En el kilómetro 16 de la carretera que de Medellín conduce a Rionegro, en la vía El Cartucho, está ubicado una casa declarada patrimonio arquitectónico de Santa Elena, construida a principios del siglo XIX fue  cuartel de las justas libertadoras y  fonda del camino real para arrieros y comerciantes que viajaban a Puerto Nare, una de las conexiones que existían en ese tiempo con el mundo, localizada al extremo oriente del departamento de Antioquia, a unos 191 kilómetros de Medellín  en el valle medio del río Magdalena.

Se llamó Fonda el León de oro, luego cambió a Posada el León de oro y hoy es Montevivo, una reserva natural donde se conserva y recuperan los recursos naturales de su propiedad y de su área de influencia por medio de actividades productivas sostenibles, proyección a la comunidad y educación ambiental.

Gracias  a la idea de Alejandro Cock, su padre Darío y Jorge Eduardo, su tío, quienes  en 1967 compraron la casa por 100 mil pesos, lo que antes era una posada, en la actualidad es una reserva con 17 hectáreas de bosques nativos, 28 hectáreas de pinares en vía de regeneración por sucesión natural con bosque nativo, 2 hectáreas para el cultivo orgánico de flores , 500 especies de plantas vasculares (árboles y arbustos), 74 variedades de aves y gran variedad de especies de animales terrestres aún sin inventariar, 9 nacimientos de agua y 7 hectáreas y media de zonas de camping,  potreros, cabañas y prados.

Su propietario, Darío Cock, es técnico agropecuario del Politécnico Jaime Isaza Cadavid y el menor de 7 hijos de una familia de emprendedores. Inició sembrando cinco cargas de semilla de papa y le fue muy bien. En 1969 sembró hortalizas e introdujo en la región el sistema  en curvas de nivel  para lo que solicitó un préstamo de 100 mil pesos en la Caja Agraria, pero  cayeron  3 granizadas en la meseta de oriente y entonces se tuvo que ir a trabajar  a Manantiales,  una finca en el alto de Las Palmas, de propiedad de un tío,  en donde le pagaban  3 mil pesos mensuales  con los que le fue pagando a la Caja Agraria; tuvo conejos, curtió sus  pieles, puso una empresa de pantuflas y se quebró de nuevo. Trabajó 15 años con chatarra y la casa estuvo alquilada por mucho tiempo. Por iniciativa de su hermano, Jorge Eduardo, empezó a exportar Cartuchos, Agapantos, Estrella de Belén y Chispitas. Organizó un centro piloto para abono orgánico y enseñó a los campesinos a prepararlo porque siempre se ha negado a fumigar con químicos, hasta que algunos años después hubo una emergencia fito-sanitaria (relacionado con plagas en las plantas) y lo obligaron a hacerlo, a lo que Darío respondió: “Yo primero soy una reserva natural. No contamino”.

Tiempo después recibió una sentencia de la comisión fito-sanitaria que decía: “¿eres exportador de flores o reserva ecológica?” lo que lo sacó del mercado internacional. Darío no es enemigo de la planta llamada Ojo de poeta, porque además de que le parece hermosa, ella, aunque invasora, no penetra el bosque, lo respeta y solo afecta uno que otro árbol. Además, asegura él, es imposible controlarla. El compró hace muchos años 20 maticas, cuando la vendían como cerco vivo.

Nace la reserva

En 1996, su hijo Alejandro, que tuvo el don de captar y perpetuar instantes y quien ya partió a detener el tiempo en otras dimensiones, le llevó información acerca de las reservas naturales justo en el momento en que con su hermano pensaban parcelar la finca. “Cómo es posible que vamos a convertir estos bosques en prados y jardines “dijo Alejandro, y les presentó un proyecto basado en su experiencia de recorrer las principales reservas naturales del país, desde entonces se inició la reserva forestal que hoy en día se ha desarrollado en un 95%, ya que algunos pequeños proyectos no los consideraron viables.

En pleno auge del narcotráfico, La posada León de oro ya no les pareció un nombre apropiado para el lugar; se pensó en llamarla Refugio de Santa Elena, o Aldea de paz, pero un buen día en 2001, Darío y Sonia su esposa, lo nombraron Montevivo. En este lugar se han realizado distintos encuentros y actividades como un campamento de la Jornada mundial de paz con la caravana del arco iris y durante mucho tiempo se dictaron talleres de AVP (el arte de vivir a propósito) con temáticas de crecimiento personal, amor y conexión con la naturaleza, apoyados en culturas indígenas. Instalaron el primer canoping (un cable que se coloca de una plataforma a otra por el que te deslizas con un arnés puesto y una polea que va pegada al cable) pero lo tuvieron que cerrar porque es muy costoso cumplir con todas las normas de seguridad. Actualmente realizan eventos como el campo de aventura de cuerda alta, El bosque mágico que es un taller para niños, además de talleres de liderazgo, temas empresariales y de búsqueda de armonía y paz como el sendero dirigido en donde se hace relajación, meditación y trabajo con los árboles según el conocimiento indígena.

También se hacen conciertos de Noches de luna llena, hay un spa (Sanación por el agua – Sanación para el alma), una maloca de 70 metros, 7 cabañas que funcionan como hotel, con alimentación incluida y se alquilan para celebraciones, matrimonios y aniversarios. Gracias a la mirada sensible de Alejandro, en familia adaptaron viejos caminos convirtiéndolos en senderos ecológicos. Lo hicieron como un servicio para la gente, servicio para la tierra y por gratificación personal.  Por eso la fonda, la posada el León de oro o Montevivo es hoy un refugio de Santa Elena, una aldea de paz.