Sobre el arte y la emoción de leer cuentos

Hoy los muy reclamados espacios de lectura nos acercan a otra mirada de la importancia que obtiene la literatura infantil en el proceso de formación de niños y niñas, el interés no recae ahora en la mera apropiación de la lengua materna y su escritura, lectura y comprensión sino en un aspecto que se ha mantenido en la sombra y es la alfabetización emocional como denominan algunos autores a ese encuentro que se puede sostener entre la literatura en este caso infantil y el desarrollo de habilidades socio-emocionales que fortalezcan los procesos de interacción, que buscan promover en los niños y niñas el entendimiento de las emociones propias y ajenas.
Es así, como la literatura a pesar de estar basada en la construcción ficcional del mundo nos permite posicionarnos frente al reflejo de lo que somos o podemos ser, en lo cual su fuerza recae en la identificación propia que vivimos en palabras de otros. Algo que menciona de una manera muy bella la antropóloga francesa Michéle Petit :
Lo que determina la vida del ser humano es en gran medida el peso de las palabras, o el peso de su ausencia. Cuanto más capaz es uno de nombrar lo que vive, más apto será para vivirlo, y para transformarlo. Mientras en el caso contrario, la dificultad de simbolizar puede ir acompañada de una agresividad incontrolable (1999, pág. 73).

Leer y escuchar cuentos en la compañía de otros, nos permite acogernos y ocuparnos de lo que sentimos y entender que al final somos el resultado de diferentes percepciones sensoriales que adquirimos en la vida. La lectura, al final es una práctica social que nos conecta con otros, como lectores podemos explorar las emociones y estados mentales de los personajes que viven en el texto. Es así finalmente, como menciona C. S. Lewis «Leemos para saber que no estamos solos»