Te mueve a entender el mundo con la delicadeza del tacto, y a aventurarte con el olfato en una azarosa nube de posibles deleites y repugnancias.

¡La facultad de no poder escuchar!
Te obliga a abrir la boca con la limitada ansiedad de alimentarte, y a estudiar el mundo con los ojos atentos al detalle.

¡La facultad de no poder escuchar!
Te lleva a establecer tu propio código e intentar romper las barreras que te hacen diferente del resto

¡La facultad de no poder escuchar!

Te hace particularmente único y capaz de enfrentar la vida en la comodidad del silencio.

 

Por: Uriel D. Castaño J.