Esta semana las bibliotecas de la ciudad dedican un homenaje a las palabras escritas o habladas, resaltando que es a través de ellas que podemos comunicarnos de forma directa con los demás.

En este sentido, las palabras nos permiten construir el mundo, pues al nombrar las cosas, las personas y los acontecimientos, tenemos una forma para reconocerlos después. En la obra Cien años de soledad, el pueblo de Macondo se hace presa de una enfermedad de la memoria, en donde las personas olvidan cómo se llaman las cosas y las personas, y así poco a poco van olvidando también a sus seres queridos, su casa y hasta quiénes son.

Dicen pues que lo que no se nombra no existe y para nombrar y explicar se necesitan las palabras, así que todo lo que esté por fuera de ellas es objeto de sensibilidad y entra en el terreno de otras artes que ponen en la arquitectura, la escultura, la pintura, la música y la danza, todo aquello que no alcanzan a expresar las palabras.

Y es por la importancia de las palabras que decidimos abrir la Semana del Libro y del Idioma dando a conocer a nuestros amigos una de las obras de la literatura universal, escrita en español, más importante de todos los tiempos: El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. Muchos habrán escuchado hablar de este personaje, pero algunos todavía se preguntarán: ¿Quién era el Quijote?, ¿qué hacía?, ¿quién lo acompañaba?, ¿cuál era su sueño?, ¿quién era su gran amor?

  

En este inicio de celebración nos acompañaron dos grupos de la I.E. Débora Arango: primero y quinto. Los niños y las docentes escucharon con curiosidad la historia de Don Quijote de la Mancha y su amigo Sancho Panza y aprendieron sobre éste de la forma más natural para ellos: jugando. Con un concéntrese y por equipos, reconocieron los personajes más importantes de la historia, los episodios más memorables de las aventuras del caballero, su caballo Rocinante y su fiel amigo Sancho y, por supuesto, el retrato de don Miguel de Cervantes Saavedra, creador de esta obra de la literatura.

 

Descubrieron además de Rocinante, Dulcinea de Toboso, Sancho Panza que, aun con contrastes de edades y de experiencias, las palabras contenidas en la historia del Caballero de la Mancha los unió sin limitaciones; pudieron compartir, aprender y divertirse olvidando las diferencias y todo permeado por el lenguaje y la literatura.