La interacción entre cine y literatura es variada y se da en doble vía. Hay estudios que analizan y ponen evidencia distintos aspectos de la relación entre estas dos manifestaciones artísticas, unos aplican estructuras del análisis literario a las producciones audiovisuales y su lenguaje narrativo, otras estudian y comparan los géneros literarios con los cinematográficos, y otros, aplican modelos sociológicos para estudiar la forma en la que los públicos reciben y se apropian de las obras.
En nuestro caso hablaremos brevemente de la relación entre la literatura y el cine y de algunas características narrativas que comparten. Las similitudes se pueden evidenciar en el guion cinematográfico y su contenido literario y narrativo, este es el precursor del argumento y la trama de la creación audiovisual. “La trama literaria puede servir como punto de partida para la construcción del filme; sin embargo, debe ser recodificada, pues las leyes de desarrollo del argumento cinematográfico son específicas. Según esto, toda adaptación inicia, de acuerdo con Eco, en el momento en que se abstrae la estructura de la trama. Los cuentos y las novelas, inspiración mayoritaria de los filmes, relatan historias; de forma semejante, las películas presentan argumentos. El cine vendría a ser pues, una «especie narrativa» más; su diferencia con la literatura radica en los medios expresivos de que se vale para desarrollar la trama”.[1]
De esta manera la idea original, la palabra contenida en el guion, se vuelve imagen en movimiento, se convierte en una producción audiovisual que usa los elementos de la narrativa cinematográfica para reinterpretar el texto y transformarlo en imágenes usando juegos de luz, distintos planos, sonido o música.
El elemento narrativo en el cine se asocia a la trama, cada película cuenta una historia, las imágenes en movimiento tienen un significado, además de los diálogos y otros elementos, que permiten que la historia pueda ser contada. La imagen se convierte en “la representación icónica muestra el objeto y sugiere algo a propósito de éste. La imagen no sólo remite a una realidad concreta, sino que estimula la red de valores y simbolismos depositados en ésta por la sociedad; así, el fotograma de un arma alude a la violencia, el enfrentamiento y la criminalidad.”[2]
Otro aspecto del lenguaje del cine es el movimiento, de las imágenes, este permite crear la sensación continuidad, la sucesión de acontecimientos que dan verosimilitud al desarrollo de una historia. La representación es otro de las características de la narración cinematográfica, es la forma en la que los directores cuentan la historia, son los elementos que utilizan, los formatos usados para llegar a distintos públicos.
El carácter narrativo es lo que asemeja al cine y la literatura, los dos sirven para narrar historias, se alimentan de los acontecimientos cotidianos y las fantasías humanas para encadenar hechos y acontecimientos que conforman, ya sea mediante la palabra o las imágenes, la base de cuentos, novelas o películas.
Algunas de las características que acercan a los públicos y que relacionan el cine con la literatura son: el interés del espectador, es decir, las motivaciones personales que hacen que este quiera acceder a la obra, es la forma en la que las producciones y sus formatos se generar una identidad con las vivencias de los públicos; otro es la capacidad para generar emociones, como usan distintos aspectos de la narración para construir una ambientación que enganche al espectador; la tercera es el genio del escritor o el director, es este quien tiene la capacidad para hacer de su creación una obra diferente a las otras, que deje de lado los lugares comunes y se convierta en algo que va más allá de lo ordinario. “Esta voluntad esquiva de mantener la atención cueste lo que cueste, de crear, y luego conservar la emoción para mantenerla, encumbra a determinados artistas, y castiga a otros con la indiferencia. El director de cine ejerce su imperio y su dominio no solo en las crestas o vértices de las historias, sino también en las escenas de exposición, en las de transición y en todas las acciones habitualmente ingratas de las películas. El artista de talento deshecha por horrible a lo ordinario”[3]; por último, tenemos el universo narrativo, es el lugar donde ocurren los hechos, son las características del espacio y los acontecimientos que el espectador puede asociar con experiencias o deseos personales.
