la ciudad de Medellín era una actividad de segundo orden que acompañaba otros espectáculos que se realizaban en lugares como el Circo Teatro España. También acompañaban encuentros o charlas que se hacían en colegios como el San Ignacio.

A partir de 1912 entran en la escena de la exhibición cinematográfica los hermanos Di Doménico con su empresa Sicla (Sociedad Industrial Cinematográfica), quienes destacan por sus habilidades, contactos, trayectoria y capacidad para promocionar las películas y adecuar los espacios para su proyección, contribuyendo a la formación de públicos para el cine. Sicla se convirtió en una de las empresas más rentables y competitivas del negocio del espectáculo, hasta que fue comprada por Cine Colombia en 1928.

En la década de 1910 también hace su aparición la familia Acevedo que tuvo importancia para la exhibición y producción cinematográfica. “Los Acevedo fue otra familia que cobró importancia durante la época debido a su interés por la realización y la producción cinematográficas; se puede decir que se trata de los primeros colombianos en hacer cine colombiano. El fundador de la compañía Acevedo e hijos, Arturo Acevedo padre, fue soldado conservador en la Guerra de los Mil Días pero al finalizar la guerra se unió a la tertulia literaria de la Gruta Simbólica, junto con Julio Flórez y Federico Rivas Frade. Siendo dentista de profesión, ejerció como director de grupos de teatro y vio en la exhibición del cinematógrafo una oportunidad para ganar dinero. Invirtió sus ahorros en una máquina exhibidora y se desenvolvió en teatros pequeños. Su industria no fue grande como la de los Di Doménico, pero si fue importante para que se interesara por la producción de un cine colombiano.”[1]

Con la participación de estas dos familias en los procesos de proyección de material audiovisual en ciudades como Medellín y Bogotá y el desarrollo de la industria cinematográfica, comienzan a hacer su aparición las primeras producciones realizadas en Colombia, varias de ellas erróneamente asociadas a la ciudad de Medellín.

La primera producción realizada por los Di Doménico es una grabación en el río Magdalena de un hidroplano propiedad del empresario antioqueño Gonzalo Mejía. La película se exhibió en Manizales en 1913. Esta película se asocia a Medellín, pero en realidad corresponde a la realización de una productora nacional y exhibida en otra ciudad. La compañía de los Di Doménico proyectaría el 27 de agosto de 1913 al aire libre en el Parque Bolívar una producción de dos horas con imágenes del escudo, próceres de la ciudad y el hidroplano de Gonzalo Mejía. Estas imágenes documentales pueden ser consideradas una de las primeras producciones cinematográficas colombianas.[2]

Una de las primeras películas producida por los hermanos Di Doménico es El Drama del 15 de octubre (1915). La película recreaba el asesinato del General Rafael Uribe Uribe en 1914, pero su popularidad no resultó ser nada positiva para los realizadores. La película contó con la participación de los asesinos reales del general, Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal, este hecho provocó la indignación y el rechazo del público hacia el film.

A partir de la década de 1920 se empiezan a producir películas con temáticas costumbristas, mostraban a los personajes en su vida cotidiana, los trabajadores del campo y obreros con sus herramientas de trabajo, diferenciándose siempre de las elites urbanas que eran mostrados en bailes, clubs o en espacios donde predominaban las letras.

Una de las primeras películas producidas en los años veinte del siglo pasado fue María (1920), estrenada en Buga en 1922 en una función privada y presentada en Bogotá en 1924, esta se convertiría en un éxito de taquilla y podría ser considerada la primera obra del cine nacional. El argumento está basado en la novela María de Jorge Isaacs, fue codirigida por un español, Máximo Calvo, y por Alfredo del Diestro, y fue filmada en la hacienda ‘El Paraíso’, lugar donde se cree que ocurrieron los acontecimientos narrados en la novela. [3] Esta es otra de las películas que se asocian a Medellín por el cariño que el protagonista sentía por la ciudad y por el dese de los empresarios locales de exhibir la película.[4]

Después del fracaso con El drama del 15 de octubre los Di Doménico viendo el éxito en taquilla de María y teniendo en cuenta la relación entre cine y literatura deciden hacer una película llamada Aura o las Violetas, adaptación de la obra de José María Vargas Vila que lleva el mismo nombre. Después de superados unos problemas con el autor de la obra la película se exhibió en 1924 y fue considerada como una película que reflejaba los adelantos de la cultura de Bogotá.[5]

Otra película exhibida en 1924 es Madre que se presentó en Manizales. Se trató de la adaptación de la novela del mismo nombre escrita por Samuel Velásquez, la película contó con la participación de artistas antioqueños y refleja aspectos de la cultura “paisa”, por esta razón suele asociarse a las producciones realizadas en Medellín.

La tragedia del silencio (1924) fue una película bogotana cuya dirección y guion estuvieron a cargo de Arturo Acevedo. Fue exhibida en Medellín en octubre de 1924 en el Teatro Junín, solo cinco días después de su inauguración.

La producción cinematográfica más importante de estos años realizada en Medellín fue Bajo el cielo antioqueño, exhibida el 6 de agosto de 1925 en los teatros Junín, Bolívar y Circo España de la ciudad, y en Bogotá el 12 de octubre de 1925. Fue dirigida por Arturo Acevedo y producida por Compañía Filmadora de Medellín fundada por Gonzalo Mejía para la producción de la película. La trama de la película era:

“Lina, agraciada colegiala, sostiene contra la voluntad de su padre, Don Bernardo, un romance con Álvaro, joven bohemio que dilapida su fortuna. Deciden huir de la vigilancia paterna, pero en la estación de tren una mendiga herida previene a Lina sobre el grave error que está cometiendo. Él le venda la herida con un pañuelo en el cual van inscritas sus iniciales y ella, agradecida, le regala sus joyas y a su vez le comunica a su novio la decisión de no seguir con esa aventura. La mendiga es asaltada y asesinada. Su cadáver aparece con el pañuelo de Álvaro, quien es sindicado del crimen. Aunque es inocente, él calla para proteger a Lina y ésta, por encima de su honor, confiesa la verdad. Álvaro, ya inocente, encuentra oro y termina felizmente casado por poder con Lina.”[6]

Algunas de las escenas de la película fueron filmadas en Puerto Berrio, en el Club Unión y en la finca de Gonzalo Mejía, dueño de la empresa que se encargó de la producción. Al parecer la película se realiza con la intención de mostrar la riqueza antioqueña y para muchos se convirtió en un producto que reafirmaba los valores de la burguesía de la ciudad de Medellín.

Esto es un breve recuento algunas de las producciones cinematográficas realizadas en Colombia en los primeros treinta años del siglo XX. Muchas de estas películas mostraban los avances tecnológicos y la cultura de su tiempo.

[1] Natalia Tavera Daza, Imágenes fragmentadas: un estudio sobre el cine silente y la construcción de representaciones sociales en Colombia (1922-1928). UPB, Facultad de Ciencias sociales. P. 49.

[2] Germán Franco Díez, Mirando solo a la tierra. Cine y sociedad espectadora en Medellín (1900 – 1930). Bogotá. Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2013. P. 143.

[3] Natalia Tavera Daza, Imágenes fragmentadas… p. 53.

[4] Germán Franco Díez, Mirando solo a la tierra… p. 144.

[5] Natalia Tavera Daza, Imágenes fragmentadas… p. 57.

[6] Natalia Tavera Daza, Imágenes fragmentadas… pp. 59-60.