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El cortejo
Ha sido mi costumbre que cuando me levanto en la mañana , abro las ventanas de mi casa y miro por un momento mi vecindario como diciéndome todo está bien…
A hora en mi nueva residencia veo por la ventana de mi habitación unos techos cubiertos por hileras de tejas deterioradas por la lluvia, el sol y el pasar de los años . Allí habitan bandadas de palomas que se resguardan del frio.
Hace poco me entretuve mirándolas y vi como un palomo le hacía cortejo a la paloma.
Se juntaron los picos y se picoteaban una y otra vez, luego él daba vueltas y vueltas a la paloma como invitándola a algo más , esponjó su pequeña cresta , y abrió sus alas, después agachó su cuello. Ella con su pico lo acariciaba. En ese momento inmigraban otras al tejado pero estos no se inmutaron, tampoco éstas se dieron por entendidas. Así pasaron mucho rato, y yo esperando a que llegara el momento de la entrega, me impacienté y me entré.
Allí en mi cuarto me cuestionaba: ¿Cuánto tiempo durará el cortejo? Y que amorosos eran estos animales. Con razón el dicho: “Se quieren tanto que viven como un par de palomos”.
Movida por la curiosidad, volví asomarme y ¿qué creen?… ¡sorpresa! Estaban apareándose, no sé por cuánto tiempo estaban así, solo sé que para mí fue un rato.
Gracias palomas, porque como dice el cuento recordar es vivir y me han traído bellos recuerdos.