Estas similitudes permitieron a que los cineastas se animaran desde los inicios del cine a realizar adaptaciones de obras literarias. Algunas giran en torno al cambio y la extensión de los contenidos, a la adaptación y reducción del material literario para que sea acorde al formato cinematográfico. Otras hablan de la relación o las consecuencias que pueden tener sobre una novela las adaptaciones cinematográficas. Bazin “afirmaba que por muy empobrecedora que sea una adaptación, nunca va a dañar al original, nunca mermará el aprecio que una minoría siente por esa obra. En cuanto a los que no conocen el original, Bazin apunta que o bien se conforman con la película o bien la misma les empujará a leer la obra literaria. Con lo cual no hay efectos negativos posibles para este autor.”[4]
También hay ideas que cuestionan si estas producciones cinematográficas son consideradas nuevas creaciones, ya que, aunque están basadas en obras literarias, es un lenguaje diferente que parte de una preselección de lo que puede ser narrado. Otros hablan de la integridad y adaptar la esencia de la obra.
Otros estudios sobre la adaptación comparan la capacidad de expresión entre cine y literatura. “Según Faro Fortaleza (2006) en un segundo la cámara puede aportar detalles que en una novela ocuparían numerosas páginas. El relato literario es secuencial, [..] con lo que solamente podemos acceder a lo que nos dicen las palabras, aunque infiramos o deduzcamos. El relato fílmico, sin embargo, es multisecuencial, lo que significa que las informaciones se superponen en la pantalla para que las procese el espectador. Por ello, se puede decir que el cine respecto a la literatura actúa por condensación.”[5]
Teniendo en cuenta que la adaptación es la forma en la que el texto literario se convierte al lenguaje audiovisual, realizando una reinterpretación del texto en imágenes, los estudios proponen dos bloques de adaptación cinematográfica.
La primera es la adaptación iteracional, esta intenta respetar al máximo la obra de la que surge la idea, mantiene la estructura narrativa, los personajes, la temporalidad y el texto. Otra forma de este tipo de adaptación es agregar nuevos puntos de vista sin modificar sustancialmente la esencia del texto. Por último, dentro de este bloque, se encuentra la adaptación por reducción que selecciona el texto literario para mostrar la esencia de la obra.
El otro bloque comprende la libre adaptación, que tiene tres modelos: por motivo, en la que el texto y la película comparten una idea principal (motivo), dejando de lado otros componentes de la obra literaria; la adaptación por conversión, que mantiene la idea original del texto, pero aporta nuevos elementos dentro del lenguaje audiovisual; y, por último, se encuentra la ampliación que consiste en crear una película que recree nuevos acontecimientos basada en un idea o texto original.
Estas son solo algunas de las características que relacionan al cine con la literatura. Hablamos de dos géneros narrativos que se complementan y que a la vez exploran distintos formatos y soportes para llegar al espectador. Mucho más interesante es cuando el cine se retroalimenta de las obras literarias para reinterpretar y crear imágenes que acercan a los públicos estas dos formas de producción artística.
[1] Gabriel Baltodano Román, La literatura y el cine: una historia de relaciones. Letras 46 (2009). file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Dialnet-LaLiteraturaYElCine-5476349.pdf p. 13.
[2] Gabriel Baltodano Román, La literatura y el cine: una historia de relaciones. Letras 46 (2009). file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Dialnet-LaLiteraturaYElCine-5476349.pdf p. 18.
[3] Rafael del Moral, Literatura y cine. https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/congreso_38/congreso_38_12.pdf p. 119.
[4] Mercedes Pérez, Cine y literatura: consideraciones generales. https://www.academia.edu/9469268/Cine_y_literatura._Consideraciones_generales
[5] Mercedes Pérez, Cine y literatura: consideraciones generales. https://www.academia.edu/9469268/Cine_y_literatura._Consideraciones_generales